El frenesí de emisiones de acciones y bonos podría ser un mal augurio
En los precisos momentos en que los mercados financieros se recuperaban de los efectos de las batallas fiscales en Washington, una avalancha de emisiones de acciones y bonos ha encendido una nueva señal de alerta.
Muchos no lo consideran un problema. Al contrario, no pueden ocultar su entusiasmo, como quedó de manifiesto la semana pasada con la salida de bolsa de US$2.100 millones de Twitter Inc. El proceso impulsa el emprendimiento y las emisiones de valores generan enormes ganancias para las firmas de corretaje.
Sin embargo, las emisiones gigantescas de la actualidad podrían ser una señal de que los mercados se están sobrecalentando y que se avecinan descensos. Es por eso que algunos inversionistas experimentados no estaban celebrando durante la fiesta de Twitter.
"No me extrañaría que se produzca una corrección del mercado. No creo que a nadie le sorprenda", dice Michael Farr, presidente de Farr, Miller & Washington, una firma estadounidense que administra más de US$950 millones. Una corrección alude a una caída de entre 5% y 15%, menos severa que el declive de 20% que indicaría un mercado bajista.
Las compañías se están peleando para emitir acciones y bonos y aprovechar el alza de los mercados, explica. Los emisores están aferrándose a los términos actuales antes que los mercados cambien de ánimo, lo que hace que los inversionistas experimentados se pregunten: si el llamado "dinero inteligente" está vendiendo, ¿deberíamos estar comprando?
Las compañías estadounidenses han colocado en el mercado US$51.000 millones en ofertas públicas iniciales (OPI) en lo que va del año, según el proveedor de datos Dealogic. Se trata de la mayor cantidad desde 2000, cuando en el mismo período se emitieron US$63.000 millones en acciones. Ese fue el año en que estallaron las burbujas de empresas tecnológicas y de salidas a bolsa.
Nuevas emisiones de compañías que ya cotizan en bolsa han sido incluso mayores, superando los US$155.000 millones este año. Se trata de la cifra más alta para los primeros 10 meses del año desde 1995, cuando Dealogic comenzó a compilar estos datos.
No se trata únicamente de la renta variable. Las emisiones de bonos corporativos de Estados Unidos han superado los US$911.000 millones, otra cifra récord según Dealogic. La emisión de deuda de empresas en los mercados emergentes ha superado los US$802.000 millones, ligeramente por debajo de los US$819.000 millones del mismo lapso del año anterior, un máximo histórico.
Todo esto refleja las alturas a las que han llegado los mercados.
El índice S&P 500 ha subido 28% en apenas 52 semanas. El viernes cerró a 1.770,61 puntos, a un paso del récord de 1.771,95 unidades que alcanzó en octubre.
La situación de los bonos es un poco diferente. Los emisores han acudido de prisa al mercado ante los temores de que las decisiones de la Reserva Federal eleven pronto las tasas de interés a largo plazo. Cuando la Fed postergó la reducción de su plan de estímulo económico durante la reciente crisis en Washington, las tasas de interés cayeron y los precios de los bonos se dispararon. Las empresas aprovecharon la oportunidad para emitir bonos a tasas bajas.
El viernes, sin embargo, se publicó un informe de creación de empleo en EE.UU. que fue más robusto de lo previsto, con lo que volvieron a aflorar las expectativas de que la Fed reduzca el estímulo pronto. Eso elevó las tasas de interés a largo plazo y llevó a algunos a concluir que las tasas de interés excepcionalmente bajas y los altos precios de los bonos están llegando a su fin.
El auge de las emisiones de acciones y bonos no significa necesariamente que los mercados están a punto de derrumbarse. Los inversionistas han demostrado en otras ocasiones que pueden empujar a los mercados a los extremos.
"Antes de llegar a un máximo del mercado bursátil tenemos que ver un exceso de excesos. Un divorcio real entre los fundamentos y los precios de las acciones", advierte Farr. Las cosas aún no llegan a tal extremo, agrega.
El S&P 500, por ejemplo, está cotizando en cerca de 19 veces las ganancias de las empresas que lo componen en los últimos 12 meses. La cifra está por encima del promedio histórico de 16, pero por debajo del rango de entre 20 y 30 que se alcanzó antes de los recientes mercados bajistas.
Eso no calma los temores de James Barksdale, presidente de Equity Investment Corp., una firma que gestiona US$4.100 mi-llones. Barksdale divisa otras señales de riesgo, como el que las acciones de empresas pequeñas con finanzas débiles tengan un mejor desempeño que compañías más grandes y seguras.
Jay Ritter, profesor de finanzas de la Universidad de Florida, calcula que 62% de las salidas a bolsa de este año han sido de compañías que arrojan pérdidas. Ese es el nivel más alto desde que comenzó a compilar los datos, en 1975, exceptuando 1999 y 2000, años de apogeo de la burbuja tecnológica. El promedio de la década anterior fue de 47%.
Pero todo este incremento se debe a un auge en las salidas a bolsa de empresas biotecnológicas, dice. A diferencia de la burbuja de las puntocom, "no advertimos muchas compañías marginales saliendo a bolsa". Según Ritter, aún es prematuro para preocuparse.
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