El banco central de China, el yuan y los mercados: anatomía de una crisis
A fines de noviembre, cuando el Fondo Monetario Internacional admitió el yuan en el exclusivo club de monedas de reserva mundial, los funcionarios del banco central chino se felicitaron por un trabajo bien hecho. "Había una sensación de misión cumplida", reconoce uno de ellos.
El sello de aprobación del FMI puso la moneda china en la misma categoría que el dólar, el yen y la libra esterlina, un objetivo largamente buscado por China y acorde con su estatus como segunda economía del mundo.
Beijing también consideró que esto les daba luz verde para cambiar sus prioridades desde fortalecer el yuan a depreciarlo para estimular la economía, de acuerdo con entrevistas de The Wall Street Journal con más de una decena de funcionarios y asesores del Banco Popular de China.
Las autoridades se internaron en el peligroso camino de tratar de debilitar gradualmente al yuan para abaratar las exportaciones chinas, dicen las fuentes. Los planes para facilitar las transacciones con la divisa china fueron archivados.
El enorme riesgo de esa estrategia se hizo dolorosamente evidente esta semana, golpeando a los mercados globales, desde las acciones a las materias primas. El intento del banco central de orquestar una devaluación ordenada del yuan fue abortado por los inversionistas, que salieron a vender yuanes en masa y se entreveraron en una batalla titánica con el banco central por el control de la magnitud y la celeridad de la caída.
Después de haber llevado el yuan a su nivel más bajo frente al dólar en cinco años este jueves, el banco central se vio obligado a salir a comprar de nuevo para impedir que el descenso se convirtiera en una estampida de los operadores globales, muchos de los cuales están instalados en los rascacielos de Hong Kong.
Las sacudidas del Banco Popular de China dejaron atónitos a los operadores, que vieron cómo apuestas de hasta US$50 millones hechas por fondos de cobertura que transan yuanes fuera de China eran puestas en riesgo, dijeron fuentes del mercado. "Es casi imposible que alguien tenga confianza y tome una posición porque en apenas cinco minutos uno podría quedar completamente descolocado", dice Ashley Perrott, director de renta fija asiática de UBS Global Asset Management en Singapur.
Las consecuencias en otros mercados también fueron severas. Los inversionistas interpretaron las medidas del banco central de dos maneras: como una señal de que la economía china se está desacelerando más rápido de lo que muchos esperaban y como una indicación de que el gobierno no sabe cómo abordar la situación, una preocupación recurrente desde mediados del año pasado.
El jueves, menos de media hora después de la apertura, una rápida caída de 7% activó una regla de interrupción de operacio-nes, resultando en la jornada más breve en 25 años. Fue la segunda vez que ello ocurre en la primera semana del actual sistema. Más tarde, el regulador de valores suspendió el mecanismo.
Mientras tanto, las bolsas de todo el mundo cayeron y los precios del petróleo se vinieron abajo. El volumen de transacciones de yuanes fue bajo el jueves debido al desconcierto del mercado sobre el próximo paso del Banco Popular de China, que resultó ser una diatriba contra los inversionistas.
"Algunas fuerzas especulativas están tratando de obtener ganancias (…) del renminbi" (el nombre oficial del yuan), dijo el comunicado del banco central. Tales actividades "no tienen nada que ver con la economía real (de China)" y sólo han causado "fluctuaciones anormales" en la moneda, sentenció el organismo.
El comunicado trató de aplacar los nervios al indicar que la entidad "tiene la capacidad de mantener la estabilidad del renminbi en un equilibrio razonable" y que los fundamentos económicos no son compatibles con la depreciación a largo plazo de la divisa.
De todos modos, el tono combativo dejó en evidencia que el esfuerzo por controlar los mercados se ha convertido en un cos-toso callejón sin salida para Beijing. Desde mediados de agosto, cuando realizó una devaluación sorpresiva, el banco central ha recurrido a sus reservas de divisas para dar batalla a quienes apuestan contra el yuan.
Las reservas chinas cayeron US$108.000 millones en diciembre, respecto del mes anterior, una cifra récord, para quedar en US$3,33 billones, según datos divulgados del jueves. La cifra casi quintuplicó las estimaciones de los analistas.
"China está pagando el precio de su falta de entusiasmo hacia la liberalización del mercado y su incapacidad para cortar el cordón del control estatal de mano dura de los mercados y la economía", afirma Eswar Prasad, profesor de la Universidad de Cornell y ex responsable de China del FMI. El experto añadió que un claro compromiso con las reformas es la única opción que China tiene a su disposición para estabilizar los mercados y restaurar la confianza.
Beijing ha tratado de hacer una pausa en la liberalización de la economía desde mediados de 2015, cuando las oscilaciones en los mercados de acciones y divisas fueron más violentas de lo esperado por las autoridades y pusieron a prueba su capacidad para manejar la situación. En lugar de proseguir con las reformas, el gobierno ha tomado medidas para impedir la salida de dinero de China. El banco central, por ejemplo, suspendió las operaciones de divisas de algunos bancos extranjeros para hacer más difícil a los inversionistas extranjeros apostar contra el yuan.
"El aumento de los costos asociados con las apuestas de divisas va en contra de la meta de la internacionalización del renminbi", dice Zhong Zhengsheng, director de investigaciones económicas de Hua Chuang Securities, una firma estatal de corretaje. "Esto demuestra que ese objetivo está tomando un segundo plano ante la necesidad de estabilizar el tipo de cambio".
La decisión del FMI el 30 de noviembre de declarar el yuan una moneda de reserva oficial eliminó un incentivo para que el banco central siguiera apuntalando su valor. El objetivo actual parece ser dejar que el yuan se deprecie gradualmente para hacerlo subir un poco durante el segundo semestre, según asesores del Banco Popular de China. Es entonces cuando Beijing será sede de la cumbre del Grupo de los 20 mayores países industrializados y en desarrollo, ansioso por mostrar el poderío económico de China.
La estrategia, sin embargo, está llena de riesgos. El principal de ellos, dicen los analistas, es la dificultad de revertir las expectativas del mercado de una mayor devaluación. En Hong Kong, donde el yuan puede comprarse y venderse libremente, se negocia con un gran descuento respecto de China, donde su valor se cotiza dentro de una banda dictada por el gobierno.
Preocupados por el continuo debilitamiento del yuan, algunas compañías tratan de cancelar su deuda por adelantado. La aerolínea estatal China Eastern Airlines, por ejemplo, pagó hasta US$1.000 millones de deudas el lunes, citando la necesidad de reducir su exposición a las fluctuaciones del tipo de cambio.
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