Coronavirus: el Ejército combate el hambre en el mayor bastión kirchnerista
La cuarentena por el coronavirus está entregando imágenes inauditas. Ciudades desiertas, playas públicas invadidas por animales, un hospital de campaña en el Central Park, la bendición urbi et orbi del Papa ante una Plaza de San Pedro vacía, robots que reparten barbijos. Anteayer, sin mucho espamento, se agregó a esa galería una foto que también está fuera del registro habitual: la llegada del Ejército a La Matanza para distribuir comida.
Sí, los militares empezaron a desplegarse en el mayor bastión peronista del país, corazón del conurbano profundo. En un territorio en el que nadie manda más que Cristina Kirchner, el brazo del Estado para combatir el hambre son las Fuerzas Amadas.
El Ejército llevó una misión de 110 efectivos, 21 camiones, vehículos livianos, trailers, cocinas. La iniciativa se está replicando en Quilmes y seguramente se extenderá a otros partidos. Como el contingente fue desprovisto de armas, de su seguridad se ocupa la Policía Bonaerense. Soldados custodiados por policías en uno de los distritos con peores índices de criminalidad. Años atrás, una comisaría sobre la calle Da Vinci, en Gregorio de Laferrère, tuvo que bajar la cortina y mandarse a mudar: ya había sido atacada varias veces.
En manos del PJ sin interrupciones desde que el país volvió a las urnas, hace 37 años, La Matanza es el partido más extenso del GBA (330 kilómetros cuadrados) y el más poblado, con 2,4 millones de habitantes, de los cuales al menos el 40% son pobres. Tiene unas 120 villas y asentamientos, muchos de ellos colonizados por el narcotráfico. Vastas zonas están apenas un escalón por encima de los barrios más marginales, y se calcula que el 50% de las calles del distrito son de tierra.
Reino de caudillos y exacerbado clientelismo político, de corrupción y mafias, anteayer vio llegar el convoy militar por avenidas en las que todavía sobreviven grafitis de la última campaña: "Macri, basura, vos sos la dictadura". Cuando era gobierno, el macrismo apostó fuerte con la construcción de un Metrobus de 16 kilómetros sobre la ruta 3, columna vertebral del partido, y la instalación de cloacas y agua corriente, dos servicios que alcanzan apenas a una exigua minoría. María Eugenia Vidal, de origen matancero, solía decir que ahí estaban sus mayores desvelos.
Pero nada alcanzó para compensar el derrumbe económico que sobrevino en la Argentina a partir de 2018, de consecuencias particularmente extremas en ese conurbano postergado y feroz. En las elecciones de octubre del año pasado, la fórmula presidencial del Frente de Todos se impuso en La Matanza con el 64% de los votos. El viejo feudo peronista tuvo ese día mucho para festejar: con porcentajes similares triunfaron allí Kicillof-Magario (última intendenta) y, para el gobierno local, Fernando Espinoza, un barón entre los barones del GBA, que está en su cuarto mandato. A Espinoza y a Magario se les debe que plazas, calles, edificios y hasta un organismo municipal lleven el mismo nombre: Néstor Kirchner. También se llama así un enorme hospital inaugurado por Cristina en 2011 en Laferrère, poco antes de las elecciones generales de ese año. Pero el mismo día tuvo que cerrar sus puertas, porque no estaba terminado. Nunca se volvieron a abrir.
El "shopping del paco"
El Ejército distribuirá 24.000 raciones diarias de comida en las áreas más vulnerables. Parte del contingente se estableció en el campo de deportes de la parroquia San José, frente a la villa Puerta de Hierro, "el shopping del paco": uno de los rincones más tenebrosos e intimidantes de la provincia. Allí se vive en condiciones de hacinamiento y desamparo, bajo el fuego de transas y con un Estado virtualmente ausente. O presente, como mucho, a través de una expresión marginal y controvertida, pero eficaz: los punteros, todoterrenos que conocen los barrios y su gente, y que, por fuera de las instituciones, distribuyen planes sociales, changas, remedios y hasta el cajón que necesita una familia para enterrar a su abuelo.
Hoy anfitriona de la misión humanitaria del Ejército, la parroquia San José, al mando de la cual está el cura villero Nicolás Angelotti, hasta hace poco era apenas una capillita del barrio 17 de Marzo, vecino de Puerta de Hierro y de la otra gran villa de Isidro Casanova: San Petersburgo. Los tres asentamientos conforman lo que se conoce en La Matanza como "el triángulo de las Bermudas" (30.000 personas), por cuyas callejuelas y oscuros pasillos deambulan chicos zombis de 12 o 13 años y sicarios que matan por una paga de 4000 pesos. Las tropas recién llegadas solo tienen que cruzar la avenida Crovara para conocer ese submundo.
Emprendedor, carismático, astuto para golpear puertas, Angelotti (el "padre Tano" o "el Tano") asumió como párroco a mediados de 2017 y en menos de dos años su comunidad desarrolló, básicamente gracias a aportes privados, el mayor programa de inclusión social del país: un colegio de dos turnos y 600 alumnos (acaba de inaugurarse la secundaria), jardines de infantes, hogares de día para chicos, salas de primeros auxilios, comedores populares, centros de formación de oficios, granja para rehabilitación de adictos, una cadena barrial de medios de comunicación y 16 casas –"Hogares de Cristo"– para adultos solos o en situación de calle, hoy abarrotadas por la estampida que provocó el virus. Lo llaman "pastoral villera", fogoneada por alguien que supo caminar mucho la zona en sus tiempos de arzobispo: Jorge Bergoglio.
El polideportivo en el que anteayer se estableció el campamento base del Ejército es un enorme predio que la parroquia erigió como ámbito de contención, reunión de las familias e integración de barrios históricamente enfrentados. En su estadio cerrado y en sus canchas y quinchos, por los que semanalmente pasan más de 1000 chicos, hoy se ven soldados y tiendas de campaña.
Angelotti, uno de los curas villeros que la semana pasada se reunió con el Presidente en la Quinta de Olivos, venía clamando por una presencia más activa del Estado para paliar la crisis de la pandemia. "El coronavirus –dijo días atrás a LA NACION– nos puso ante una tríada explosiva: falta de trabajo, hambre y gente abandonada, desde abuelos que no saben dónde ir hasta chicos que pululan por las calles". Pero confiaba en que pronto llegarían alimentos. "Eso está asegurado", dijo, aun antes del encuentro en Olivos y del arribo de tropas. Y, efectivamente, el refuerzo empezó a llegar. Los comedores populares de la parroquia, que abrían o al mediodía o a la noche, ahora lo hacen en doble turno, y están distribuyendo 5500 raciones diarias, entre las propias y las del Ejército.
Militares como avanzada contra el hambre en el conurbano más profundo y más kirchnerista. Las imágenes del coronavirus no dejan de sorprender.
Otras noticias de Actualidad
Más leídas de Economía
Últimos registros. ¿A cuánto cotizan el euro oficial y el blue este sábado 23 de noviembre?
Últimos registros. ¿A cuánto cotizan el dólar oficial y el blue este sábado 23 de noviembre?
Cronograma. Quiénes cobran prestaciones de la Anses esta semana
Emprendedor. El secreto de un profesional para aumentar la facturación de una empresa de US$1 a 25 millones de dólares