El bienestar viene del consumo; el ahorro es un medio
Alexander Lyall Morton trabajó hasta los 42 y luego se dedicó solo a disfrutar el dinero ganado
El economista italiano Franco Modigliani explicó el consumo y el ahorro de las personas, sobre la base de su ciclo vital. Según esta perspectiva, el consumo de un período depende mucho menos del ingreso de dicho período, que del capital acumulado hasta ese momento y el ingreso esperado hasta el día de la muerte. Una implicancia de dicha perspectiva es que, más allá de lo que se desea legar a los descendientes, la herencia es un error de cálculo.
Al respecto, entrevisté al norteamericano Alexander Lyall Morton (1943-2013), porque con sus decisiones parece haber personificado el comportamiento dscripto por Modigliani. En efecto, trabajó hasta los 42 años, dedicándose durante los 28 años siguientes a consumir todo lo que había acumulado. Nunca se casó.
-Sintetice su vida profesional.
-Estudié en la Universidad de Harvard, en cuya escuela de negocios dicté cursos. Me especialicé en economía del transporte. Mi trabajo titulado Competencia intermodal en el transporte interurbano de mercaderías , publicado en 1972, influyó en la desregulación implementada en los Estados Unidos a fines de la década de 1970, particularmente en el transporte por camión y aéreo, proceso en el que participé como funcionario.
-Hasta aquí todo muy convencional.
-Efectivamente, pero a los 42 años decidí comenzar una vida atractiva y caótica, de viajes y aventuras. Pisé porciones de alrededor de 80% de los países del mundo. Recorrí muchos trayectos en bicicleta, escalé montañas. Como me gustaba interactuar y conocer de veras a las personas que habitaban los diferentes lugares que visitaba, utilizaba medios de transporte públicos locales (trenes, ómnibus, etc.). Recorrí Irán durante un par de semanas sin ningún problema, en momentos en los cuales las relaciones entre ese país y el mío eran muy tensas.
-Usted es la contracara del economista, que sólo piensa en producir, pero nunca en consumir.
-En todo caso, le digo, soy la contracara de la caricatura del economista, porque muy pocos, dentro de nuestra profesión, imitan al Mahatma Gandhi en su vida personal. Amartya Sen, por citar un ejemplo, se ocupa de la pobreza, no obstante lo cual afirma que no tiene gustos baratos, excepto para vestirse. Le gustan el buen vino y los edificios elegantes, y no ve por qué tendría que sentirse culpable por ello. No conozco ningún estudio en el mundo que muestre que, en materia de ahorro y consumo, los economistas somos diferentes del resto de los seres humanos.
-De cualquier manera su comportamiento es atípico.
-Los distintos seres humanos enfrentamos de manera muy diferente el hecho de que la vida es incierta. Al respecto, Modigliani enfatiza un punto importante: el ahorro es instrumental, el bienestar surge del consumo. Pero como no sabemos cuándo nos vamos a morir, algunos ahorran hasta el final, sufren cuando tienen que desahorrar y por consiguiente generan herencias que usufructúan sus parientes. Libre de compromisos matrimoniales, a los 42 años decidí que tenía suficientes ahorros como para dedicarme exclusivamente al consumo. Y le puedo asegurar que viajando, la pasé muy bien.
-¿Y si le fallaban los cálculos y se quedaba sin plata?
-Hubiera vuelto a trabajar. Salvo imprevistos, contra los cuales existen los seguros, "quedarse sin plata" porque se desahorra con cierta velocidad, no es un proceso que sorprenda sino que se va palpando y por consiguiente se pueden tomar medidas al respecto. En mi caso, alguna de esas medidas podría haber sido viajar menos o conseguir algún trabajo. Quién le dice, a lo mejor hubiera podido convertirme en un buen guía turístico.
-¿Recomendaría que imitaran su comportamiento?
-Yo soy noticia porque exageré, pero le aclaro que no soy para nada "Zorba el griego", cuyo horizonte decisorio se medía en instantes. No soy quién para recomendar un estilo de vida, pero mi caso sirve para hacer reflexionar a todos aquellos que cavilan sobre cómo asignar esfuerzos personales, consumos y ahorros a lo largo de lo que les queda de su vida. Paul Anthony Samuelson gozaba tanto con su trabajo que decía que le pagaban por divertirse, pero a muy pocos seres humanos les ocurre algo parecido.
-Don Alexander, muchas gracias.
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