El dramático número que acorrala a Cristina Kirchner y hace temblar a la coalición
La situación de los ingresos y la avanzada de los precios complican los planes para 2023
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Es un número dramático. Se conocerá entre el lunes y el martes, y volverá a incomodar a Cristina Kirchner, urgida por separarse lo máximo posible del Gobierno que ella misma conformó para que el Frente de Todos siga teniendo competitividad de cara a 2023. La cantidad de trabajadores que, pese a tener ingresos, son pobres volvió a subir en 2022. El número se acercará nuevamente al 30%. Esto implica que tres de cada diez trabajadores no pueden superar ese umbral crítico, fundamentalmente por la aceleración de los precios durante este año.
Se trata de un dato que hará público el Observatorio de la Deuda Social que coordina el sociólogo Agustín Salvia la semana próxima. En 2019, la cantidad de trabajadores pobres llego a ser 27,8%. En 2020, si se consideran a los cesanteados subió a 31,3% en la pandemia. En 2021 bajó a 27,4%. En 2022 se acerca a 30%. El martes, la Universidad Católica Argentina (UCA) difundirá además su dato de pobreza general en una presentación que se realizará en esa casa de estudios.
No es un número inesperado para los expertos. Los salarios privados en blanco caen en lo que va del año 1,3%, mientras que derrapan 1,5% en doce meses. Pero “los de abajo” son los que están peor. Para los trabajadores informales, la licuación inflacionaria es más profunda. Según Idesa, en lo que va de 2022, sus sueldos retroceden 9,8%, mientras que en el último año caen 4,4%. El bolsillo se ha convertido en un verdadero drama.
Una foto panorámica explica el desaliento global. En los cincuenta y siete meses que transcurrieron entre enero de 2018 y septiembre de 2022, según el Iaraf, los trabajadores privados formales perdieron el equivalente a 7,7 sueldos; los públicos, 9,6 salarios y los informales, 12,5 sueldos. Estos últimos perdieron un año completo. Es un espiral de desolación.
También es un síntoma de por qué no alcanzó el rebote económico de 2021, luego de la cuarentena extendida. La gran recuperación laboral fue en el empleo informal y cuentapropista, el sueldo más afectado. El denominado trabajo en negro creció de 31,5% a 37,8% en doce meses en el segundo trimestre de 2022, el peor registro para esa tasa desde 2008.
La canasta básica alimentaria, que marca la indigencia, duplicó su valor en un año, según los datos de octubre del Indec. El experto de la Universidad Di Tella, Martín Rozada, pronosticó que el dato de pobreza del semestre entre mayo y octubre orillaría el 40% (39,7% para ser exactos). El primer rayón al auto de Sergio Massa llegó conocida la indigencia.
El equipo que conduce el ministro de Economía hizo dos promesas. La primera, que el índice de precios al consumidor de noviembre comenzaría con un cinco adelante. Los privados se mantienen en el piso del 6%. Habrá que ver qué dice el Indec el jueves 15. El otro compromiso del tigrense es que la inflación comenzará con un tres adelante en marzo de 2023.
Mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) apoya al ajuste al gasto que realiza Massa (en rigor, la inflación) desde hace cuatro meses y los empresarios ven en el ministro cierta racionalidad y el aplomo político para evitar disrupciones, la situación social comienza a alentar disidencias dentro de la coalición del Frente de Todos.
“No vamos a aceptar si Cristina acuerda para que encabece la fórmula Massa o Alberto”, dijo Juan Grabois en declaraciones radiales en las últimas horas y agregó: “El gobierno traicionó el contrato electoral y le está poniendo la alfombra roja a Larreta”. Cerca del dirigente de UTEP cuentan que suele despotricar siempre con la misma enumeración: “No se banca su política económica y social, su visión geopolítica, ni el FMI, el dólar soja, ni Galperín, ni Manzano, ni Gerardo Morales, ni Filiberti, ni Marijuan”. Grabois lo repite y aclara con dureza: “Le guste o no” a Cristina Kirchner.
Cerca de la vicepresidenta hay un respaldo al ministro con el que se intervino el gobierno a Alberto Fernández. “Massa y Cristina están laburando en equipo todo el tiempo con el tema”, dicen sobre los ingresos. “Sergio está compenetrado en bajar al 3% la inflación”, agregan. Sobre los dichos de Grabois acotan: “Hay mucho cuentapropismo en este espacio”.
Un contexto complicado
Massa deberá dar resultados concretos. Es que no sólo se puso un deadline claro para contener precios. Explicó ante los empresarios del G-6 que la única forma de que el Frente de Todos sea competitivo en las elecciones es bajando la inflación. Lo dicen todas las encuestas. La tarea es titánica: el mercado cree que en 2023 estará cerca del 100%; Massa, en 60%.
Más allá del temor de Cristina Kirchner por la afectación que pueda sufrir su masa de votantes por la licuación de ingresos que se profundiza en el país y sobre todo en el conurbano bonaerense (donde más pobres hay), el apoyo condicionado a Massa existe porque sigue siendo una garantía de estabilidad. El cumplimiento de las metas del tercer trimestre con el Fondo y el nuevo dólar soja sumarán divisas a las reservas del Banco Central (BCRA) para atravesar un fin de año en calma.
Pero el problema no se resuelve. Se patea. Días atrás, la ALyC Aurum recordó que en la primera edición del dólar soja, las cotizaciones financieras (dólar MEP y Contado con Liquidación) tuvieron una reacción alcista siete días hábiles después del momento en que arrancó la liquidación. Eso sería la semana que viene. Es probable que el desembolso del Fondo y un acuerdo de intercambio financiero automático con los EE.UU. posterguen ese efecto.
Un dólar soja entre $230-$240 con ocho millones de toneladas liquidadas derivaría en una emisión monetaria por 0,88-0,94% del PBI, creen analistas financieros. Difícil frenar la inflación con esa montaña de pesos, más allá de la escenificación de congelamientos en la provincia de Buenos Aires con Axel Kicillof y Augusto Costa. Son mensajes para la jefa.
El efecto en los ingresos tiene su correlato en los números que se manejan la política. Con datos de la UTDT y Poliarquía, el prestigioso politólogo Ignacio Labaqui mostró que el Índice de Confianza en el Gobierno hoy, trascurridos 35 meses de gestión, está por el piso. Es el más bajo tanto si se lo compara con los dos gobiernos de Cristina Kirchner y el de Mauricio Macri, como el menor en la gestión de Fernández (23,8%). Por eso, la vicepresidenta encara una lucha política doble frente a las presidenciales del año que viene: como el 85% de los argentinos pide un cambio, debe batallar por ese atributo. “El cambio somos nosotros”, dijo Máximo Kirchner en Entre Ríos. Además, debe elegir su contrario en el espejo, que puede no ser sólo la oposición. Más claramente, para que los argentinos “vuelvan a ser felices” -como prometió- la vice entonces hará hasta la imposible para borrar el tuit con el que designó al Presidente.
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