El desorden detrás de la caída de las bolsas chinas
BEIJING—A comienzos del mes pasado, cuando el derrumbe del mercado bursátil chino se profundizaba y ponía en riesgo el plan de Beijing de reformar la segunda mayor economía del mundo, el primer ministro, Li Keqiang, golpeó la mesa y exigió a los reguladores que se pusieran las pilas.
En la reunión, que tuvo lugar el 4 de julio, Li criticó a los responsables de las finanzas y la economía del país por no haber anticipado la severa caída del mercado y los instó a actuar de manera coordinada para detener la hemorragia, dijeron personas al tanto.
"Quiero fuertes medidas para rescatar el mercado", ordenó el generalmente afable primer ministro, según las fuentes. En la reunión participaron los más altos funcionarios del banco central de China, de las agencias regulatorias del mercado bursátil y bancario, y del Ministerio de Finanzas.
Los reguladores, que hasta entonces habían actuado descoordinadamente y con objetivos a menudo contradictorios, respondieron al reto de Li. El Banco Popular de China liberó una avalancha de dinero destinado a la agencia estatal encargada de apuntalar los precios de la renta variable y a los inversionistas que compran acciones a crédito, en tanto que el regulador bursátil congeló nuevas salidas a bolsa y las compañías estatales y corredoras se comprometieron a comprar acciones. Estas medidas ayudaron a frenar los declives que habían borrado la mayor parte de las ganancias que el mercado bursátil había logrado durante este año turbulento.
La decisión intervencionista de los líderes chinos está en marcado contraste con la postura de sus contrapartes del mundo desarrollado, que rara vez han tratado de contener un mercado en retroceso de manera tan enérgica. Los principales funcionarios chinos consideraron por un momento dejar que los mercados buscaran su propio nivel, pero rápidamente descartaron esa idea en favor de una microgestión que hasta ahora no ha dado todos los resultados previstos.
El nuevo frente unificado de Beijing enfrenta otro desafío. Después del 6 de julio, las acciones se mantuvieron estables du-rante unas semanas, pero en los últimos días reanudaron su marcha descendente, para caer 8,9% entre el 23 de julio y el 4 de agosto. Desde que se inició la caída, a mediados de junio, la pérdida acumulada es de casi 30%, o un valor de mercado de US$3,4 billones. Este descenso fue impulsado por el debilitamiento de la confianza de los inversionistas en medio de la desaceleración de la economía. El jueves, el Índice Compuesto de Shanghai añadió otro 1,7% de pérdida.
A largo plazo, la falta de coordinación de los reguladores en los meses previos a la reunión del 4 de julio plantea dudas sobre la capacidad de las autoridades chinas para implementar los cambios necesarios en el mercado e introducir mayores riesgos en el sistema financiero del país.
"Las recientes subidas y caídas abruptas del mercado de valores son una prueba de resistencia para la estabilidad del sistema financiero chino y la capacidad de las agencias reguladoras para responder a una emergencia", dice Zhang Ming, economista de la Academia China de Ciencias Sociales, un centro de estudios del gobierno.
Entrevistas con más de una decena de funcionarios y asesores del gobierno muestran que las contradicciones y la falta de coordinación obstaculizaron la respuesta inicial de Beijing a la sacudida del mercado. En determinado momento, el regulador bursátil tomó una medida que puso una presión bajista en el mercado, mientras que el banco central intentaba apuntalarlo. El corretaje a crédito, una importante fuente de financiación del mercado, permaneció hasta julio fuera del control regulatorio. Más de una vez el supervisor bursátil trató de recortar los préstamos para las compras de acciones, sólo para revertir su curso rápidamente.
Incluso en la reunión del 4 de julio, según las fuentes citadas, los funcionarios no estaban de acuerdo. Zhou Xiaochuan, gobernador del banco central, y Lou Jiwei, ministro de Finanzas, objetaron el uso de medidas intervencionistas demasiado enérgicas porque creían que podrían perjudicar los esfuerzos de China para atraer más fuerzas del mercado a su economía, dijeron las fuentes. Finalmente secundaron el plan de Li, que fue luego aprobado por el presidente Xi Jinping antes de viajar a Rusia el 8 de julio. El apoyo de Xi subraya el deseo de los líderes chinos de restablecer la confianza del público en su capacidad para gestionar la economía, así como para prevenir que el malestar bursátil se propague a otras partes de la economía.
Funcionarios de comunicación de los principales reguladores financieros chinos, incluyendo la comisión de valores, el super-visor bancario y el Ministerio de Finanzas, no respondieron a las solicitudes de comentarios.
La desorganización regulatoria fue también evidente en la manera en que China manejó la rápida acumulación de deuda utili-zada por los inversionistas para financiar sus compras de acciones. Ni el banco central ni los reguladores bursátiles y bancarios tienen claramente definida su autoridad sobre la compra de acciones a crédito, motor principal del auge de la bolsa china desde el año pasado.
Según datos oficiales, el volumen de esos préstamos casi se quintuplicó durante el último año, llegando a principios de junio, antes de la caída del mercado, a casi dos billones de yuanes (US$322.000 millones). El 31 de julio, cuando muchos inversionistas se apuraron a salirse de sus posiciones apalancadas en medio de la caída de los precios de las acciones, ese volumen era oficialmente de 1,34 billones de yuanes, según el proveedor de datos Wind Information Co.
"Hay una curva de aprendizaje" para el gobierno sobre la manera de hacer frente a los mercados financieros, dijo Zhu Haibin, economista para China de J.P. Morgan Chase & Co., en una reunión con la prensa a fines de julio.