El empleo de baja calidad es el mayor en una década
La suma de los problemas de trabajo alcanza al 60% de la fuerza laboral; el fenómeno se debe a la no creación de nuevos puestos, el deterioro de los ya existentes y la caída de las remuneraciones
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Cada crisis económica en la Argentina va dejando consecuencias más graves sobre la población, con lo que los problemas, lejos de solucionarse, se agrandan. Eso es lo que sucede en el aspecto laboral, donde la falta de inversiones genuinas en el país y las dificultades para la creación de puestos de trabajo formales, ha llevado a que este año el empleo de baja calidad sea el más alto en una década.
Al analizar la composición de la población económicamente activa durante el período 2010-2022, es evidente que no sólo el sistema productivo es altamente heterogéneo, sino también la estructura social del trabajo.
Un estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) muestra que la participación de la suma del desempleo y las subocupaciones inestables vienen subiendo casi ininterrumpidamente, alcanzado este año al 32% de la población económicamente activa. Si a ellos se les suman los trabajos regulares, pero precarizados (28%), la suma de los problemas de empleo alcanza al 60% de la fuerza de trabajo (12 millones de trabajadores). De tal forma que sólo el 40% de la población económicamente activa cuenta con un trabajo decente o digno.
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la UCA, comentó que, tanto la inflación como el aumento de la pobreza, dos de los flagelos que azotan al país, son emergentes de esta no creación de nuevos empleos, del deterioro de los existentes y de la caída de las remuneraciones. “Esto no solo se debe a la puja distributiva en un contexto inflacionario, sino a la falta de inversiones que multipliquen la demanda de empleos”, opinó el especialista.
Según Salvia, estas inversiones que multipliquen la demanda de empleos solo la podría venir por el lado de las pequeñas y medianas empresas, pero hoy por hoy, estas no parecen incentivada a ello. “De ahí que la demanda agregada de trabajo deviene de los trabajos que sí logra autogenerar la economía informal de subsistencia o la llamada economía social. De muy baja productividad económica, pero de muy alta productividad social para los sectores más pobres”, concluyó el sociólogo.
Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), destacó que en general en la Argentina el 50% del empleo es formal y el otro 50% informal. “Esa mitad informal está conformado por 35% de formal registrado en empresas privadas y 15% de empleo público. La otra mitad está compuesta 50% por asalariados informales, o sea en negro, y otro 50% cuentapropistas, que aunque esté inscripto en el monotributo, es un informal desde el punto de vista de que tiene baja remuneración y empleo precario. Lo que ahora se empieza a ver es que este empleo informal o cuentapropista está empezando a ser más que los formal”, comentó el especialista.
Esta fuerte segmentación laboral se vincula estrechamente con la pobreza crónica y su aumento a lo largo de más de una década. Según el análisis de la UCA, en los hogares pobres, menos de 2 de cada 10 trabajadores logran acceder a un empleo pleno, mientras que, en los hogares no pobres, aunque en descenso, más de 5 de cada 10 trabajadores lo logra. “Si bien, debido a la inflación, crece el fenómeno de los trabajadores pobres de manera generaliza a partir de 2018, en los sectores micro informales y de la economía social, su empobrecimiento es previo, ya se inicia en 2012″, se agrega.
El ciclo de estancamiento iniciado en 2013 provocó un incremento de la pobreza de ocupados, que llegó a 18,1% tras el estancamiento y el alza inflacionaria iniciada en 2016. A partir de la crisis de 2018-2019, profundizada por la pandemia de covid-19 (más de 31% si se considera a los cesanteados), la pobreza de trabajadores se ha instalado en un nuevo nivel estructural: 29,8% en 2022.
Lo peor de esta situación es que, según proyectan los analistas consultados, hay muchas dificultades para revertirlas. “Los hijos de los informales no están terminando la secundaria o cuando la terminan tienen baja calidad educativa, por la crisis de la escuela estatal. Es decir, que los hijos de los informales van a ser informales, porque no van a estar preparados para el mercado laboral formal. Revertir este mercado dual donde hay una mitad formal y una mitad en negro va a llevar décadas”, estimó Colina.
El economista Claudio Caprarulo, de la consultora Analytica, señaló que el fenómeno de la precarización del trabajo es un problema estructural de la economía argentina, relacionado con la inestabilidad macroeconómica. “Con la misma legislación laboral, principalmente hasta 2008 se creaba empleo de calidad, pero, por el contrario, vemos que la recuperación de la economía en la pospandemia muestra lo opuesto. El crecimiento de sectores como comercio, industria y construcción se da con aumentos en la tasa de informalidad”, subrayó.
En opinión de Caprarulo, estabilizar la macroeconomía es el primer paso para pensar en recomponer el mercado de trabajo. “En segundo lugar, se deberán pensar esquemas de contratación que se adapten a las particularidades de cada sector, por ejemplo el del software y la economía popular”, sugirió el economista.
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