El chipá se impone en la Capital
El producto consiguió entrar en el mercado con tamaño pequeño y receta más liviana.
El tradicional chipá del nordeste argentino y del Paraguay parece haberse ganado un espacio en la gastronomía de los porteños. Si no, que lo digan los propietarios de Panificación Industrial, firma que mediante de la comercialización de sus Chipacitos Mitai (chico en guaraní) en las estaciones del subterráneo y en los centros de compras facturó el año último cerca de $ 1,5 millón. La empresa, fundada por los hermanos Daniel y Sergio Cubilla, oriundos del Chaco, es la productora de los chipacitos, que se venden a un peso el paquete de 10 unidades. "Con una receta tradicional, a base de harina de mandioca y queso, comenzamos a vender los chipacitos a principios de 1996", explicó Angel Sureda, director comercial de la empresa.
El negocio comenzó cuando, a principios de los años noventa, los hermanos Cubilla llegaron a Buenos Aires y se sorprendieron de la cantidad de gente que provenía de las zonas del interior donde se consume el chipá:"Vimos un mercado que no estaba explotado. Inicialmente la idea fue hacer el negocio en menor escala y probar con un solo local", agregó Sureda.
Marcar diferencias
Según el directivo, uno de los pilares fundamentales para abrirse paso en la Capital Federal fue la forma de comercializar los chipacitos:"Quisimos diferenciarnos de la venta casera de chipá que se hace en la calle con canastas. Lo novedoso fue la forma que le dimos al producto y cómo lo comercializamos. Lo hicimos de un tamaño inferior al chipá tradicional y lo vendimos en bolsitas pequeñas para que puedan transportarse en cualquier bolsillo", agregó Sureda.
En el momento de firmar el contrato con Metrovías para comercializar sus chipacitos, sin tenerlo premeditado, Panificación Industrial comenzó a delinear su estrategia de venta:"El subte fue un mercado de prueba que nos permitió crecer por la publicidad que de boca en boca nos hacían los consumidores. Fue el mercado el que reaccionó y nosotros reaccionamos detrás del mercado".
Pero además del subterráneo, los chipacitos se comercializan en centros de compras y quioscos, distribuyéndose en 50 puestos de ventas diseminados en la Capital Federal, el Gran Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Bahía Blanca y Salta, aunque la producción masiva se comercializa en la Capital Federal.
Los porteños aceptaron los chipacitos como un producto de invierno, aunque en el interior se consume durante todo el año: "Va a pasar un tiempo en la Capital Federal hasta que la gente se dé cuenta de que el chipacito es un producto ideal para consumir en verano en una picadita".
Según los datos aportados por la empresa, en un mes de temporada alta, por ejemplo julio, se factura cerca de 250.000 pesos, mientras que en un mes de verano, la factura desciende alrededor de 120.000 pesos: "En 1997 la facturación llegó al millón y medio de pesos".
A los supermercados
El próximo paso de la empresa es la venta de los chipacitos Mitai crudos y congelados en supermercados:"Estamos en tratativas con distintas cadenas. Como somos una Pyme, las negociaciones son más arduas por una cuestión de peso".
Pero además de la venta en los supermercados, la firma tiene planeado expandirse al exterior. "Vamos a venderle a Paraguay, aunque sea como querer venderle un bife de lomo a un porteño, pero tuvimos muy buena aceptación allí. También queremos extendernos a Uruguay y a Chile".
Pero más allá de los proyectos, Sureda reconoce algunos pasos en falso dados por la empresa durante sus primeros dos años de labor:"Uno de los errores fue no haber estimado las caídas tan fuertes de las ventas durante el verano. Para nosotros hubiera sido mucho mejor que los meses de invierno hubieran sido bien fríos, y que la temporada durara desde abril hasta septiembre, pero el calor nos acompañó durante casi todo el año", se lamentó.