“El espejismo de la dolarización”: unos 200 economistas cuestionaron la carta de Javier Milei y alertaron por la hiperinflación
Afirmaron que sería una iniciativa desacertada para hacer frente a los desafíos con que debe lidiar la economía argentina y que podría generar múltiples dificultades de cara al futuro
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En un duro documento, unos 200 economistas y profesores en universidades locales y del extranjero -muchos de ellos reconocidos en la arena pública- cuestionaron el plan de dolarización de Javier Milei, el gran ganador de las PASO, y alertaron por el aumento “absurdo” de la deuda y un posible “estallido” de una hiperinflación. “Las alquimias monetarias no son sustituto adecuado de un firme compromiso con el equilibrio de las cuentas públicas”, advirtieron.
La carta advierte, tomando los ejemplos de Ecuador y El Salvador, además, por la dificultad de revertir la dolarización en el futuro. “La dolarización de la economía es un espejismo que hay que evitar”, estimaron los especialistas.
La semana pasada, Milei ratificó su plan de dolarización y dijo que se haría a precios de mercado, pese a que sus colaboradores más cercanos, como Carlos Rodríguez, Diana Mondino y Darío Epstein, mostraron cuáles son las dificultades de llevar a cabo ese plan inmediatamente. En tanto, Juan Nápoli, candidato a senador de La Libertad Avanza, también releyó el plan del libertario de “incendiar” el Banco Central (BCRA) y habló de eliminar su función de política monetaria.
“Los economistas obviamente tenemos diálogo y surgió de la inquietud de los que tal vez tenemos la posibilidad de conversar técnicamente con varios. Ese es el espíritu académico. Entonces, los que estamos más en la academia decidimos que había que hacer algo. Fue bastante parecido a cuando se cruzó una línea marcatoria, en 2007, cuando sacamos también un comunicado muy amplio con el tema del Indec. Es, más o menos, el mismo grupo de gente que lo estuvo motorizando”, contó a este medio uno de los organizadores de la carta.
”Obviamente acá no estamos hablando de algo ilegal necesariamente, como en el caso de lo que ocurrió con el Indec, pero sí de una decisión que, como se dice en el documento, por sus características de irreversibilidad, los costos enormes que hay que pagar para entrar en estas condiciones y, al mismo tiempo, los de salida, porque no tiene cláusula de escape, es una decisión de política que no se puede tomar con la miopía con la que se está tomando y en medio de la desesperación”, agregó.
“Más allá de los matices de cada uno, más allá de las opiniones respecto de las alternativas de política, hay un consenso muy mayoritario respecto a esto; es una mala decisión de política para una economía como la Argentina”, dijo.
La carta está firmada por Santiago Afonso, Hildegart Ahumada, Juan Miguel Arranz, Daniel Aromí, Francisco Ballester, Ivan Baumann Fonay, Luis Beccaria, Ricardo Bebczuk, Roberto Bisang, Damián Bonari, Andrés Borenstein, Diego Bossio, Roberto Bouzas, Miguel Ángel Broda, Marcos Buscaglia, Agustín Campero, Jimena Calvo, Gustavo Cañonero, Ricardo Carciofi, Maximiliano Castillo, Oscar Cetrángolo, Horacio Cepeda, Javier Curcio, Laura D’Amato, Carlos Dabus, Ricardo Delgado, Néstor De Cesare, Marina Dal Poggetto, Ariel Dvoskin, Alejandro Einstoss, Pedro Elosegui, Jose María Fanelli, Roberto Frenkel, Federico Filippini, Federico Forte, Nicolás Gadano, Leonardo Gasparini, Pablo Gerchunoff, Javier González Fraga, Juan Carlos Hallak, Victor Iajya, Juan Pablo Jiménez, Daniel Kampel, Jorge Katz, Sebastian Katz, Miguel Kiguel, Saul Keifman, Bernardo Kosacoff, Daniel Kostzer, Eduardo Levy Yeyati, Juan Jose Llach, Pedro Lines, Emiliano Libman, Silvia London, Andrés López, Jorge Lucángeli, Jose Luis Machinea, Jose Luis Maia, Daniel Marx, Roxana Maurizio, Ariel Melamud, Sebastián Menescalid, Jerónimo Montalvo, Gabriel Montes Rojas, Fernando Navajas, Javier Okseniuk, Iván Ordoñez, Gabriel Palazzo, Rodrigo Pena, Pablo Agustín Pero, Federico Poli, Diego Petrecolla, Alberto Porto, Adrián Ramos, Martín Rapetti, Carlos Romero, Guillermo Rozenwurcel, Luis Secco, Paula Szenkman, Lorenzo Sigaut, Daniel Sticco, Matias Surt, Gustavo Svarzman, Danilo Trupkin, Santiago Urbiztondo, Carlos Winograd, Jimena Zuniga, entre otros.
“Nuestro país se encuentra, una vez más, atravesando una difícil encrucijada: un estancamiento que lleva ya más de una década -que es, en realidad, una fuerte caída del ingreso por habitante - y un cuadro de crecientes desequilibrios macroeconómicos y descontrol inflacionario, con registros que ya se ubican en los dos dígitos mensuales”, comienza la carta firmada por los economistas a la que accedió LA NACION. “La inestabilidad y la falta de crecimiento están en la base de la veloz expansión de la pobreza y de la desigualdad que afectan a nuestra sociedad”, se estimó.
Luego afirma que el principal desafío de la próxima administración será estabilizar la economía como una condición necesaria para recuperar el crecimiento. Y recuerda que, en el marco de las propuestas de campaña presentadas por los diferentes candidatos a la presidencia, se empezó a considerarse en la discusión pública “la posibilidad de que la Argentina cierre su Banco Central y adopte el dólar estadounidense como única moneda de curso legal”.
“Quienes firmamos este documento (...) consideramos que un intento de dolarización formal sería una desacertada iniciativa de política para hacer frente a los complejos desafíos con que debe lidiar la economía argentina. Aunque la promesa de contar con una moneda estable ha generado seguramente la esperanza de amplios sectores de la población castigados por la continua erosión del poder adquisitivo de sus ingresos, la experiencia internacional y la propia situación de nuestra economía indican que la propuesta en cuestión está lejos de ser una panacea y que, por el contrario, podría generar múltiples dificultades para nuestro desempeño inmediato y futuro”, advirtieron.
Los economistas marcan un primer obstáculo clave: “Carecemos de los dólares necesarios para rescatar la base monetaria y ofrecer un respaldo razonable a los depósitos bancarios”. Luego aclaran: “Las propuestas existentes para reparar esta escasez de divisas suponen incrementos absurdos de la deuda pública que comprometerían aún más la percepción de insostenibilidad de las finanzas gubernamentales. La única alternativa, entonces, sería dolarizar a un tipo de cambio tan elevado que provocaría una espiralización adicional de la inflación como consecuencia del colapso de la demanda real de dinero que presumiblemente gatillaría el solo anuncio de avanzar en esa dirección. Provocar un estallido (hiper)inflacionario no parece un comienzo muy auspicioso para ‘estabilizar’ la economía”.
Pero además explicaron que, aun en “régimen” y luego de pagados estos innecesarios y enormes costos iniciales, el funcionamiento del esquema de dolarización “es enteramente inapropiado para las características de una economía compleja y muy poco correlacionada con el ciclo macroeconómico estadounidense como la argentina”.
“Aunque la credibilidad brindada por el ancla monetaria podría provocar una eventual convergencia en algún momento a los registros inflacionarios de EEUU, el funcionamiento macroeconómico estaría plagado de rigideces y dificultades. Con escasa flexibilidad nominal, inexistente integración con los mercados de factores del emisor de la moneda y ausencia de transferencias fiscales compensatorias, la ocurrencia de shocks externos adversos nos sometería a recurrentes períodos recesivos y de elevado desempleo con vistas a recuperar competitividad externa, tal como ocurrió en el final del régimen de Convertibilidad y como muestra la evidencia de los países de la región que han dolarizado recientemente”, dijeron.
Además, indicaron que más lejos en el tiempo, una de las mayores falencias de los esquemas de patrón oro era su rigidez para lidiar con la fase descendente del ciclo, provocando una dolorosa contracción deflacionaria.
El ajuste fiscal inevitable
“Del lado fiscal, debe sumarse el hecho de que las alquimias monetarias no son sustituto adecuado de un firme compromiso con el equilibrio intertemporal de las cuentas públicas”, indicaron en un reparo similar al que el Fondo Monetario Internacional (FMI) dejó entrever durante la última semana en una entrevista al diario El País.
“En efecto, el esquema se basa en la fantasía de que -eliminada la posibilidad del financiamiento monetario- el gobierno estará obligado a equilibrar inmediatamente su presupuesto, algo que también desmienten nuestra propia experiencia pasada y, por ejemplo, el caso de Ecuador que ha experimentado ya un par de episodios de default desde que adoptó el dólar como moneda. Otro tanto ocurre en el caso de El Salvador -una economía pequeña y en principio más asociada al ciclo norteamericano- pero que, sin embargo, exhibe recurrentes problemas fiscales, una deuda con una trayectoria insostenible y que, en un contexto de irresuelta fragilidad, ha reformado recientemente su sistema de pensiones a cambio de financiamiento de corto plazo, comprometiendo su sustentabilidad intertemporal”, ejemplificaron.
“Por último, aunque no menos importante, cabe considerar que la dolarización formal de una economía es muy difícilmente reversible por sus elevados costos de salida”, advirtieron los especialistas, que opinaron que el “chaleco de fuerza” de la dolarización termina siendo una debilidad y anticiparon la “proliferación de cuasimonedas”.
“Con dificultades prácticamente insalvables para ingresar en las actuales circunstancias (no hay reservas de divisas), sin cláusulas de escape no disruptivas, un desempeño tortuoso ‘bajo régimen’ y sin atacar de manera directa el principal problema que está detrás de nuestra exacerbada inestabilidad macroeconómica (el desequilibrio fiscal), la dolarización de la economía es un espejismo que hay que evitar”, cuestionaron los economistas y cerraron: “Hemos llegado hasta aquí por desatender equilibrios macroeconómicos básicos, despilfarrando alegremente bonanzas de términos de intercambio y condiciones favorables del financiamiento externo. Nada nos distingue esencialmente de otros países de la región que en las últimas décadas han recuperado grados de libertad en el manejo monetario a partir de un creciente compromiso con la disciplina fiscal y el logro de la estabilidad macro/financiera en el marco de una economía crecientemente integrada a los mercados internacionales. No permitamos que, por miopía y desesperación, la difícil situación en que nos encontramos nos lleve a tomar un falso atajo que sólo nos conduzca a una nueva y más dramática frustración”.
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