El derrumbe de la libra esterlina amortigua el impacto del ‘brexit’
Cuando el Reino Unido votó en junio a favor de abandonar la Unión Europea, un proceso conocido como brexit, la libra esterlina recibió su peor paliza en medio siglo. Muchos economistas lo interpretaron como un signo positivo.
A pesar del shock provocado por el brexit, tres meses después de la decisión hay pocas señales tangibles de problemas económicos en el Reino Unido. El desempleo y la bolsa se han mantenido estables. Los bonos soberanos preservan su fortaleza y los consumidores han seguido gastando.
Gran parte del motivo, dicen los economistas, es la caída de la libra esterlina, que ha servido como un amortiguador contra los efectos del brexit.
Desde una perspectiva externa, los británicos son un sexto más pobres y su economía una sexta parte más pequeña. Cifras del Fondo Monetario Internacional sugieren que el Reino Unido pasó del quinto al sexto lugar entre las mayores economías del mundo, detrás de Francia, un rival milenario.
No obstante, sufrir las penurias del brexit a través de una devaluación de la moneda puede ser más cómodo que mediante un alza del desempleo u otros trastornos, un lujo que los miembros de la zona euro no se pudieron dar durante la crisis de la deuda del bloque. La mayoría de los economistas sostiene que, a la larga, una divisa más débil aumentará las exportaciones de un país, de modo que lo que pierde por una reducción del consumo, ante el empobrecimiento de sus ciudadanos, lo recupera con un aumento de sus ventas externas.
“Es importante contar con una válvula de escape como esta”, afirma Tim Haywood, director de inversión de GAM Holding.
El viernes, la libra cayó a su menor nivel en 31 años frente al dólar, culminando una semana en que fue vapuleada en los mercados después de que la primera ministra británica, Theresa May, fijó una fecha para la salida de la UE. La divisa prosiguió su declive el lunes y anotó una baja de 0,6%, a US$1,2361.
El día posterior a la votación del 23 de junio, la libra llegó a retroceder 8%, su mayor descenso frente al dólar en una sesión desde el 18 de noviembre de 1967, según la proveedora de datos FactSet.
En ese entonces, las autoridades británicas trataban de mantener un tipo de cambio fijo entre la libra y el dólar pese al deterioro de la economía y el retiro de la inversión extranjera. A fin de cuentas, el primer ministro Harold Wilson no tuvo más remedio que devaluar la moneda de US$2,80 a US$2,40, una depreciación de 14%.
El tipo de cambio flexible como el que tiene hoy el Reino Unido permite que las economías absorban shocks de dos principales maneras: dejar que la divisa soporte el mayor peso de la salida de capitales, en lugar de las acciones y los bonos, mientras que mejora la competitividad de las empresas del país en el exterior.
Una divisa flotante también permite que un país determine sus propias tasas de interés y, por ende, los precios de sus activos financieros.
Un ejemplo es el índice FTSE 250, que agrupa a las empresas pequeñas y medianas que dependen del Reino Unido para buena parte de su facturación. Para los inversionistas en dólares, el indicador acumulaba hasta el viernes una caída de 13% desde el brexit. En libras, sin embargo, el índice registraba un avance de casi 4%.
Como las mayores empresas británicas, entre ellas British American Tobacco PLC, GlaxoSmithKline PLC y AstraZeneca PLC, derivan gran parte de sus ingresos del extranjero, sus acciones se han disparado ante la perspectiva de que sus ingresos parezcan más robustos debido al debilitamiento de la libra. El índice FTSE 100, compuesto principalmente por esta clase de multinacionales, acumula un alza de casi 12% desde la votación, si bien es menor a la caída de la libra frente al dólar.
Al contar con su propia moneda, el Reino Unido puede utilizar políticas de estímulo monetario y fiscal cuando lo estime conveniente. El ministro de Hacienda, Philip Hammond, insinuó recientemente que el gobierno aumentará el gasto en infraestructura para contrarrestar el posible impacto del brexit en la confianza de los consumidores y las empresas.
El Reino Unido también tiene la ventaja de contar con un sólido sistema financiero nacional, lo que significa que tanto el gobierno como las empresas privadas pueden financiarse en libras sin mayores inconvenientes.
Episodios de pánico financiero en mercados emergentes como Rusia, Brasil y Sudáfrica han sido atenuados en los últimos años por tipos de cambio flotantes.
La zona euro, cuyos miembros comparten una divisa, ofrece un ejemplo de los riesgos de una tasa fija. Las bolsas de España e Italia se derrumbaron más de 40% en 2011 y 2012 mientras los inversionistas se desprendían de los bonos soberanos de esos países.
Como eran parte de la zona euro, los países del sur de Europa no tenían control de la política fiscal. Se recortó el gasto público, subieron los impuestos y aumentó el desempleo. Al contrario de lo ocurrido en el Reino Unido, los países de la zona euro en aprietos, que asumieron mucha deuda durante los años de crisis, tienen que pagarla en una moneda que no pueden imprimir.
La alternativa era acudir a las exportaciones como motor de crecimiento. No obstante, es difícil para los países más pobres aumentar la competitividad de sus productos cuando comparten una moneda con economías más pudientes como Alemania y Holanda. En Grecia, el país más golpeado por la crisis, un ala del ahora gobernante partido Syriza elogió las virtudes de la flexibilidad cambiaria durante el apogeo de la crisis. Los griegos, de todos modos, optaron por seguir con el euro.
“La falta de una moneda flexible ha sido uno de los problemas fundamentales de Europa”, señala Derek Halpenny, economista de Bank of Tokyo-Mitsubishi UFJ Ltd. “La flexibilidad del tipo de cambio es un aspecto muy positivo para el Reino Unido hacia el futuro”.
Fabricantes como Nissan Motor Co., que posee la mayor planta automotriz del Reino Unido, en Sunderland, Inglaterra, podrían estar entre los principales beneficiarios del debilitamiento de la moneda, siempre y cuando logre absorber las barreras arancelarias de la UE una vez que el Reino Unido abandone el mercado único.
En el caso del turismo, el menor valor de la libra abarata el precio de los hoteles británicos para los extranjeros. InterContinental Hotels Group PLC, que ha sido desde hace tiempo optimista sobre los efectos del brexit, anunció que recibió un impulso en el primer semestre ya que la debilidad de la libra redujo sus costos.
También es posible que los problemas económicos provocados por la salida británica del principal bloque de libre comercio del mundo se manifiesten más adelante, cuando ocurra el quiebre. Muchos economistas son escépticos de que la libra pueda compensar los impactos comerciales de salir de la UE. Los aranceles del bloque perjudicarían a los exportadores y los intentos del gobierno británico por restringir la inmigración mermarán las capacidades productivas de la economía a largo plazo, predicen.
“La moneda brinda algún alivio de corto plazo”, afirma Allan Monks, economista de J.P. Morgan Chase & Co. “Pero una moneda más débil no provee necesariamente un impulso tan grande a las exportaciones de manufacturas y la economía”.
Puesto que las cadenas de suministro son globales, los fabricantes usan cada vez más componentes de otros países en sus productos, por lo que un encarecimiento de las importaciones también impacta las exportaciones.
Las divisas tienen que caer mucho más para amortiguar los golpes contra la economía, dice David Bloom, director global de estudios de mercados de divisas de HSBC Holdings PLC, quien prevé que la libra descenderá a US$1,10 unidades y a una paridad con el euro hacia fines del próximo año.
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