El futuro de la zona euro estaría ahora en las manos de los electores griegos
Los líderes de Grecia y Europa iniciaron una batalla para convencer al electorado griego, que ahora tiene en sus manos el futuro del país y de la unión monetaria, sobre cuál opción en el referendo del 5 de julio, el "Sí" o el "No", será menos dolorosa.
Los mercados internacionales fueron sacudidos, pero no colapsaron, tras la decisión del gobierno encabezado por Alexis Tsipras de realizar un referendo sobre las condiciones que exigen los acreedores para facilitar nuevos fondos de rescate. El sistema bancario del país se paralizó luego de que el Banco Central Europeo limitó los fondos de emergencia que provee a la banca y los retiros de los cajeros automáticos fueron restringidos a 60 euros (US$67) por cliente al día.
Los griegos afrontan ahora una campaña por el referendo en momentos en que la economía se paraliza. El debate acerca del "Sí" o el "No" en el plebiscito probablemente polarizará a una sociedad que ha sido muy maltratada por la crisis.
El gobierno izquierdista del primer ministro Tsipras y su partido Syriza tratan de convencer a los ciudadanos de que un voto en contra de las exigencias de austeridad de las autoridades europeas y el Fondo Monetario Internacional conducirá a un acuerdo con condiciones más ventajosas, incluyendo una reducción o aplazamiento de la deuda.
Los líderes europeos, en cambio, aseguran que el gobierno griego se engaña. El triunfo del "No" en el referendo es el preludio de una salida traumática del país de la zona euro.
"Uno no debería suicidarse por temor a morir", dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean- Claude Juncker, en un discurso pronunciado el lunes en Bruselas en el que trató de convencer a los griegos de que los recortes fiscales y las reformas económicas que su gobierno ha rechazado sentarán la economía sobre bases sólidas.
Tsipras, que defendió la opción del "No" en una entrevista en la televisión griega el lunes, tiene la tarea de convencer al electorado de que un respaldo le permitirá obtener mejores condiciones de Europa y el FMI.
Sus esperanzas, sin embargo, chocan contra un ánimo cada vez más agrio hacia Grecia en el resto de Europa, cuyos líderes insisten en que el primer ministro no conseguirá un acuerdo distinto al que rechazó la semana pasada.
"Si alguien dice que el gobierno tendrá una posición negociadora más fuerte si se impone el ‘No’ falta a la verdad", dijo Donald Tusk, quien preside la cumbre de líderes de la UE. "Me temo que con ese desenlace habrá incluso menos margen de negociación".
La canciller alemana, Angela Merkel, reiteró el lunes su postura de que Grecia debe implementar reformas de mercado si pretende recibir asistencia de otros contribuyentes europeos. "Es importante, y en esta posición no habrá cambios, que nuestros esfuerzos y solidaridad sigan adelante", manifestó la política más poderosa de Europa tras analizar la crisis griega con otros líderes alemanes.
Los mercados de bonos y acciones cayeron en todo el mundo el lunes, pero hubo pocos signos de pánico generalizado. Los rendimientos de los bonos soberanos de otros países que habían estado enredados en la crisis de la deuda europea, como España, Italia y Portugal, permanecieron muy lejos de los niveles observados en 2011 y 2012, cuando la zona euro parecía correr el riesgo de colapsar.
El referendo del 5 de julio, cuando los griegos tendrán que votar sobre un complicado conjunto de propuestas de los acree-dores, se ha vuelto una competencia de dos relatos rivales, tanto dentro de Grecia como el resto de Europa.
La papeleta le pedirá a los griegos votar "Sí" o "No" sobre dos documentos de las negociaciones de la semana pasada. No está claro cuántos electores leerán los textos, pero la mayoría de ellos, al igual que los políticos europeos, probablemente interpretará la pregunta de un modo más amplio: como una señal de si los griegos están dispuestos a pagar el precio de nuevas medidas de austeridad, en particular recortes a las pensiones, para seguir siendo parte de la zona euro.
Tsipras y los partidarios de Syriza tratan de definir la votación como un mensaje de resistencia contra las políticas de austeridad. El primer ministro ha señalado que la dignidad nacional depende de rechazar las exigencias de los prestamistas.
El mensaje de Europa, en cambio, es que los griegos están votando a favor o en contra del euro.
La apuesta de Tsipras coloca a Grecia en territorio inexplorado. Hoy, Grecia dejará de ser parte del paquete de rescate internacional por primera vez en más de cinco años puesto que el programa expira. Un alto funcionario heleno confirmó el lunes que el país no pagará el crédito de 1.550 millones de euros que le debe al FMI y que vence el 30 de junio, algo que la suspensión de las negociaciones hizo inevitable.
Si Grecia se atrasa en sus pagos al FMI, pueden aumentar las dudas sobre la solvencia del país y la salud de los bancos griegos y los activos que usan como aval para obtener créditos del BCE. No obstante, luego de limitar en no más de 89.000 millones de euros el financiamiento de emergencia que provee a la banca griega, es poco probable que el BCE vuelva a apretar las clavijas, en especial si se considera que ya se impusieron controles de capital.
Ello obligaría a la entidad a asumir un papel político, algo que ha estado tratando de evitar a toda costa en los últimos meses.
De no obtener financiamiento adicional, Grecia podría tener que emitir su propia moneda para impedir el colapso de la economía, la banca y el sector estatal, advierten economistas.
—Viktoria Dendrinou y Naftali Bendavid contribuyeron a este artículo.
The Wall Street Journal