El año del ballottage del rumbo económico
Se votará si seguir con la normalización o si se vuelve al pasado
Con el año también comenzó el camino hacia el ballottage "de rumbo" que serán las elecciones. En un ballottage se vota al candidato preferido o a aquel con el que, sin serlo, se coincide en orientación. Aunque Cambiemos gane no tendrá mayorías propias, pero lo que se definirá va más allá de eso.
Se votará si seguir con la normalización económica e institucional que apoyan distintas fuerzas políticas, o si volver al pasado. Y empezó una carrera entre el objetivo del oficialismo de que mejore la economía y el objetivo de diversos sectores de la oposición peronista de unificarse.
El Gobierno terminó un año difícil razonablemente bien. Revirtió el desgaste por Ganancias, no hubo conflictos sociales, reaparecieron algunos brotes verdes, la inflación bajó un escalón importante -aunque se muestre algo remisa a bajar el siguiente- y los resultados del blanqueo han sido extraordinarios.
El recambio ministerial oxigenó Hacienda con un perfil más técnico. Dujovne ya anticipó parte de la agenda que requiere la economía, incluyendo la racionalización del gasto, el sobrecumplimiento de la meta de déficit para 2017 y una reforma tributaria que promueva el crecimiento y el empleo.
La agenda está incompleta. Falta el sendero de consolidación fiscal hasta 2019, dar transparencia a las cuentas públicas (déficit 2016, ingresos del blanqueo, rentas del BCRA y Anses), mejorar la oferta de bienes públicos señalizando metas, sujetar el sector público a auditorías privadas -aunque sigan los organismos públicos de control-, y aplicar la ley de ética para evitar uso privado de recursos del Estado por los funcionarios.
Dujovne hará una gran contribución al nuevo ministro Caputo. En mercados internacionales más difíciles post-Trump la visión de un ministerio de Hacienda capacitado y dedicado a encarar el gasto, el déficit y las distorsiones impositivas, contribuirá en la búsqueda de los US$ 43.000 millones de deuda que es necesario emitir para los vencimientos y el déficit.
Y la elevación de Finanzas a ministerio debería ser bienvenida en un país donde la deuda pública ha generado tantas crisis en su historia de nueve defaults, y donde está pendiente el desarrollo del pequeño mercado local de capitales. No es bueno que el Ministro de Finanzas piense que la deuda pública es baja, pero su excelente desempeño en el acuerdo con los holdouts le da credenciales para su nueva responsabilidad.
El Presidente ha rodeado estos cambios ministeriales con declaraciones propias de la necesidad de atacar la inflación, el gasto, el déficit, la ineficiencia y la falta de competencia, marcando una agenda de transformación. El primer interrogante es si mantendrá esta agenda en la campaña electoral. El segundo interrogante es si en este nuevo ballottage de rumbo la población votará el cambio o el retroceso.
El autor es economista y ex gerente general del Banco Central