El BCE entra en acción para impedir que Europa se vuelva un nuevo Japón
FRÁNCFORT—El Banco Central Europeo adoptó el jueves drásticas medidas para combatir una inflación que ha alcanzado niveles alarmantemente bajos. El organismo anunció un paquete que incluye una tasa de interés negativa sobre los depósitos de los bancos en el BCE como parte de su empeño por incentivarlos a conceder más créditos a sus clientes.
El BCE, no obstante, desistió de realizar las gigantescas compras de activos llevadas a cabo por los bancos centrales de Estados Unidos y Gran Bretaña, cuyas economías exhiben un mayor dinamismo que la zona euro.
Algunos inversionistas han puesto en duda que las medidas resulten suficientes para proteger la frágil recuperación de la zona euro y el propio Mario Draghi, el presidente del BCE, dejó la puerta abierta para emprender nuevas iniciativas. "¿Terminamos? La respuesta es no. Si es necesario, dentro de nuestro mandato, no hemos terminado", manifestó. Añadió que la compra de activos a gran escala sigue siendo una opción.
En un momento en que la inflación se ubica por debajo de lo que le gustaría, el BCE recortó la tasa de interés de referencia e informó que pondrá a disposición de los bancos este año hasta un máximo de 400.000 millones de euros, unos US$545.000 millones, en créditos baratos con la condición de que aumenten los préstamos al sector privado. El prolongado plazo de cuatro años de los créditos es otra política inusitada para el banco central y resalta su preocupación de que la debilidad en los precios al consumidor y un descenso del crédito generen un círculo vicioso que también deprima los salarios y la creación de empleos.
El anuncio tiene lugar apenas dos días después de la divulgación de un informe que mostró que la inflación de doce meses en la zona euro anotó en mayo un alza anualizada de apenas 0,5%, muy por debajo de la meta del BCE de poco menos de 2%. Algunos economistas prevén que los precios seguirán cayendo en los próximos meses.
"Mientras más se prolongue (la inflación baja), mayores son los riesgos", advirtió Draghi en una concurrida conferencia de prensa. "Es a eso contra lo que estamos reaccionando", aseveró.
El euro cayó tras el anuncio a 1,3503 unidades por dólar, desde poco más de 1,36, su nivel más bajo de los últimos cuatro meses. Posteriormente, la divisa europea se fortaleció y recuperó las pérdidas en las que había incurrido durante la jornada. El BCE aclara que no busca impactar el tipo de cambio, pero ha advertido que la reciente fortaleza del euro ha contribuido a la debilidad de la inflación.
Las acciones de las empresas europeas alcanzaron en la jornada su nivel más alto de los últimos seis años y medio, lideradas por los bancos, antes de ceder parte de los avances.
Marco Tronchetti Provera, presidente del fabricante italiano de neumáticos Pirelli & C. SpA, señala que las medidas deberían levantar el ánimo de los empresarios. "No es tanto la magnitud de los recortes, sino el hecho de que el BCE ha indicado que va a actuar. Es una señal importante", dice.
El BCE ha utilizado todas las herramientas a su disposición para indicar "que esta es una respuesta enfática", señala Ken Wat-tret, economista de BNP Paribas. "No estoy convencido de que será suficiente para alterar la trayectoria de la inflación", expresa.
La lucha del BCE contra la baja inflación coincide con los esfuerzos de los bancos centrales de buena parte del mundo para reactivar el crecimiento cuando ya han transcurrido cinco años desde el fin de la recesión global. El repunte de EE.UU. es uno de los más débiles de la historia, mientras que China trata de prevenir nuevos problemas en el mercado inmobiliario. Otras partes del mundo se han visto afectadas por crisis que van desde el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania a la evolución de Medio Oriente después de la Primavera Árabe.
La preocupación de fondo tanto para Europa como para la economía mundial es que una inflación entre muy baja e inexistente se arraigue en la zona euro, dejando a la región endeudada y con un crecimiento mediocre incluso en las épocas de reactivación.
Algunos economistas creen que Europa corre el riesgo de convertirse en una versión ampliada de Japón, que ha sufrido de bajos precios y estancamiento económico, aunque la mayoría de los países de la zona euro no caiga en una deflación. Japón, en todo caso, ha empezado a experimentar alzas constantes en los precios al consumidor, al igual que EE.UU. Los bancos centrales de ambos países han sido mucho más enérgicos que el BCE en la compra de deuda pública y privada con el objeto de reducir las tasas de interés de largo plazo.
El BCE redujo su tasa de referencia desde 0,25% a 0,15%, el nivel más bajo de la historia. Eso implica un abaratamiento en los costos de financiamiento de los bancos comerciales de la zona euro. La entidad también recortó la tasa sobre los depósitos bancarios a un día en el banco central de 0% a -0,10%, lo que significa que les empezará a cobrar a los bancos que depositen sus fondos en el BCE.
Draghi también reveló que el BCE prestará más dinero a los bancos a tasas atractivas a partir de septiembre. El programa contempla un monto inicial de 400.000 millones de euros y los créditos deben ser devueltos en cuatro años. Los bancos, a su vez, deben demostrar que están prestando más fondos al sector privado. De lo contrario, se verán obligados a pagar los créditos del BCE antes de tiempo. No obstante, los intentos previos del BCE para estimular el crédito no fructificaron.
Hay mucho en juego. Una recuperación más saludable de la zona euro es vital para alcanzar un crecimiento más equilibrado de la economía global. Hasta el momento, el repunte europeo ha sido más débil que los de Asia y EE.UU. La débil demanda de la zona euro significa que Europa no ha contribuido mucho al crecimiento global y, en lugar de ello, se ha vuelto más dependiente de la demanda proveniente de otros continentes.