El Gobierno, atrapado en sus propios “cepos”
“El populismo con dólares recoge votos, el populismo sin dólares pierde una elección”. Marina Dal Poggetto resumió así ayer lo que para ella es la raíz de la derrota del Frente de Todos en las PASO. La gran incógnita ahora, plantea la directora de EcoGo, es cómo manejar el país en los dos meses que faltan para la elección “real”.
Así las cosas, Gobierno, analistas, operadores de mercado y, al menos, buena parte de la sociedad empiezan a tratar de vislumbrar una economía en dos tiempos. Qué debería hacer Alberto Fernández (y qué hará finalmente, sin importar la racionalidad de esas medidas) desde ahora hasta el 14 de noviembre, y cómo planteará el curso de navegación en los dos años que le quedan por delante, partiendo de la base de que a nadie le gusta derrapar.
El problema es que, a estas alturas, las distorsiones que se acumulan en la economía en distintos períodos imponen a la política sus propios “cepos”. Repasemos:
El alto endeudamiento (consecuencia en definitiva del déficit fiscal, es bueno recordarlo aunque algunos miren para otro lado) obliga a buscar cuanto antes un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El Gobierno está sintiendo ahora que “pedalear” esa negociación en el tiempo no fue gratis. Y el deadline ahora está a solo seis meses de distancia, asumiendo que los vencimientos de este mes y de diciembre se pagan con el dinero que el propio FMI giró al Banco Central, como ayuda por la pandemia. Sólo las cuotas de capital suman unos US$3800 millones.
Con reservas netas en torno de US$6100 millones en el Banco Central, no parece haber margen para aflojar los controles sobre el dólar, o incluso algunos especulan con que el cepo cambiario podría apretar aun más. Pero si la opción es limitar o restringir los pagos de importaciones, podría verse resentido el nivel de actividad económica en varios sectores dependientes de insumos o bienes extranjeros. En una economía que muestra signos de estancamiento, se plantea aquí un primer dilema.
Recortar el gasto para achicar el rojo de las cuentas públicas también tiene sus peros: el 60% se lo llevan jubilaciones y programas de ayuda social. Los haberes de los pasivos ya sufrieron bastante con el ajuste que aplicó Martín Guzmán en el primer semestre del año.
La otra cuenta que viene aumentando desde el año pasado son los subsidios a la energía. El experto Nicolás Gadano calcula que solo la partida destinada a Ieasa, que cubre la diferencia en el costo del gas licuado que importa por la falta de gas local, aumentó desde casi $95.000 millones a casi $180.000 millones este año. El número total, incluyendo el déficit de todo el sistema eléctrico y los subsidios a los productores de gas, podría llegar este año a unos US$9500 millones, de acuerdo con el exsecretario de Energía Daniel Montamat.
¿Cabe esperar un aumento de tarifas para cerrar al menos un poco esa canilla? Impensable de aquí a noviembre, en el tablero de comando del Instituto Patria. Resultado: no suben tarifas para no alimentar la inflación, pero emiten moneda para cubrir el rojo fiscal, que igual impacta en los precios (aunque más lento).
La pérdida de ingresos de bolsillo frente a la indomable inflación está en el foco del análisis de varios economistas. El último informe de la Fundación Mediterránea es elocuente al respecto. “La masa de ingresos fijos de las familias (salarios, jubilaciones y planes), sobre la cual influyen tanto la evolución de los valores monetarios como de la cantidad de personas involucradas, en el primer semestre de 2021 ha perdido 3,7% de poder adquisitivo respecto al mismo periodo de 2020”, señala el trabajo de Marcelo Capello, Laura Caullo y Agustín Cugno. “Si existe una leve recuperación en la última mitad del año, el poder adquisitivo a la hora de votar en noviembre se ubicaría un 1,5% menor que en el segundo semestre de 2020”, concluyen los analistas.
Dal Poggeto se plantea la gran incógnita: ¿el Gobierno volcará aun más dinero a los bolsillos para recuperar la elección, o intentará normalizar las variables para que la economía no se desmadre y poder gobernar los próximos dos años? “El mercado festeja hoy sobre precios de activos ridículamente bajos. Pero la pregunta es cómo se avanza hacía un esquema de normalización”, casi sin recursos para distribuir.
“A la hora de tomar decisiones frente a la derrota electoral, el FdT tiene q pensar que el riesgo principal que enfrenta no es perder nuevamente en las urnas en noviembre; es que se le desestabilice completamente el gobierno”, reflexiona Nicolás Gadano en su cuenta de Twitter.
¿Hay margen para ese mayor aporte de recursos sin causar problemas? Más allá de la reacción que podrían tener los operadores económicos, el Gobierno podría pensar en focalizar la ayuda en aquellos distritos donde más le importa recuperar votos y no perder bancas, razona Jorge Vasconcelos, del Ieral. Como sucedió en los últimos meses, la provincia de Buenos Aires, entre otras, podría volver a verse beneficiada por mayores aportes.
Pero, de nuevo, el riesgo es el tiempo, cada vez más veloz, en el que la inflación termine consumiendo ese pan para hoy, hambre para mañana.