El audio de Macri que llegó al grupo de chat de 260 empresarios
Se jactan de representar entre todos el 80% del PBI. Y de ser algo así como "la AEA del siglo XXI", en referencia a la Asociación Empresaria Argentina, la agrupación que surgió en 2002 al calor de la crisis. Ésta parece una versión descontracturada: no hay tiempo de reunirse, dicen, y por eso no pasan de un grupo de WhatsApp. Son unos 260 ejecutivos que opinan sobre la situación del país y que defienden causas siempre presentes en el establishment: la propiedad privada, la libertad de mercado, conceptos en general expresados con culpa en la Argentina.
Es un chat 100% de empresarios. Se llama "Nuestra voz" y no por casualidad nació el 29 de mayo pasado, día del último paro general, todavía con la intención de voto de Macri por el piso y acorde con los pedidos que ya entonces había empezado a hacerles Marcos Peña en las reuniones en Casa Rosada: la necesidad de militar una transformación cultural de la Argentina en pequeñas comunidades. Hay nombres relevantes. Carlos Miguens (Sadesa), Federico Braun (Supermercados La Anónima), Cristiano Rattazzi (Fiat Auto), Martín Cabrales, Marcos Galperin (Mercado Libre), Hugo Sigman (Grupo Insud), Gabriel Martino (HSBC) e Inés Bertón (Tealosophy), entre muchos otros, más los dos que armaron la convocatoria desde un usuario identificado como "Círculo celeste y blanco": Martín Migoya y Guibert Englebienne, de Globant. "No queremos atropellos", explican como resumen de ideario de fundación del grupo, que podría tener en las próximas horas una primera reunión y, así, salir del mundo virtual al físico.
La iniciativa habría pasado inadvertida si no hubiera recibido en los últimos días una doble bendición desde el poder. Una de ellas, apenas anecdótica: enterado, el propio Presidente de la Nación les envió el viernes pasado un mensaje de audio a través de Migoya. "Cómo andan, soy Mauricio Macri. Quiero decirles que Martín Migoya me ha contado que este nuevo grupo ha tomado como tarea batallar, defender los valores, esa Argentina que todos queremos, este cambio que hemos emprendido, un cambio cultural profundo para nuestro país que apunta a que todos los argentinos tengamos mejores oportunidades de progreso, que realmente tengamos un país federal, con trabajo para todos. Así que un abrazo grande y muchas gracias por lo que están haciendo", se oye en la grabación.
Dicen sus miembros que el mensaje envalentonó a todos. Que el grupo "explotó", en jerga más de generación X o babyboomers que de millenialls, y eso terminó de consolidarlo. El otro respaldo, más estructural, había llegado tres días antes: la incorporación de Miguel Ángel Pichetto a la fórmula presidencial para octubre fue una decisión que le permitió al establishment no sólo refrescar los antiguos anhelos de una administración más amplia sino, incluso, volver a creer en un nuevo mandato presidencial. Esa jugada, que le devolvió vigor a la propuesta oficialista, llegó justo antes de que las expectativas de todos se terminaran de desmoronar: cuando, decepcionados con el Gobierno, habían empezado a mirar con simpatía las candidaturas de Roberto Lavagna y Sergio Massa.
"Nuestra voz" puede ser leído como el chat de Yrigoyen. O, con menos malicia, como el compendio de las banderas de siempre en versión emoticón: esas que levantaba en soledad en tiempos del kirchnerismo el español Antonio Estrany y Gendre, experimentado colaborador de los Bulgheroni, sobre el final de cada almuerzo del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp), cuando mostraba en el Alvear la copa de champagne y proponía a las mesas un "brindis por el capitalismo" ante la incomodidad del resto. Perdido por perdido, con el desgaste y las decepciones de estos años, el augurio parece ahora más modesto: que al menos no vuelvan los que espantan.
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