EE.UU. se vuelve más reacio al riesgo y menos emprendedor
Los estadounidenses se enorgullecen desde hace mucho tiempo de su disposición a apostarlo todo por hacer realidad un sueño. Pero ese espíritu de riesgo parece estar desvaneciéndose.
Tres tendencias sugieren que la economía de Estados Unidos se ha vuelto más reacia al riesgo: las empresas crean menos empleos, incluso en épocas de vacas gordas; los inversionistas dedican menos fondos a nuevos emprendimientos y, en general, los estadounidenses forman menos compañías y están menos dispuestos a cambiar de trabajo o de ciudad para aprovechar una nueva oportunidad.
Las tendencias reflejan cambios más amplios y permanentes, como el envejecimiento de la población y el dominio que las grandes empresas ejercen sobre muchas industrias. Estos factores también podrían ayudar a explicar las recuperaciones económicas más débiles después de las últimas tres recesiones, indican expertos.
"EE.UU. ha tenido éxito en parte debido a su dinamismo, su alto ritmo de creación y destrucción de empleo y su alto ritmo de rotación de trabajadores", sostuvo John Haltiwanger, economista de la Universidad de Maryland que estudió el declive del espíritu emprendedor estadounidense. "La visión pesimista es que perdimos nuestro brío".
Las compañías que apuestan a ideas nuevas tienen más probabilidades de colapsar, pero también de prosperar. Los emprendedores tienen muchas probabilidades de fracasar, pero los que logran ser exitosos crean empleos para muchos otros.
Igual de importante, según los economistas, son los pequeños actos de toma de riesgos: los trabajadores que renuncian a su empleo para conseguir uno mejor, las empresas que expanden su nómina y las familias que se trasladan desde regiones con una economía débil hacia otras con bajas tasas de desempleo. Multiplicados a lo largo de la economía del país, estos actos de fe y ambición aceleran la llegada de dinero, talento y recursos a los lugares que los necesitan.
La toma excesiva de riesgos puede ser peligrosa, como lo demostró la crisis financiera. Pero una amplia gama de economistas estadounidenses, de distintas especializaciones y orientaciones políticas, coinciden en que una clase de toma de riesgo específica y necesaria está en declive.
Históricamente, la toma de riesgo sustenta altas tasas de recambio —muchas contrataciones y despidos, formación y destruc-ción de empresas— que les confieren a las economías más flexibilidad para adaptarse a los cambios en los mercados.
Maxim Schillebeeckx encarna la clase de estadounidense joven y ambicioso que durante muchos años ha impulsado la economía de EE.UU. Tiene 28 años y está haciendo un doctorado en genética en la Universidad Washington, en St. Louis. También tiene un título de posgrado en economía y ayudó a formar una consultora encabezada por estudiantes para brindar asesoría científica a las empresas locales recién formadas.
A pesar de su entusiasmo por emprender iniciativas y su experiencia en el lanzamiento de empresas, Schillebeeckx cuenta que prefiere la seguridad que le otorgaría un empleo en una consultora o una firma de private equity, que fundar una compañía o trabajar para un emprendimiento nuevo. "Soy poco propenso al riesgo", reconoció. "Por el lado emprendedor, hay que estar dispuesto a dar un salto al vacío".
Haltiwanger y otros economistas sostuvieron que esta menor tolerancia al riesgo —tanto por parte de las empresas como de los individuos— ha coincidido con una desaceleración de la economía estadounidense, en particular en la creación de empleo.
En las ocho recesiones por las que ha atravesado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta fines de los años 80, EE.UU. tardó poco más de 20 meses, en promedio, en lograr que el empleo regresara a su máximo previo a la recesión. Pero después de la recesión relativamente ligera de comienzos de los 90, la cifra subió a 32 meses. Luego de la recesión aún más leve de 2001, demoró cuatro años. Hoy, casi cuatro años después de que la última recesión llegara a su fin, el empleo no alcanza su máximo previo a la crisis.
Algunos sectores de la economía estadounidense conservan el espíritu de riesgo. Google, Apple y Facebook cambiaron la cara del sector tecnológico y crearon categorías nuevas de productos y servicios. Las empresas energéticas y sus inversionistas han apostado miles millones de dólares a técnicas de perforación que han desbloqueado nuevas reservas de petróleo y gas natural.
Ciudades costeras de EE.UU. como San Francisco y Boston, y ciudades universitarias como Boulder, en el estado de Colora-do, y Austin, en Texas, albergan vibrantes comunidades de emprendedores e inversionistas.
Pero la toma de riesgo parece más concentrada que en años anteriores, tanto por industria como por región, afirmó Dane Stangler, director de investigación y políticas de la Fundación Ewing Marion Kauffman, una organización sin fines de lucro de Kansas City, Missouri, que estudia el emprendimiento. "Observamos una gran divergencia geográfica", indicó. "Tenemos semilleros de startups, pero no se aprecia el mismo nivel de actividad en otras áreas del país".
Cada vez menos estadounidenses eligen el camino del emprendimiento propio. En 1982, las empresas fundadas hace menos de cinco años representaban alrededor de la mitad de todas las compañías de EE.UU., según datos del censo. Para 2011, equivalían a poco más de un tercio. Las empresas también están asumiendo menos riesgos. En lugar de expandir sus nóminas, por ejemplo, están guardando más efectivo.
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