El arte en cuarentena cambia de paradigma

El arte no es un mundo aparte. Sin ferias, ni bienales, sin subastas, ni museos, quo vadis? Un parate inédito impone una reacción veloz frente a un futuro incierto. Lo que era una tendencia se ha convertido en el modus operandi obligado para hacer de la crisis una oportunidad: acelerar el cambio de paradigma y entrar de lleno en la era digital.

Si todo fuera normal, arteBA hubiera hecho el jueves su lanzamiento oficial en el Malba, con la presencia de los organizadores y de los galeristas, que son quienes sostienen financieramente la feria más importante de la Argentina.

Pero no. Semanas atrás se anunció oficialmente la cancelación de la feria porteña, por razones obvias y sin fecha puesta para el segundo semestre. Sin embargo, ya está online la edición especial arteBA, en colaboración con artsy.net, una fenomenal plataforma para exhibir y vender arte, que tiene como cliente, entre otros, al "modelo" Art Basel.

Desde el 8 y hasta el 30 de abril se exhiben las obras de los artistas participantes, en un formato digital de buen diseño, con varias opciones de acceso: artista, galería, obra, tamaño y rango de precio. El modelo digital de comercialización invita a conectar con la galería, ampliar información sobre la búsqueda y cerrar la compra. Lo que parecía remoto se ha vuelto una necesidad impuesta por la pandemia, el aislamiento y el escenario sanitario global. Al menos por un largo tiempo no habrá encuentros masivos, como son las ferias, que en Buenos Aires recibía un promedio de 100.000 visitantes en tres días. Esas largas colas en la Rural y la multitud celebratoria de la fiesta inaugural son postales del pasado. En el nuevo escenario no hay público, ni compras mediáticas, ni selfies, ni corte de cintas. Otro mundo.

Más de 50 por ciento de las ventas de arte se concreta en las ferias, que en el siglo XXI se multiplicaron de manera sideral. Hay más de 300 ferias en el planeta, que poco a poco han ido encontrando su nicho y segmentando oferta y demanda en busca de mejores resultados. En la región nacieron y se consolidaron ArtBO (Colombia), San Pablo (Brasil), ChAco (Chile) , Parc y Art Lima (Perú), y, por supuesto, arteBA con una posición de liderazgo.

Esta catarata ferial coincidió con el interés de los coleccionistas y de los museos por el arte latinoamericano moderno y contemporáneo, cuyo mejor ejemplo es el Malba, a partir de la colección de Eduardo Costantini y de los millones que pone de su bolsillo para sostener la gestión.

A este fenómeno se sumó el coleccionismo itinerante, que viajaba de feria en feria en una combinación glamorosa de arte y turismo. La última cita fue en Arco, de Madrid, inaugurada por los reyes en el umbral de la tragedia.

Y el primer toque de alarma llegó en enero, cuando Art basel anunció la cancelación de la feria de Hong Kong, base asiática del relojito suizo. Parecía lógico cancelar, porque la concentración del coronavirus estaba en Asia. En ese momento, los grandes jugadores del mercado, como Gagosian y Hauser & Wirth, subieron a la web las paredes de la galería con muy buenos resultados de ventas.

Dos semanas atrás, los directivos de Art Basel anunciaron la postergación de la tradicional feria de primavera en Basilea, Suiza. Este año será en otoño. Un cambio de fecha cargado de optimismo porque nada indica que para entonces la pandemia haya terminado.

Mientras tanto, las rematadoras han doblado la apuesta por las subastas online. Sotheby's y Christie's cambiaron el paradigma. Acreditan experiencia y apuntan a los nativos digitales, a los millennials. Los nuevos coleccionistas pagaron la semana pasada US$500.000 por una foto de Lászlo Moholy-Nagy (tapa de la revista Broom, 1923). Ocurrió en Sotheby's de Nueva York. En el foco de la pandemia, se anotó un récord histórico para una subasta de fotos online: US$3 millones . La cuarentena global cambió las reglas de juego. Ya nada será igual.

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