El 10/12/2023 los necesitaremos a todos
El futuro ministro de Economía desestimará algunas propuestas y reformulará otras, provocando algún que otro enojo; esto no debería detenerlo a la luz de la realidad que tiene que enfrentar
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Hay que subestimar groseramente el desafío que enfrentarán quienes tengan la “mala suerte” de ganar la elección presidencial de 2023 para -en el plano de la política económica- colocar una “o” entre Espert, Lacunza, Laspina, López Murphy, Lousteau, Melconian, Milei, Redrado y Tetaz. Y perdón si me olvido de alguien.
Un debate en televisión referido a la factibilidad y conveniencia de la “banca Simons” es puro circo. Una discusión a puertas cerradas, entre especialistas, referida a la aplicación en Argentina 2023 de la propuesta de reforma financiera planteada por el norteamericano Henry Calvert Simons (1899-1946), es muy importante. Junto a otras iniciativas, referidas al plano financiero, también dignas de consideración.
Una política económica surge de la interacción entre un rumbo y la correspondiente implementación. El rumbo tiene mucho que ver con las circunstancias; la implementación surge de conocimientos específicos. La grandilocuencia suena muy bonita, pero sirve para muy poco.
Comprendo que algunos compatriotas sueñen con que los colegas nombrados se tomen de la mano, canten juntos el Himno Nacional, se olviden de sus egos y actúen como abnegados angelitos. Si pedimos tanto nos vamos a volver a frustrar.
Lo que está ocurriendo es que cada uno está trabajando en diferentes aspectos de la política económica, cuyos resultados eventualmente harán circular entre los colegas que, por tener experiencia, estarán en posición para evaluar lo que sirve, cuando alguno de ellos (u otro) tenga que cumplir la función de ministro de Economía.
Cualquier política económica incorpora conflictos, por lo cual no se pueden satisfacer simultáneamente todos los anhelos. Lo cual quiere decir que el futuro ministro de Economía desestimará algunas propuestas y reformulará otras, provocando algún que otro enojo. Pero esto no debería detenerlo, a la luz de la realidad que tiene que enfrentar.
Además de lo cual tiene que “venderle” la política económica a su presidente, al Congreso, a los intereses sectoriales, etc., porque ninguna política económica se da en el vacío.
A todos los economistas nombrados los conozco y los aprecio. Cuando los veo pelear, azuzados por algún periodista (sólo el desacuerdo eleva el rating), sonrío. Lo único que me preocupa es cuando no los veo trabajando en la sustancia de la política económica que habrá que aplicar a partir del 10 de diciembre de 2023.
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