El bienestar en la muerte: el negocio de los servicios fúnebres se reinventa
Morir como uno desea se ha vuelto un lujo. Aunque el 60% de los estadounidenses preferiría morir en su casa rodeado de sus seres queridos, la mayoría entrega su destino a una sala de hospital sin ventanas, conectado con tubos y monitores. Lo que en un tiempo fue una parte de la vida hogareña se ha vuelto una experiencia solitaria y esterilizada, rodeada de rostros desconocidos. Estados Unidos, un país fundado sobre el duro individualismo y la libertad, no puede conceder siquiera el último deseo más simple. "Demasiada gente tiene una muerte clínica", dice Beth McGroarty, vicepresidenta de investigación del Global Wellness Summit.
The Global Wellness Institute, una organización sin fines de lucro dedicada a la vida sana, identificó una tendencia emergente que tiene gran atractivo para distintos grupos etarios de EE.UU. Es el bienestar en la muerte, por el que expertos en salud, académicos y líderes espirituales nos invitan a confrontar la ansiedad respecto del descanso eterno, así como a aprender a dar soporte al individuo y a la familia en todo el proceso de muerte.
Llamado también el "movimiento positivo de la muerte", abarca eventos, talleres y nuevos modos de atención. Asistentes de muerte asesoran a personas en su lecho; cafés de la muerte reúnen a los curiosos mórbidos para hablar de sus temores y proyectos de legado fuerzan a los moribundos a comunicar su voluntad y su esencia. Se ha creado toda una industria para lograr que la gente esté mejor preparada para aceptar su final, estableciéndose como alternativa a las carencias del establishment médico. Algunos dicen que una buena muerte ahora es parte de una buena vida.
"Todo lo que gira en torno de la muerte se está repensando radicalmente, desde hacer más humana la experiencia a reimaginar el duelo y los funerales", señala el Global Wellness Institute en su informe de tendencias de bienestar de 2019.
La generación de los baby boomers, que inventó la industria del bienestar con su insistencia en envejecer de modo diferente, actualmente encabeza el movimiento. Siguen haciendo ejercicio, escuchando música rock y valorando su independencia. Por este motivo, señala McGroarty, su último capítulo no debiera ser distinto. "Básicamente están diciendo: me niego a tener una muerte terrible".
En el siglo XIX los estadounidenses morían en sus propios hogares, que también albergaban sus velatorios y funerales. La era victoriana estaba obsesionada con la muerte y el duelo; numerosos rituales recordaban a los fallecidos y absorbían el período de duelo. De hecho, era lo acostumbrado observar el cuerpo hasta tres días para asegurarse de que los muertos no despertaran de un "sueño profundo" antes del entierro.
Esto cambió a comienzos del siglo XX, cuando se estaban construyendo más hospitales debido a avances en el campo de la medicina. Con el tiempo la medicina especializada reemplazó al doctor de la familia. Las familias ya no veían a sus seres queridos día tras día hasta el fin. La muerte se volvió menos familiar y la gente quedó más desconectada.
Los médicos ahora se concentran en demorar la muerte y manejar el dolor, y son pocos los que tienen entrenamiento para las conversaciones del fin de la vida.
"Nos entrenamos vigorosamente en demorar la llegada de la muerte y se nos juzga por cómo hacemos eso, pero muchos recibimos poca capacitación para confrontar la muerte", explica Junaid Nabi, médico y periodista.
Quizás los estadounidenses evitan manejarse con la muerte por otros motivos. Tienen una fijación -casi obsesión- con el bienestar y la vida. Los rituales en contra del envejecimiento, las intervenciones biológicas y la misión de Silicon Valley de "dominar la muerte" han inducido una locura que categoriza a la muerte como una especie de fracaso.
La mejor terapia
No hay nada seguro excepto la muerte y los impuestos. Y sin embargo la sociedad norteamericana solo habla realmente de estos últimos. Una encuesta de la California HealthCare Foundation concluyó que el 82% de las personas dicen que es importante escribir sus deseos para el fin de la vida, pero solo el 23% lo hace. Y casi el 80% dice que debiera hablar con su médico sobre los cuidados para el fin de la vida pero solo el 7% lo hace.
Un importante tema del bienestar en la muerte tiene que ver con simplemente hablar acerca del asunto que se calla. Festivales, cenas y nuevos sitios en la red apuntan a eliminar el carácter de tabú de la muerte. Reimaginar el fin de la vida, por ejemplo, es una serie de eventos a lo largo de una semana en San Francisco dedicados al tema a través de las artes, el diseño y representaciones. Aunque claramente se refiere a la muerte, se presenta como una "Celebración de la vida".
El juego de cartas Go Wish invita a los jugadores a hablar de cómo ven las opciones de cuidados para el fin de la vida. Califican la importancia de afirmaciones tales como "no estar conectado a una máquina". ¿El objetivo del juego? "Ayudarlo a expresar estas opciones".
Hay numerosas organizaciones que facilitan conversaciones difíciles. Death Cafe (Café de la Muerte), un programa que reúne a gente para "comer torta, beber té y hablar de la muerte", ha organizado más de 8200 eventos en 65 países desde 2011. Del mismo modo, Death Over Dinner (Hablar de la muerte en la cena), una organización sin fines de lucro que organiza comidas compartidas para que la gente abrace su propia mortalidad, facilitó más de 200.000 cenas, lo que se traduce en casi un millón de personas servidas.
"Cuanto más desafiante, cuanto más tabú es el tema, tanto más potencial hay para su transformación y para la conexión humana", dice Michael Hebb, fundador de Death Over Dinner. "En Estados Unidos tenemos la tormenta perfecta, que es un sistema quebrado que podría mejorarse con una conversación abierta".
Primeros pasos
Si bien el bienestar en la muerte es principalmente un movimiento de conciencia y apoyo, algunas startups han comenzado a comercializar lo que podría sentirse o cómo podría verse una "buena muerte". Megilla, por ejemplo, es un programa de grabación de videos online para personas mayores. Descripto como la "construcción de un legado para la era moderna" el sitio ofrece más de 500 preguntas que buscan encapsular los valores, los hobbies y las historias de una persona.
Su fundador, Nathan Firer, exproductor de TV, previamente filmó a personas mayores para proyectos de posteridad, por lo que cobraba entre US$5000 y US$7000 por cliente. No era demasiado accesible y advirtió "que los clientes por lo general se sentían incómodos al ser filmados". Con Megilla, los usuarios pueden responder preguntas en privado desde la comodidad de su notebook por 5 dólares al mes.
Pero mayormente el movimiento de bienestar en la muerte está compuesto de voluntarios y profesionales de la salud que han visto directamente las limitaciones de los cuidados para el fin de la vida. Hebb de Death Over Dinner ve al péndulo volviendo de la medicalización a una actitud más holística respecto de la muerte. Ha llegado al zeitgeist cultural, dice "pero creo que estamos en los comienzos".
La conciencia de la necesidad del bienestar en la muerte podrá estar creciendo, pero sus servicios aún no están disponibles en la mayoría de los hospitales y en general no son cubiertos por los seguros médicos.
Mientras tanto los que impulsan el movimiento están ajustando las mejores prácticas para una sociedad moderna llena de estrés. "Cuando se oculta algo o se olvida cómo hacer algo, mucha sabiduría queda por el camino", dice Hebb. "No es un acto médico, es un acto humano, de la comunidad. La gente se siente cada vez más empoderada para reapropiarse de estas decisiones".
Traducción Gabriel Zadunaisky
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