El dinero detrás de la tragedia de los migrantes
La muerte en el Mar Mediterráneo de más de 1.000 inmigrantes con destino a Italia la semana pasada es el resultado de una operación de contrabando de personas que está a cargo de milicias libias, jefes tribales y bandidos comunes, dijeron agentes del orden y grupos de ayuda a inmigrantes.
Las autoridades de la Unión Europea se comprometieron a intensificar sus esfuerzos para acabar con un negocio que mete personas desesperadas en embarcaciones desvencijadas y las manda a navegar en la ruta de migrantes más mortal del mundo. Pero el colapso económico de Libia y la carrera en la que se hallan milicias y tribus para encontrar fuentes de financiamiento en ese país complican enormemente los esfuerzos de las autoridades europeas para combatir con efectividad ese tráfico, dijeron fuentes oficiales en Libia y Europa.
Varios grupos armados de Libia promocionan agresivamente sus servicios a los potenciales migrantes del África subsahariana y de Siria que buscan huir de los conflictos de sus respectivos países, y presentan el colapso del orden establecido en Libia como una oportunidad única para hacer la travesía hacia Europa, dice Arezo Malakooti, director de in-vestigación de inmigración para Altai Consulting, una consultora con sede en París que trabaja con la Organización Internacional para las Migraciones y otros grupos relacionados con este tema.
"Las ganancias generadas por el tráfico humano han creado un nuevo equilibrio de poder en el Sahel [la región semiárida que se extiende entre el sur de Mali y Sudán] y en Libia", dice Martes Reitano, jefa de la Iniciativa Global Contra el Crimen Organizado Transnacional, con sede en Ginebra.
Integrantes de la etnia sahariana tubu, por ejemplo, están haciendo una fortuna, dice Reitano, quien estima que los jefes tribales reciben semanalmente US$60.000 de los migrantes de África Occidental que quieren comprar un pasaje en las camionetas todo terreno que los lleva a Agadés, una ciudad importante en Níger, y de allí a Sabha, en el centro de Libia, para seguir a la costa norte del país, donde embarcan hacia Italia y Malta.
Las ganancias son tales que tribus en guerra cooperan para conseguir el paso de los migrantes de un tramo a otro de la ruta.
En Sabha, miembros de los tubus, alineados con el gobierno libio reconocido internacionalmente, entregan su carga humana a miembros de Ould Slimane, una comunidad árabe alineada con el gobierno islamista rebelde en Trípoli, según un activista local y un funcionario de seguridad occidental. Algunos miembros de Ould Slimane y otros grupos llevan su cargamento hu-mano a los puertos mediterráneos de Zuara y Zauiya, controlados por milicias islamistas.
A veces, las tribus luchan entre sí por el control de las lucrativas rutas. Por ejemplo, los tuaregs, un pueblo bereber, están enfrentados a los tubus por este tema, dice Reitano. Algunos tuareg han estado asociados con el crimen en el pasado, secuestrando europeos a los que luego vendían a la milicia yihadista de Al Qaeda en el Magreb islámico para finalmente hacer de intermediarios para rescatarlos, dicen funcionarios de EE.UU.
Los contrabandistas facilitan el traslado de los migrantes desde Ghat, controlada por los tuaregs, a ciudades de Awbari y Sabha, en el nordeste. Este es un viaje peligroso, ya que los tubus, una minoría étnica históricamente oprimida, están en guerra con los tuareg por el control del contrabando humano, dijo Mustapha Orghan, un activista que ha colaborado con orga-nizaciones humanitarias.
Orghan agrega que Ghat, un pueblo del sur de Libia cerca de la frontera con Argelia, donde él vive, es el punto de entrada de los inmigrantes en Argelia. Allí, dijo, "los inmigrantes africanos son vendidos de un traficante a otro".
El tráfico, indicó, se ha vuelto más lucrativo desde que el caos de Libia redujo drásticamente las fuentes tradicionales de ingresos en la región, como el petróleo fuertemente subvencionado, los alimentos y otros bienes argelinos.
En Sabha, hombres y mujeres suelen trabajar meses como obreros o en el servicio doméstico para ganar los casi US$1.000 que cuesta la travesía hasta la costa norte de Libia. Cuando no hay demanda de trabajadores en Sabha, los contrabandistas los llevan a ciudades más al norte y al oeste por 700 dinares libios, unos US$500.
Ismail, un inmigrante africano que no quiso dar su nombre completo ni su nacionalidad, intentó cruzar a Europa tres veces en las últimas semanas. No pudo hacerlo debido al hacinamiento y a las averías de las embarcaciones de plástico barato que suelen ser empleadas para trasladar a los inmigrantes. Los sirios, que en general pueden pagar más y no son objeto de discriminación por los traficantes —en su gran mayoría, árabes—, suelen hacer la travesía en botes de madera más resistentes.
El año pasado, las autoridades de la UE detuvieron a unos 10.000 facilitadores de contrabando, de acuerdo con Frontex, la agencia europea de fronteras. Pero las personas detenidas eran en su mayoría actores menores del proceso, como los conductores de los camiones que transportan a los inmigrantes o los navegantes de las embarcaciones que los llevan a través del Mediterráneo, que a menudo son también migrantes. "Europa está dando la espalda a algunos de los migrantes más vulnerables en el mundo, al riesgo de convertir el Mediterráneo en un vasto cementerio", dijo el lunes Seis Riad Al Hussein, Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. "Los contrabandistas de emigrantes son el síntoma, no la causa de esta situación miserable".
El cruce del Mediterráneo
Contrabandistas con base principal en Libia han convertido la región central del mar en la mayor ruta a Europa.
Radhouane Addala en Túnez, Túnez, Osama Alfitory en Amman, Jordania, y Benoît Faucon en Londres, contribuyeron al artículo.