El crédito a privados cayó 12,5% el año pasado, aunque se redujo la mora y los bancos captaron más fondeo
Un informe oficial confirmó el crawling out provocado porque el Estado absorbió casi toda la mayor liquidez
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El stock de crédito en pesos volcado al sector privado cayó un 12,5% real durante el año pasado. Sin embargo, aunque la actividad económica se expandió algo más que 5%, la calidad de cartera de préstamos mejoró en más de un punto promedio e incluso los bancos captaron 1,1% más de depósitos entre empresas e individuos.
La paradoja, surgida del Informe de Bancos publicado por el Banco Central (BCRA) con datos a diciembre -lo que permite el balance anual- sólo se explica por lo que LA NACION ya explicó hace algunos días: la mayor liquidez (ya sea por financiaciones canceladas a los privados a mayor captación de fondos) se volcó ampliamente a colocaciones en instrumentos ofrecidos por el sector público, ya sea tanto a los pasivos remunerados que les ofrece el ente rector del sistema como a títulos de la deuda emitidos por el Gobierno.
Dicho relevamiento admite que en diciembre se verificó un nuevo “aumento del peso relativo del crédito al sector público” en la composición de los activos de los bancos, exposición que -reconoce- también creció en la comparación interanual tanto a “los instrumentos del BCRA” como “al crédito al sector público”.
Concretamente, con relación a sus activos, la participación de los pasivos remunerados del BCRA creció del 28% al 31,5% y la exposición a papeles emitidos por el Tesoro del 13,9 al 16,4%, mientras el financiamiento en pesos cedido a particulares o empresas decreció proporcionalmente del 28,1% al 25,1% y el colocado en moneda extranjera (básicamente dólares (también se contrajo del 2,8% al 2,2%).
No les fue mal con eso, ya que, según el informe, el conjunto de las entidades registró niveles positivos de rentabilidad en 2022 y mayores a los de 2021, aunque menores a los verificados dos años atrás. “En el acumulado de 2022, el ROA (resultado total integral en moneda homogénea en términos del activo) del sistema financiero se ubicó en 1,9% (+0,7 puntos interanuales) y el ROE (resultado total integral en moneda homogénea en términos del patrimonio neto) en 10,9% (+3,7 puntos)”, detalló.
Luego, admite que el aumento interanual de la rentabilidad se debió “a mayores resultados por títulos valores y, en menor medida, al incremento de los ingresos por intereses por préstamos”.
Efecto crawling out
Los datos oficiales confirman que el sector público desplazó del mostrador de crédito bancario al sector privado de manera brutal durante 2022, con lo que el crédito no sólo no apalancó a la actividad (de la inversión ni hablemos porque se necesitarían mayores plazos) sino que actuó como lastre para ella.
La tendencia al denominado crawling out se aceleró durante la actual gestión de Gobierno. Días atrás, con cifras a noviembre, un informe de la consultora Quantum finanzar ya había mostrado que al cabo de los últimos tres años los bancos habían incrementado en un 90% sus tenencias de bonos en pesos (de $1,4 billones a $2,8 billones), en 261% la posición asumida en bonos en dólares (medidos en pesos, de $402.782 millones a $1,45 billones) y en un 131% sus inversiones en pasivos remunerados del BCRA (pases y Leliq), las que treparon de $4,13 billones a $9,54 billones.
Pero, lo peor aún, es que ese efecto se profundizó durante enero y promete seguir haciéndolo en los meses que siguen. “En enero los préstamos al sector privado cayeron un 15% real respecto a un año atrás, marcando la mayor contracción en 33 meses (desde el mes de marzo de 2020). Esa oferta viene cayendo en términos reales desde hace cinco años, acumulando una caía del 46% respecto al último pico alcanzado en mayo de 2018″, hizo notar al respecto días atrás la consultora LCG.
En los bancos reconocen que, las subas de tasas dispuestas por el Gobierno y BCRA en el último año (proceso que se iniciara precisamente hace 13 meses) abrió una brecha entre las condiciones de la oferta que están en condiciones de realizar las entidades y el tipo de crédito que necesitarían las personas y empresas.
Mientras eso sucedía, una serie de normas del BCRA se preocuparon por alentar la demanda de papeles de la deuda pública nacional por parte de los bancos, en procura de que el Gobierno logre más financiamiento por vía de mercado y no le pida más acción a la “maquinita”. Uno de esos atajos fueron las normas que permiten a las entidades obtener renta incluso de los encajes, es decir, la inmovilización de parte del dinero que captan y a la que estaban obligados a hacer a tasa 0% -por motivos prudenciales- y ahora pueden realizar cobrando una tasa del 49% del Tesoro.
“Es una brecha que se fue ampliando con el correr de los meses y que costará recortar en un año electoral”, admitió y aventura un gerente de una entidad privada nacional de primera línea.
“La estrategia crediticia de los bancos en general es muy selectiva. Las únicas líneas con demanda son las que tienen subsidio público. El resto está frenado”, explicó otro ejecutivo del sector.
El informe oficial difundido lo confirma. A lo largo de 2022, la única línea de préstamos que creció fue la de financiamiento para la inversión productiva de MiPyMEs (LFIP). “Desde su implementación (octubre de 2020) hasta enero de 2023 se desembolsaron $4,2 billones, distribuidos entre más de 371.280 empresas. Y el saldo estimado colocado alcanzó $1,2 billones a fines de 2022, equivalente a 13,5% del saldo de crédito total al sector privado”, consignó.
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