El FMI y un ensayo sobre el tiempo (difícil) que Milei parece decidido a atender
El organismo advirtió sobre las consecuencias, sociales, fiscales y económicas, que podría tener una recesión prolongada; dijo que la “demora” en la aprobación de la ley bases podría comprometer el plan y habló de una caída de 3,5% del PBI en 2024
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Parece una paradoja. Hace unas semanas, el presidente Javier Milei era la portada de la prestigiosa revista Time. Los principales kioscos del planeta mostraban en uno de sus productos estrellas la mirada de lobo del Jefe de Estado. Time, en castellano, se traduce tiempo.
Más allá de que la humanidad lleva miles de años en un infructuoso esfuerzo por definirlo, el tiempo se ha tornado en una variable a mirar en la política económica argentina. Hay bastante acuerdo entre la filosofía que fue San Agustín uno de los primeros que se dedicó a pensar sobre el asunto. Hablaba de pasado, presente y futuro. Jorge Luis Borges, a su vez, contaba que la gran paradoja resulta definir que es el presente ya que para adelante y para atrás, las referencias a lo hecho o a los planes que vendrán inmediatamente anclan el concepto. Utilizaba otras palabras, y un desarrollo sofisticado, claro está.
Justamente, las advertencias sobre el paso el tiempo es lo que recorre gran parte del análisis que el staff técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI) le presentó al directorio, a propósito de la octava revisión del Acuerdo. “La actual recesión económica podría prolongarse más y el proceso de desinflación podría resultar más persistente, provocando penurias prolongadas e intensificación de las tensiones sociales, incluso con el refuerzo del gasto social”, dice, en uno de los párrafos principales el extenso documento de 110 páginas.
La cuestión que plantea el organismo es, básicamente, la misma que se escucha en cuanta mesa de economistas, políticos, politólogos o funcionarios se arme: “Qué se llega primero: el fin de la paciencia de una sociedad que mayoritariamente ha entregado un crédito al Gobierno o el principio de la reactivación”. Una cuestión de tiempo que nadie se atreve a contestar.
Ese conflicto es el que el FMI plantea. Podrá decir el lector que el organismo sólo mira planillas de cálculos desde unas oficinas en el centro de Washington. Sin embargo, desde su óptica, una recesión prolongada tendrá efecto en aquellas desalmada casillas de la planilla. De hecho habla de tensiones sociales, aumento del gasto y, consiguientemente, la amenaza a los números fiscales.
No es la única referencia al tiempo. De hecho, Gita Gopinath, gerente del banco internacional, mira con atención la demora que hay en la aprobación de la Ley Bases y del paquete fiscal. “Mayores retrasos en la obtención de la aprobación del Congreso de los paquetes fiscal y estructural también podrían obstaculizar los esfuerzos de estabilización y requerirían que se tomen fuertes medidas compensatorias bajo el control del Ejecutivo”, se lee en el trabajo.
El retraso en los tiempos del programa en el parlamento argentino generará, según creen en el organismo, la obligación del Gobierno de compensar esos ingresos que no le fueron entregados por los legisladores, como Ganancias o Bienes Personales, por otros que saldrían de una mayor quieta de subsidios o un alza de otros impuestos. El temor, claro, que el fin de la paciencia llegue antes que la reactivación.
Ahora bien, si como dijo San Agustín reflexionar sobre le asunto es ir sobre el pasado el presente y el futuro, pues el FMI también ha transcurrido ese camino.
Respecto de lo que se ha hecho, pues la nota es aprobada. Se habla de que la inflación bajó más rápido de lo previsto –corrigió las proyecciones de 150 a 139,7% para el año–, o que a partir de abril se aprecian “varios indicadores” que apuntan hacia una “posible estabilización”. También refiere a que se lograron avances sustanciales en alcanzar el equilibrio fiscal. El pasado, lo hecho, saca una nota de aprobado.
Peor empiezan las advertencias cuando se pasa al futuro ya que dice que debe haber prioridad para mejorar aún más la calidad de la consolidación fiscal”.
Ahora bien, dicho esto, cabe preguntarse qué pasa en el presente. Y es ahí donde Javier Milei ahora atiene puesta la atención. Qué sería el presente cuando de política se habla. Imposible definirlo en una nota periodística, pero a riesgo de torpeza, bien podría equiparase a la gestión, el arte de hacer aquí y ahora; de mover el Estado constantemente.
Ese punto, es que el Milei intenta destrabar con varios movimientos políticos, con fuerte impacto en la economía. La salida del Jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el anuncio de Federico Sturzenegger como ministro son dos partes de un mismo plan: poner un mojón tras la salida de las leyes del Congreso y disponer de una administración diseñada para funcionar a otra velocidad.
Está claro que una advertencia sobre los tiempos cuando viene del principal acreedor del país no es para pasar por alto. Sin embargo, es lo que varios le advierten al Gobierno. Lo bueno es que Milei parece haber tomado nota del asunto. Por ahora, a tiempo.
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