El FMI aprobó la flexibilización del programa económico y liberó un nuevo giro por US$5400 millones
Fuentes del Banco Central confirmaron el nuevo desembolso del organismo, que redundó en una suba de las reservas de US$2500 millones como efecto neto luego del pago de un vencimiento
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WASHINGTON.- El Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó la última flexibilización de su programa con la Argentina, un alivio crítico para el Gobierno en el prólogo de la campaña presidencial para contener la sangría de reservas y tratar de sostener la frágil estabilidad de la economía, muy sacudida por la sequía.
El Directorio Ejecutivo del Fondo aprobó este viernes en Washington la cuarta revisión del Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, según sus siglas en inglés) de la Argentina, confirmó el organismo en un escueto comunicado. La decisión liberó de manera automática un nuevo desembolso por US$5400 millones, que elevó el total de fondos recibidos en el marco del programa vigente, aprobado hace un año, a casi 29.000 millones de dólares.
Por el impacto de la sequía, el Gobierno solicitó al Fondo una reducción de la meta anual de acumulación de reservas para este año. Aunque el Fondo no brindó detalles en su comunicado –el tradicional comunicado fue postergado, sin motivo aparente-, la aprobación por parte del board del acuerdo técnico entre el staff y el Gobierno, anunciado días atrás, indica que el pedido fue aceptado. El Fondo había descartado en varias ocasiones alterar las metas del programa, pero ahora no tuvo más remedio que avalar una nueva modificación –las metas trimestrales ya se habían cambiado antes– ante el duro impacto de la sequía, y la amenaza de que una devaluación aguda exacerbe la inflación –que ya está arriba del 100% anual–, aumente la pobreza y deteriore aún más la situación social en un año ya de por sí caldeado.
Con todo, el impacto del giro en las reservas del Banco Central fue inferior al desembolso. El motivo es que el dinero enviado por el Fondo termina eventualmente encontrando su camino de regreso a Washington cuando se realizan los pagos de los vencimientos de la deuda por alrededor de US$45.000 millones que tomó la administración de Mauricio Macri. De hecho, fuentes del Banco Central confirmaron a LA NACION que el nuevo giro del Fondo redundó en una suba de las reservas de US$2500 millones como efecto neto luego de un pago al organismo.
La aprobación del board llegó luego de que se supo que el Banco Central tuvo que vender en marzo el mayor volumen de reservas desde marzo de 2018, cuando comenzó a ganar volumen la corrida cambiaria que forzó al gobierno de Macri –también golpeado por la sequía de ese año– a regresar al Fondo. El Central cerró su peor primer trimestre en intervenciones de los últimos 20 años. Uno de los dólares financieros, el CCL, un valor de referencia para el mercado, se consolidó arriba de los $400.
Apoyo político
El nuevo respaldo a la Argentina y a la política económica del Gobierno llegó días después de la reunión que mantuvieron el presidente Alberto Fernández y el de Estados Unidos, Joe Biden, en la Casa Blanca. Pese a ceder otra vez, el Fondo había reiterado en las últimas semanas algunas de las advertencias, ya añejas, acerca de la necesidad de implementar políticas macroeconómicas más “sólidas”, un recurso al que ha recurrido el organismo para dejar en claro que el plan del oficialismo –bautizado por sus críticos como el “Plan Llegar”– es insuficiente para encarrilar la economía y lograr una baja sustancia en el alza del costo de vida.
En el Salón Oval de la Casa Blanca, el presidente Alberto Fernández le había pedido a Biden que mantenga el respaldo en el Fondo y en otros organismos internacionales en medio de la fuerte sequía, la peor en los registros desde 1929, justamente para “llegar” al año entrante. Fernández, quien se mostró como un “aliado absoluto” de Biden, condenó además sin miramientos la “invasión” de Rusia a Ucrania –el Fondo aprobó también este viernes un crédito para el gobierno de Volodimir Zelensky– y ambos coincidieron en que existe una “gran oportunidad” para profundizar el vínculo económico.
Fernández le transmitió a Biden la necesidad “armar un puente que nos permita llegar al año entrante” y transcurrir los próximos meses con “más tranquilidad”.
El ministro de Economía, Sergio Massa, viajó a Washington para sumarse a la comitiva presidencial y se reunió en el Fondo con la número dos, Gita Gopinath, quien presidió la reunión del board porque Kristalina Georgieva viajó esta semana a China. Massa viajó de regreso a la Argentina –previo paso por Miami, donde brindó una charla en la cumbre Priority, que reúne a líderes globales, funcionarios, académicos y empresarios– con la certeza de que este año conseguirá nuevos fondos frescos de los organismos multilaterales por alrededor de US$3000 millones, uno de los pilares de la estrategia del Palacio de Hacienda para evitar un desmadre mayor en la economía.
Además de esa inyección de liquidez, Massa también anunciará un tipo de cambio más alto para alentar la liquidación de productos agroindustriales y de las economías regionales, un dólar “agro”, heredero del dólar soja. El Fondo se había opuesto originalmente a esa medida, pero ante el golpe de la sequía, terminó aceptándola para sumar reservas a las alicaídas arcas del Banco Central.
El aval a las medidas hetedoroxas que ha implementado el Gobierno y la eventual flexibilización del programa vuelven a reafirmar la notable predisposición que ha tenido el Fondo para acurrucar a la Argentina. Quienes mejor conocen la historia del Fondo en Washington señalan que desde hace rato el organismo se ha mostrado más flexible que en los 80 o los 90. Pero también colocan el programa vigente con la Argentina en otra dimensión: es muy difícil encontrar otros programas donde se haya otorgado un margen semejante. El programa con el Fondo ha sido duramente criticado por economistas, que lo consideran demasiado “laxo”, y apuntan a la falta de reformas estructurales para atacar los problemas de fondo que el país arrastra desde hace varios años.
La docilidad que ha mostrado el Fondo tiene varias raíces. Pero la crisis de la pandemia del coronavirus y la invasión de Rusia a Ucrania terminaron jugando a favor de la Argentina. En un mundo abrumado por las crisis, es lógico que Estados Unidos y el resto de las potencias del G7, que controlan el directorio del Fondo, busquen evitar más problemas, en particular un default de un soberano con el organismo que vela por la estabilidad de la economía global.
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