El dilema de China: cómo impedir un aterrizaje forzoso
ORDOS, China.- Para tener una idea del abrupto cambio de rumbo económico que los líderes chinos tienen que orquestar para impedir un aterrizaje forzoso, no hay que mirar más allá de esta ciudad al interior del desierto de Mongolia, donde las grúas de construcción de pronto se paralizaron.
En los precisos momentos en que la crisis europea y una débil recuperación de EE.UU. sacuden a los exportadores chinos, la confianza que ha sostenido el auge inmobiliario del país comienza a evaporarse. El resultado es que la economía tiene que absorber un golpe por partida doble: un declive simultáneo de la demanda tanto interna y externa.
El enfriamiento de la construcción no podría haber llegado en un peor momento para las fábricas del país. Un indicador clave del sector manufacturero divulgado el jueves apuntó a una contracción por primera vez desde el comienzo de la crisis financiera global.
Los problemas de los sectores inmobiliario y exportador han encendido las alarmas sobre el crecimiento. Al igual que en la última crisis, los líderes chinos han reaccionado con prontitud, pero en esta ocasión las opciones a su disposición son más limitadas.
Una desaceleración de la economía china tendría serias repercusiones en todo el mundo -desde los países productores de materias primas como Australia, Brasil y Perú hasta los exportadores estadounidenses que tratan de conquistar a los consumidores chinos para compensar la debilidad de Europa y las economías desarrolladas.
Los metales estarían entre los principales afectados. La construcción china es uno de los grandes motores de la demanda de cobre y mineral de hierro. El consumo chino, a su vez, también podría verse afectado puesto que casi la mitad de la riqueza de los hogares chinos está ligada a los bienes raíces.
Los débiles datos fabriles llevaron a los economistas de JP Morgan a reducir sus pronósticos de crecimiento. El banco estadounidense de inversión ahora contempla un aumento del PIB de 7,2% en el cuarto trimestre, frente a igual lapso del año previo, por debajo del 8% previsto anteriormente. "La pregunta es si uno cree que tal debilidad se va a expandir en seis meses y si China va a contribuir en forma importante al enfriamiento" de la economía mundial, comenta Bruce Kasman, economista jefe de JP Morgan. Kasman opina que la respuesta es no, ya que las autoridades flexibilizarán todavía más la política monetaria y adoptarán otras medidas para estimular la economía.
En ninguna parte la situación china es más visible que en Ordos, el improbable epicentro de un frenesí de inversión inmobiliaria.
La ciudad se volvió próspera gracias a sus enormes reservas de carbón y, al igual que los nuevos ricos de toda China, sus habitantes se volcaron a los bienes raíces. El resultado fue una nueva ciudad en el desierto, Kangbashi, que pronto pasó a simbolizar los excesos del auge inmobiliario del país. "Todo el mundo tiene al menos dos o tres propiedades y un montón de gente tiene hasta siete u ocho", dice Zhao Yanan, vendedora inmobiliaria de la empresa Heng Sen Property. "¿Dónde está la demanda por más?", se pregunta.
Ahora que los precios y los volúmenes de transacciones cayeron, los representantes de ventas tiritan en sus oficinas vacías y sin calefacción. Los constructores que se endeudaron a tasas usureras no hallan interesados y acumulan deudas.
El frío reinante en Ordos ilustra una tendencia más amplia. Mark Williams, economista de Capital Economics, dice que el crecimiento en la construcción de nuevas viviendas en China fue cercano a cero en octubre. La constructora Greentown planea recortar sus nuevos proyectos en 2012 en entre 40% y 50%.
Otros grandes constructores también prometen reorientar su atención a obras atrasadas antes de poner en marcha nuevas iniciativas.