El cortejo a Syngenta pone a prueba al presidente ejecutivo de Monsanto
Durante una carrera de 34 años en Monsanto Co. y gracias a su calmada persistencia, Hugh Grant se ha sabido ganar tanto a rivales comerciales como a algunos críticos de la empresa pionera de los cultivos transgénicos.
El poder de persuasión y la audacia del presidente ejecutivo de Monsanto están siendo puestos a prueba mientras corteja a Syngenta AG con una oferta pública de adquisición de alrededor de US$45.000 millones, que el fabricante suizo de pesticidas ha rechazado en reiteradas ocasiones.
Una fusión culminaría una reestructuración radical del mayor vendedor mundial de semillas. La compra de Syngenta reinsertaría con fuerza a Monsanto en el negocio de los pesticidas, en el que Grant pasó gran parte de su carrera, y podría implicar el traslado de la sede de Monsanto de St. Louis, Missouri, a un lugar fuera de Estados Unidos y un cambio del nombre que se remonta a su fundación, en 1901.
Este escocés de 57 años concibe las negociaciones como un juego de largo plazo y dice que los desaires de Syngenta no lo desaniman. "A pesar del ritmo y la velocidad y la falta de diálogo (de parte de Syngenta), siempre le digo a mi equipo que soy la excepción porque soy el optimista escocés", dijo Grant en su primera entrevista desde que Monsanto y Syngenta revelaron sus conversaciones en mayo. "Voy a dedicar energía" para que esto se concrete, manifestó.
En abril, Grant hizo personalmente una oferta a altos ejecutivos de Syngenta y ahora presiona a los accionistas de ambas compañías. Su objetivo es reducir la dependencia de Monsanto de las semillas transgénicas, que la firma introdujo al mercado hace casi dos décadas. Este negocio llegó a ser muy próspero, pero también convirtió a Monsanto en el blanco favorito de activistas medioambientales y otros detractores. Un acuerdo sería "transformador", dijo Grant. "Nos reinventaríamos una vez más".
Michel Demare, presidente de la junta directiva de Syngenta, reiteró en un video ayer que la oferta de Monsanto "subestima considerablemente" el valor de Syngenta y que también subestima los obstáculos regulatorios que significaría combinar el líder mundial en ventas de semillas con el número uno en ventas de pesticidas.
"Una propuesta seria para comprar Syngenta tiene que ser hecha por su valor completo y justo", dijo Demare. "Tiene que reconocer los beneficios inherentes que la combinación (representa) para los accionistas y tiene que proporcionar un alto grado de certeza que las transacciones se cerrarán".
Grant, presidente ejecutivo de Monsanto durante los últimos 12 años, ha codiciado a Syngenta desde al menos 2011. No llegar a un acuerdo sería un traspié personal y significaría perder lo que Monsanto ha catalogado como su mejor oportunidad para pasar al frente en el mercado de pesticidas, que considera fundamental para el futuro de la agricultura. Las ventas de la división de semillas y características genéticas de Monsanto, que representa más de dos tercios de sus ingresos, crecieron apenas 4% el año pasado, en comparación con un aumento de 21% en 2004. En igual período, su filial de herbicidas se expandió 13%.
Grant empezó a trabajar en Monsanto en 1981 después de obtener un título en biología molecular y zoología agrícola de la Universidad de Glasgow. Su primer empleo fue arreglar las pruebas de campo de Roundup, el herbicida de Monsanto, para los agricultores escoceses de cebada.
Roundup marcó un camino para Monsanto en el negocio de las semillas. En los años 90, la compañía lanzó al mercado semillas de soya, maíz y algodón resistentes al herbicida. Roundup también catapultó a Grant a la cima de la empresa: tras años de comercializar la marca en Europa, se trasladó en 1991 a EE.UU. como director de estrategia de Monsanto a cargo de la supervisión de Roundup.
Estar al frente de la división puso a prueba el temple negociador de Grant. Monsanto era dueña de la patente en EE.UU. del glifosato, ingrediente clave de Roundup, que expiraba en 2000. Mientras sus rivales se preparaban para hacer sus propias versiones de glifosato, Grant comenzó a construir una planta gigantesca en Brasil y propuso a sus competidores un trato: en lugar de abrir sus propias fábricas, Monsanto les proporcionaría un suministro constante de glifosato a cambio de una peque-ña prima. La estrategia funcionó y le permitió a Monsanto conservar gran parte del mercado de herbicidas más importante del mundo durante otra década.
"Teníamos mejor calidad y les estábamos suministrando en su puerta", observó Grant.
Después de asumir la presidencia ejecutiva en 2003, Grant se concentró en las semillas, comprando pequeñas empresas e impulsando el desarrollo de rasgos genéticos que permitían a los cultivos protegerse de insectos dañinos y prosperar en condiciones secas.
Al mismo tiempo, Monsanto empezaba a ser el blanco de las críticas de grupos opuestos a los cultivos modificados genética-mente y a los métodos agrícolas de gran escala.
La empresa aún tiene muchos detractores. En su encíclica sobre el medio ambiente de este mes, el Papa Francisco advirtió (aunque sin dar nombres) contra "una expansión de los oligopolios" en la agricultura. En enero, Grant pasó casi dos horas en la asamblea anual de accionistas de Monsanto respondiendo a críticos que acusaban a sus productos de provocar aumentos en las tasas de diabetes y autismo.
Algunos creen que la compra de la cartera de plaguicidas de Syngenta es un paso hacia atrás para Monsanto. "Volver a integrarse a este modelo anticuado es ir en la dirección equivocada", señala Mark Lynas, profesor visitante en la Oficina de Programas Internacionales de la Universidad de Cornell.
Grant se describe como una persona paciente que se compromete plenamente con su trabajo y que en Monsanto apuesta a la tecnología de siembra basada en la analítica de datos y productos agrícolas a base de microbios. En sus viajes al exterior, suele hacer rondas de karaoke con los agricultores.
Grant indicó que las negociaciones de Monsanto con Syngenta podrían extenderse varios meses. Si el acuerdo no se concreta —aunque Grant confía en que lo hará— Monsanto mantendrá su compromiso de expansión en pesticidas. "Vamos a encontrarle la vuelta", dijo. "Este no es uno de esos casos en los que (si se fracasa) usted se cruza de brazos y todo sigue igual".
—Andrew Morse contribuyó a este artículo.