El Coloquio de IDEA cerró con cruces por los precios y dudas sobre el futuro del dólar
El Presidente cuestionó la “especulación” tras el dato de inflación, mientras que los empresarios pidieron dejar de culpar a los otros; crecen las expectativas sobre el deslizamiento de la divisa tras las elecciones
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Lo blanqueó un funcionario de paso por IDEA en estricto off the record. “Si hoy hacés una encuesta, la gente te dice que la culpa de la inflación es de los empresarios; si vas a un programa de televisión algunos periodistas te preguntan por qué no clausuran los supermercados”. El Presidente lee esas consultas, perdió las PASO y está en campaña. Frente al auditorio repleto, que lo esperó 50 minutos, advirtió que el pueblo “no puede ser víctima de la especulación” criticando las subas “incomprensibles” de los precios de la canasta familiar.
Un minuto después de que Fernández bajara del escenario, el presidente de IDEA, Roberto Murchison, pidió a los líderes dejar de culpar a los otros. “No importa el grupo con el que hable sobre qué nos pasó, sean empresarios, sindicalistas, movimientos sociales, de Cambiemos o el peronismo. Todos tenemos visiones muy bien articuladas sobre quién tiene la culpa; casi siempre es el otro. Honestamente con que la culpa la tiene el otro no solucionamos nada. Basta de culparnos unos a los otros y enfoquemos esa energía en la búsqueda de las soluciones”, afirmó el empresario y dueños del Grupo Murchison. El teléfono rojo sigue descompuesto entre el sector privado y el Gobierno pese a los afables almuerzos en Casa Rosada.
En la mesa frente al escenario, José Ignacio de Mendiguren sacaba un papel y lo ponía sobre la mesa. “El 50% de la inflación es inflación y el 50% es expectativa”, explicó. El Frente de Todos atenta contra las expectativas. Y no sólo por la emisión monetaria. Esa misma mañana, Roberto Feletti, había advertido que los congelamientos de precios se expandirían para lograr un “trimestre feliz”. En los pasillos del °57 Coloquio de IDEA hoy lo bautizaban ya como “El Capitán Frío”.
Esa “herramienta medieval”, con la denominó César Litvin (pese a que otros rememoraban los precios máximos del emperador Diocleciano) no era el único ruido para desalinear expectativas. Un hombre de una importante multinacional advertía sobre la escenificación del Presidente reuniendo a diez empresarios top que las dudas se multiplicaban ahora por dos: “El problema ya no es si le crees o no, sino que, si le crees, hoy ya no sabés si va a tener permiso para implementarlo”.
Pero más allá de la simulación de la lucha contra los precios (con un alto costo para las empresas en un mundo en el que los valores suben exponencialmente), de la profundización de la grieta interna y lo que pueda pasar con la misma tras el 14 de noviembre, el sensor de estabilidad que miran todos en la Argentina es siempre el mismo: el dólar.
“Después del 14 de noviembre van a acelerar el crawling peg [las minidevaluaciones], sino van a devaluar, y si no lo hacen lo va a hacer el mercado”, afirmó Juan Nápoli, presidente del Banco de Valores en un coffee break. “Van a aguantar este mes, pero los grandes saltos se dan con brecha cambiaria y cuando no hay reservas, como ahora. Quisieron atrasar el tipo de cambio sin reservas y eso no se puede hacer. Lo escuché al ministro [por Martín Guzmán] hablando del blue. Acá hay un numerador y un denominador. Va a subir el denominador”, advirtió.
“Tenemos claro que no vamos a hacer ningún salto devaluatorio”, había dicho en una entrevista con LA NACION para IDEA el ministro de Economía, Martín Guzmán.
En uno de los pequeños livings para un almuerzo casual al final del Coloquio se aglutinaron varios empresarios: el presidente de una firma industrial mediana, el CEO de una empresa de servicios, y un consultor en materia tributario. “¿Alguno cree que el Gobierno va a poder mantener el actual movimiento del dólar en 2022?”, preguntó este medio. Todos respondieron que no. Esas son las expectativas privadas.
“Van a tener que sincerarlo”, dijo un banquero. “Y hay que ver si con eso alcanza para enderezar la nave”, agregó para sumar al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) como necesidad de mínima. “Con un 50% de pobreza no podés tener una política de shock. ¡Cómo convencés a la gente de cruzar el Mar Rojo sin que las aguas estén abiertas! Y los sindicatos no lo van a aceptar”, dijo anticipando el intento de crawling peg, que, según un colega suyo del mercado financiero, deberá ir a un ritmo de 5% mensual desde fin de año. Por eso un empresario a su lado respondió, ante la pregunta por las elecciones legislativas: “A mí lo que me preocupa es el 15 de noviembre”. El CEO de una firma automotriz recordó que los últimos tres acuerdos de deuda firmados por el FMI con diferentes países indican que el organismo que dirige Kristalina Georgieva puede permitir tener más déficit fiscal, pero lo que no va a avalar es la brecha cambiaria.
Dólares y PBI
La falta de dólares puede comenzar a ponerle un techo a la actividad económica. Ya no es sólo que no haya entrado una Ducati en los últimos seis meses o que el CEO de una petrolera no pueda cambiar su Audi, pese a tener algún acuerdo comercial con esa firma. “Si la foto de las SIMI [permisos de importación] sigue como la de este mes vamos a tener un fuerte freno en la industria”, alertó otro director de un grupo automotor. A eso se suma el drama global de suministros de microprocesadores que afectará a ese sector, según contaron en el Gobierno. Allí creen que se verán plantas paradas en las próximas semanas. “Congelar precios en medio de ese quilombo de suministros es vivir en un tupper”, dijo un industrial pyme. “Hoy yo no tengo precio. Tengo precios relativos, porque no hay productos. ¡Cómo van a congelar los precios con una inflación mundial enorme!”, se sorprendió.
“Hay muchos problemas de SIMI para las economías regionales”, contó el presidente de una cámara ligada al mundo agroindustrial. “Hay más lluvias y necesitamos fungicidas. No podemos esperar. Hay tiempos biológicos. Hay diálogo con Desarrollo Productivo, pero todo se puede complicar”, dijo.
Hoy en el Gobierno la rueda se mueve por los dólares. Un hombre de una telefónica, que reclama un plan de espectro, recordaba graficando la actualidad una licitación que hizo el viejo Afsca (hoy Enacom) en 2014, en la que lo único que terminó importando al gobierno fue haber recolectado US$2000 millones. En ese sector, que vive de cautelares, creen que la Argentina verá el 5G recién en 2023 o 2024.
La inversión seguirá en falta. Murchison puso en crudos números la actualidad en su exposición de cierre. “La Argentina tiene una tasa de inversión del orden 16% PBI; todo lo que es menos de 22% o 23% implica que nos estamos comiendo el capital o desinvirtiendo”, dijo.
Para invertir, hay falta de confianza y desorden macroeconómico, como señaló la presidenta del Coloquio de IDEA, Paula Altavilla, en la apertura, el martes. También hay más de 52% de inflación anualizada, según informó el Indec. Eso lleva a la falta de crédito. Otra vez Murchison matizó con datos: según él, la quiniela mueve más plata que el mercado de capitales. “En 2019, el mercado de acciones BYMA movió $216.000 millones, $4000 millones menos que la quiniela ese mismo año”, advirtió.
Para cerrar, Alberto Fernández recordó una anécdota de sus viajes con Néstor Kirchner en campaña. En 2003, la gente le daba “cartas” y les pedía planes; en 2007, con Cristina, reclamaba mejores condiciones de trabajo. En 2015, que los empleados no pagaran ganancias. Un empresario advirtió irónico que lo único que querría saber es qué carta le entregará Cristina a Alberto luego del 14 de noviembre para así saber cuál será el nuevo rumbo de la Argentina.
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