El dólar recibe una nueva paliza y crece la tensión en los mercados
Los mercados cambiarios, al observar escasas señales de que los gobiernos hayan logrado algún avance durante las conversaciones que mantuvieron el fin de semana pasado en Washington, reanudaron su aparentemente implacable determinación de depreciar el dólar, particularmente con respecto a las monedas de los mercados emergentes.
En las operaciones del jueves, por ejemplo, el dólar australiano alcanzó su mayor nivel con respecto al estadounidense. El rand sudafricano escaló a su mayor nivel en casi tres años y el banco central informó que espera que el flujo de dinero extranjero siga apreciando al rand.
Un informe del Departamento de Comercio, por otra parte, reveló que las importaciones de Estados Unidos crecieron más aceleradamente que las exportaciones en agosto, ampliando el déficit comercial, lo que contribuyó a la presión a la baja sobre el dólar. Esto se suma a la expectativa generalizada de que la Reserva Federal reanudará su programa para imprimir dólares y comprar cientos de miles de millones de dólares en bonos del Tesoro. Mientras más dólares imprima la Fed, más bajo será la cotización de la divisa expresada en euros, yenes o wones coreanos.
Los economistas dentro y fuera de EE.UU. dicen que una caída del dólar y el alza de las monedas de sus principales socios comerciales, especialmente China, es una condición necesaria, pero no suficiente, para rebalancear la economía mundial de modo que no dependa tanto de los consumidores estadounidenses. La otra cara de la moneda, sin embargo, es que el alza de sus divisas lleva a las economías exportadoras a depender más del consumo doméstico, algo a lo que no todos los gobiernos dan la bienvenida.
Los países emergentes están respondiendo a una atemorizante avalancha de capitales que busca escapar de las bajas tasas de interés de los países industrializados. Ese ingreso de capitales refleja el cálculo de los inversionistas que el crecimiento de los mercados emergentes será más rápido que el de los países desarrollados. Los economistas del banco holandés NIBC contabilizan 18 países, desde Israel hasta Brasil y Corea del Sur, que han intervenido para moderar el alza de sus monedas.
El gobierno de Singapur sorprendió a los mercados el jueves al anunciar que dejará que el dólar de Singapur se aprecie a mayor velocidad, en un intento por combatir la inflación y enfriar la economía. La decisión fue interpretada como una señal de confianza en la fortaleza de la economía del país.
"Un movimiento más amplio de los mercados emergentes contra el dólar se está volviendo más aceptable", consideró Steven Englander, jefe de estrategia de mercado cambiario para Citigroup. "Singapur puede estar en la vanguardia en Asia, pero otros pueden seguir el ejemplo", manifestó.
El banco central de Brasil, por ejemplo, compró dólares y vendió reales el jueves para limitar la apreciación de su moneda.
Las autoridades tailandesas, donde el baht acumula un aumento del 10% con respecto al dólar en lo que va corrido del año, evalúan nuevas medidas para controlar el ingreso de inversiones especulativas del extranjero, conocido como capital golondrina.
El país ya impuso un impuesto a las compras de bonos tailandeses.
La renuencia de China a permitir la apreciación del yuan frente al dólar mientras suben las divisas de sus vecinos, está causando fricciones. Funcionarios del gobierno japonés, por ejemplo, han criticado a Corea del Sur, cuya intervención ha impedido que el won se aprecie de una forma parecida a la del yen, lo que pone a los exportadores nipones en desventaja.
A su vez, los 16 países que comparten el euro ya no pueden dejar que sus monedas fluctúen las unas con respecto a las otras, para bien o para mal.
"La ausencia de ajuste en los tipos de cambio ha complicado las cosas", dice un estudio del Fondo Monetario Internacional, que subrayó que el déficit comercial italiano con respecto a Alemania, que es una potencia exportadora, se ha quintuplicado en la última década.
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