El buen ejemplo que deja el avanzado sistema educativo de Finlandia
Se evitan las tareas para el hogar, la competencia y las calificaciones hasta los 11 años; la educación es gratuita y obligatoria hasta los 17 años, y no se paga por los libros
Finlandia. Uno de los mejores sistemas educativos del mundo, según los muy cuestionados aunque vigentes Informes PISA, donde se evalúan las áreas de matemáticas, lectura y ciencia. Las características principales de la educación finlandesa provocarían la sorpresa de más de un argentino medio. Medio, no mediocre. Éstos se expresan de otra forma.
En Finlandia se evitan la tarea para el hogar, la competencia y las calificaciones hasta los 11 años. La educación es gratuita, obligatoria hasta los 17. No se paga por los libros o cualquier otro material escolar y los niños reciben una comida caliente una vez por día. Son centros educativos que diseñan sus propios currículos y programas bajo líneas generales, donde actúan docentes muy valorados por su exigente formación, con prestigio dentro y fuera de la escuela.
Cada proceso de aprendizaje se personaliza, sin pruebas o actividades estandarizadas; los profesores se ocupan del mismo grupo desde que se inician, recién a los 7 años, hasta los 11. El tiempo de los docentes se reparte en menos horas de clase presencial, con mayor disponibilidad para el diseño didáctico, investigar, organizarse o trabajar con pares. Las vacaciones se prolongan hasta 10 semanas; en primaria los estudiantes tienen 3 o 4 clases por día, descansos de 15 minutos, más el almuerzo. Así fue como llegaron a los primeros lugares del ranking PISA.
Sin embargo, se disponen a innovar, sin retroceder. Ya está en marcha una nueva metodología, bajo el nombre "phenomenon learning". Desaparecen las materias y el aprendizaje se desarrolla mediante proyectos temáticos, donde "los alumnos se apropian del proceso de aprendizaje", como define Mar Pichel en BBC Mundo.
"¡Al fin!", exclamará con entusiasmo algún pedagogo medianamente informado. Hay mucho recorrido al respecto, con nombres que vienen bregando por estos temas desde hace más de dos siglos: Pestalozzi, Dewey, Piaget, Freire, Ausubel, para nombrar unos pocos. Todos ellos sepultados por un esquema de escolarización aristocrática, al mejor estilo feudal. Los profesores son los propietarios de los conocimientos que distribuyen en los claustros introduciéndolos en las cabezas de los alumnos, según lo que consideran valioso. Esta estructura vertical aún sigue intacta en casi todas nuestras instituciones educativas.
En Finlandia, los alumnos ya no dependen de los libros para aprender y han empezado a ir más allá mediante reformas arquitectónicas que acompañan el proceso. Se van construyendo espacios abiertos, con paredes de cristal y divisiones movibles, con sofás, pufs, mesas, que hicieron desaparecer los clásicos y rígidos pupitres. Alumnos y profesores pueden elegir el lugar adecuado para llevar a cabo sus proyectos. El objetivo es estimular la participación y la creatividad de los alumnos, por lo que se permite el acceso a videojuegos u otros medios virtuales.
Lo más interesante es vincular este proyecto de "open plan" y "phenomenon learning" con los diseños arquitectónicos y organizacionales de las actuales empresas de punta. Se podría asegurar que por primera vez se han equiparado los términos, poniéndose a la par educación y trabajo, sin apelar a las archiconocidas pasantías.
La incorporación al mundo del trabajo, tal como se plantea tradicionalmente, es un costo adicional para las empresas si se realiza con seriedad, porque implica destinar tutores, docentes con dedicación completa. De lo contrario, es como lanzar a un estudiante en medio del Amazonas, pretendiendo que así aprenda botánica.
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