El Gobierno garantiza los dólares a enero, pero el mercado ahora piensa en las elecciones
Poco a poco, el calendario electoral empieza a colarse en las conversaciones de inversores y del propio oficialismo; todos empiezan a calibrar sus decisiones en función de los comicios de 2025
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La orden del Tesoro para comprar los dólares en el Banco Central finalmente salió el jueves. Se espera que entre el viernes y el lunes, la Argentina le transfiera al Bank of New York (BoNY) los dólares necesarios para garantizar el pago de los intereses de los bonos que vencen en enero de 2025. No es mucho más lo que puede hacer el Gobierno, por ahora, para mejorar la imagen de cara a los inversores. Es un paso, aunque seguro no será suficiente.
Esta semana estuvo en Buenos Aires Richard Deitz, CEO del fondo VR Capital, uno de los más grandes inversores en bonos de deuda provinciales. Deitz hizo una ronda de encuentros con representantes de provincias, incluyendo gobernadores. Es la segunda vez que viene al país este año. Ya en febrero pasado, según consta en el Registro Público de Audiencias, estuvo reunido con el ministro del Interior, Guillermo Francos. Muy optimista con la Argentina, Deitz, sin embargo, insistió ahora entre sus interlocutores que todavía no comprendía cómo un gobierno que se decía liberal mantenía un cepo cambiario, pero además les adelantó que no pensaban incrementar su posición en la Argentina hasta tanto no ver el resultado de las elecciones legislativas el año próximo.
Poco a poco, el calendario electoral empieza a colarse en todas las conversaciones de inversores y del propio Gobierno, que empieza a calibrar sus decisiones en función del impacto que podrían tener de cara a la elección de medio término. Ya no es sólo el cepo cambiario lo que anteponen como barrera quienes están sondeando alguna inversión en el país. “Todo está mutando a los resultados de 2025″, admite un hombre que se mueve con comodidad en el Gabinete. “Meter un 2% de inflación en diciembre es clave. Primero hay que mostrar un triunfo contra la inflación, después llegar bien a las elecciones. Para el cepo y las reformas se irá viendo”, siguió el hombre que forma parte de la administración mileísta.
No debiera ser una sorpresa para el Gobierno. Lo mismo pasó con Mauricio Macri: los inversores, que llegaban al país en hordas para conocer al Presidente, también quisieron esperar a ver qué sucedía con las elecciones de medio término. El largo plazo para el argentino puede ser sólo una expresión de deseo, pero para el mundo es la norma.
Hacia 2025, hay tres factores que favorecen la posición de Milei. El primero: no hay hasta ahora una oposición con una identidad con la fuerza suficiente como para retar a la Libertad Avanza. Si hay algo que ha hecho bien el audaz asesor Santiago Caputo es construir de manera sencilla un relato en torno a las Fuerzas del Cielo. Sus conceptos e ideas son fáciles de identificar: “el ajuste, la casta, la baja de la inflación, la libertad, el león”.
La oposición, en contraste, está en un momento de atomización extrema. Nunca antes ha habido semejante tembladeral dentro de las estructuras de partidos tradicionales. No sólo el peronismo está teniendo dificultades para reconstruirse después del fracaso de la gestión de Alberto Fernández. También hay un radicalismo para cada ocasión; nada más parecido en este momento al Zelig de Woody Allen que el partido que hace 132 años fundó Leandro Alem.
El presidente Javier Milei también está haciendo un aprendizaje rápido. Probó esta semana que tiene una maleabilidad política que hasta ahora no había manifestado. Su decisión de encabezar encuentros, primero, con diputados radicales para desactivar la posibilidad de que la Cámara baja insista con la reforma jubilatoria, y, luego, con senadores dialoguistas para contener el tratamiento del decreto que dio fondos adicionales a la SIDE, marca un cambio en su acercamiento a cuestiones de la gestión que no son meramente económicas. “Estuvo tres horas atento e interesado, la verdad muy genuino -lo describió un senador-. Fue una muy buena reunión”.
El segundo factor que juega a su favor es el nivel de apoyo social, que, pese al feroz ajuste de estos nueve meses de gestión, sigue siendo elevado. El Índice de Confianza en el Gobierno de la Universidad Di Tella, un proxy relativamente acertado de la posición de los oficialismos en las urnas, le daba en agosto pasado una aprobación promedio de 2,55, mejor que la que tuvo Néstor Kirchner durante todo su mandato.
“La condición de supervivencia de este tipo de frentes, como el de la Libertad Avanza, pasa por tener a sus enemigos vivos”, opina el sociólogo Luis Costa. “Porque se nutre de la confrontación. Tiene la garantía de que el 50% lo banca porque el otro 50% lo odia”, dice.
El tercer factor es la economía. En gran medida, es el pilar fundamental que hoy contribuye a sostener a los otros dos: la desorientación entre la oposición y el consistente respaldo social. Por eso es tan importante para el equipo económico mantener el proceso de desaceleración de la inflación. Es, tal vez, uno de los objetivos más claros que Milei se planteó ante su electorado. “La curva de inflación es para Milei lo que la curva de contagio era para Alberto Fernández”, dice Costa.
En el equipo económico esperan que en septiembre el índice de precios empiece con el número “3″. La mayoría de las consultoras privadas cree que es un objetivo posible. Según bancos como JP Morgan podría ubicarse en 3,4%. La rebaja del impuesto PAIS haría parte del trabajo. Aunque también la decisión de bajar en 10 puntos el impuesto sobre las importaciones de bienes empieza a abrirle al Gobierno otro desafío: el de sostener las cuentas fiscales en orden. Por lo pronto, este mes, por primera vez en mucho tiempo, el Tesoro debió salir a auxiliar al PAMI con unos $200.000 millones (casi 0,04% del PBI). La obra social que hoy les da servicio a más de 5 millones de jubilados, la más grande del país, contaba entre sus ingresos una porción de lo recaudado por el impuesto PAIS. Por cada 100 pesos que ingresaba el Estado por el impuesto, 28 iban al PAMI. Pero poco se ahorró durante la gestión de Luana Volnovich de este ingreso extraordinario.
De personalidad adictiva, la política nunca reserva nada para después. Pero no ha de sorprender que el PAMI continúe con su política de recortes, como fue haciendo en las últimas semanas con la cobertura de algunos medicamentos. Así y todo, se espera que en septiembre, con lo justo, el Gobierno mantenga el superávit fiscal e incluso el financiero. El domingo, ante el Congreso, el presidente Javier Milei hará de lo fiscal una cuestión central. El presupuesto 2025 no habilitará gastos si no hay ingresos que los financien. Música para los oídos de cualquier acreedor, incluyendo el Fondo Monetario Internacional (FMI), que podría estar enviando a fines de mes una misión para concluir la novena revisión del acuerdo firmado por Sergio Massa.
Salvo el objetivo de reservas internacionales -que no llegará a cumplirse- es poco lo que el FMI podrá cuestionarle a la Argentina en esta nueva revisión. Aunque Milei soslaye en público el problema de la menor acumulación de dólares por parte del Central, en privado, en el equipo económico tienen en claro que no es algo menor. Es para mejorar el número de reservas brutas que el Gobierno no modifica la norma que obliga a depositar en el banco los dólares de quienes quieren operar con sus cuentas comitentes.
Del mismo modo, el BCRA estaría estudiando la posibilidad de habilitar que las billeteras como Mercado Pago puedan tener CVU en dólares. Es un pedido de las billeteras, pero también hay quienes lo ven como una posibilidad de que gente que tiene dólares encuentre nuevas vías para volcarlos al circuito financiero.
En el Gobierno leyeron la salida del chileno Rodrigo Valdés del equipo negociador del FMI como una pequeña victoria. Puede ser. Pero la real victoria no pasa por un burócrata del Fondo. El Gobierno tiene demasiadas batallas por delante. La elección del año próximo será una grande, pero también es probable que no sea siquiera la definitiva. La Argentina tiene un déficit de credibilidad que llevará muchos años reconstruir.