El consumo continúa en caída y los expertos no ven una reactivación para este año
La recomposición dependerá de la dinámica inflacionaria, pero también de cómo evolucionen los salarios reales; será clave si se retoman los aumentos de tarifas
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El aumento de los precios al consumidor y la caída del salario real, con el consiguiente menor poder de compra de la gente, golpearon fuerte en el primer cuatrimestre. Mes tras mes se observa una baja en el consumo, con un fuerte impacto en abril. Pero pese a que la inflación se desacelera, la recuperación podría tardar en llegar. De hecho, esto dependerá de la recomposición salarial y de que continúe la tendencia a la baja de los precios.
En este último aspecto, la situación puede complicarse, ya que, según los especialistas, el congelamiento de los precios de sectores regulados (tarifas y combustibles, especialmente) y la devaluación del 2% mensual (muy por debajo de la inflación) deberán corregirse tarde o temprano, lo que le pondría un freno a la baja de los precios. Así, las perspectivas sobre una mejora en el consumo son, en su mayoría, pesimistas.
La situación es complicada. Como ejemplo, en el sector del consumo masivo el último informe de Scentia mostró que en abril se registró la mayor caída del consumo en lo que va del año para el canal self service (supermercados, súper chinos y autoservicios), con un desplome del 13,8%, casi el doble que en marzo (7,5%).
En cuanto a las encuestas del Indec, que miden el avance de las ventas hasta marzo, también se observaron descensos en la variación interanual en el sector mayorista (10,7% a precios constantes), centros comerciales (11,3%) y tiendas de electrodomésticos y productos para el hogar (41,2%).
Las ventas tienen una relación directa con el IPC, lo que se evidencia al ver la variación a precios corrientes (reales). En los supermercados, por ejemplo, representó un incremento de 291,8% interanual en marzo, cuando la inflación acumulada llegó a 287,9%.
Para Alejandro Giacoia, de Econviews, si bien durante el segundo semestre del año podría dejar de caer el consumo, o incluso repuntar levemente, “no va a ser algo que se sienta mucho”.
Es que, según el análisis de Claudio Caprarulo, de Analytica, si no suceden eventos de shock, el consumo privado habría alcanzado un piso en el primer trimestre. “Sin embargo, no va a existir una recuperación en los próximos meses y se espera que oscile en los mismos niveles. Por caso, ya hay indicadores que muestran malos resultados durante abril, en particular en el conurbano bonaerense”, detalló.
Esto se condice con el relevamiento del Banco Provincia (el IBP, que indica el gasto de consumo por cliente con tarjetas de crédito, débito y la billetera Cuenta DNI de la misma entidad), que registró una caída del 35,3% interanual en abril. El informe explica: “Según el sondeo de las consultoras, esta significativa contracción se debió a salarios con poco poder adquisitivo, el deterioro incipiente de las condiciones sociales (suba de la pobreza y todo lo que ello conlleva) y firmas que intentan evitar incorporar fragilidad a sus hojas de balance bajando precios”.
Caprarulo añadió que, por un lado, la desaceleración del IPC ayuda a frenar la caída, pero sostuvo: “El problema es que no va a existir una recomposición de los salarios y las jubilaciones que permita dinamizar el consumo. Su valor se va a mantener muy por debajo respecto al del año pasado”.
Tampoco en la consultora EcoGo esperan que el consumo se recupere hasta fin de este año o, incluso, 2025. Rocío Bisang, economista de la firma, comentó: “Hay muchas variables a seguir en este sentido. La principal es la evolución de los salarios reales y el empleo, que hoy se están viendo fuertemente afectados. Pero también otras asociadas, como el grado de apertura de la economía, en qué lugar se ubica la brecha cambiaria y qué pasa con la inflación”.
La especialista continuó detallando que en una economía “sana” no habría cepo ni brecha cambiaria, y que las variaciones del tipo de cambio no suelen ser tan violentas ni influir en el IPC. “En qué momento, cómo y bajo qué condiciones se dé una apertura no es menor, y puede tener distintos efectos sobre el consumo”, argumentó Bisang, y agregó que una salida rápida del cepo, sin resolver el excedente de pesos, puede llevar a un aumento del tipo de cambio, lo que rebotaría en la inflación y en los ingresos.
En cuanto a estos últimos, Jorge Colina, director de Idesa, dijo: “La inflación viene bajando, pero sigue siendo alta: 8,8% mensual es mucho. Chile y Uruguay tienen esta inflación anual. Cuando se acerque al 1% mensual es cuando los salarios empezarán a crecer por encima de la inflación, y allí se recuperarán”.
Por su parte, la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), en su relevamiento de abril, registró un retroceso del 4,5% en el consumo interanual.
“Al igual que en marzo, las elevadas tasas de inflación impactaron fuertemente en la capacidad de compra de las personas. El dato de abril de 2024 presentó la mayor caída en la serie del IPC que elabora la CAC, lo cual implicó una profundización de la pérdida real de poder adquisitivo de los individuos”, explica el informe.
Giacoia, de Econviews, comentó al respecto: “Para pensar lo que puede pasar con el consumo hay que tener en cuenta, principalmente, la evolución del salario real. Y ahí es donde entra en juego la inflación. Pareciera que los meses más duros para el salario real ya pasaron, y ahora deberíamos ver una recuperación, aunque no va a ser algo parejo para todos los tipos de relaciones laborales”.
A su vez, agregó que quienes trabajan en relación de dependencia van a estar en una mejor posición que los asalariados informales o los trabajadores del sector público. “El crédito también es un factor que puede ayudar a que repunte el consumo, aunque en menor medida, y no va a ser algo que veamos de un día para el otro”, remarcó.
Pero otro punto clave es el congelamiento de las tarifas de servicios públicos, ya que, de mantenerse, puede implicar que aumente el ingreso disponible de los hogares. Sin embargo, este no sería el camino ideal para el especialista. En este caso, la parte negativa se condice con el peligro que acarrea para la inflación: “Si el Gobierno sigue atrasando aumentos, y con un crawling peg muy bajo [2%], puede que el IPC caiga un poco más, pero en algún momento se va a estacionar, la baja va a ser cada vez menor y va a empezar a pesar la inercia. Como ningún sector quiere quedarse atrás, primero aumenta uno, después otro, y así sucesivamente, para recuperar lo que fueron perdiendo. Entonces, es cada vez más difícil que baje”, contó.
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