Edesur perdió $ 1358 millones y dice que su negocio es inviable
La eléctrica tuvo pérdidas por la falta de ajustes tarifarios y el fuerte incremento de sus costos; Edenor, que presentará sus números en algunas semanas, está en una situación similar
Edesur es la segunda entre las mayores empresas de distribución de electricidad del país, detrás de Edenor. Abastece a más de seis millones de clientes en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, tiene 32.500 kilómetros de redes eléctricas y por sus cables pasa el 20% de la energía que se consume en la Argentina, todas alternativas para constituir un negocio rentable. Pero le ocurre lo contrario. Con más de seis años sin ajustes en sus tarifas, camina por el precipicio económico desde hace años. Ayer lo reconoció en un documento público: "El resultado negativo del ejercicio finalizado el 31 de diciembre de 2014 pone en evidencia que el margen de distribución percibido por la compañía es insuficiente para garantizar la sostenibilidad económico-financiera del negocio", explicó la empresa en un comunicado que envió a la Comisión Nacional de Valores (CNV) con la presentación de su balance del año pasado.
El diagnóstico de la empresa está basado en un conjunto de números rojos. El año pasado perdió 1358,5 millones de pesos. No quedó con un patrimonio neto negativo, es decir, en quiebra, por poco. Pero el rojo de 2014 es tan alto, estimaron en el sector eléctrico, que debería encarar una reducción de su volumen de acciones, toda una catástrofe en términos de señales para los inversores.
El quebranto de Edesur es uno de muchos en el sector eléctrico. Pero junto con Edenor son los mejores ejemplos de la crisis por la que atraviesa ese negocio en el país. La última de esas empresas presentará sus balances en las próximas semanas. Nada hace pensar que su situación haya sido distinta. En los primeros nueve meses del año pasado, anotó una pérdida de $ 1443 millones, y no hubo cambios en el último tiempo como para que ese número mejore.
Intervención estatal
Fuentes del sector eléctrico explican que el llamado Valor Agregado de Distribución (VAD), la porción de la tarifa que entra en la caja de esas empresas para remunerar su servicio, cubre hoy apenas el 20% de los gastos de las compañías. Es como si el sueldo de un empleado le alcanzara para cubrir dos de cada diez pesos que gasta, como comentó un ejecutivo que desde hace años trabaja en el sector de distribución.
"Está técnicamente fundida. Necesita fondos del Gobierno para pagar los sueldos y acumula deudas con Cammesa [la empresa que administra el sector eléctrico] por las compras de energía que distribuye. En ese estado, depende de fondos públicos para hacer las inversiones, que llegan tarde y son insuficientes. Pero cuando hay cortes, tiene que poner la cara para que el Gobierno siga exculpándose", resumió el ex secretario de Energía Daniel Montamat.
El resto del dinero lo pone el Estado con métodos más o menos heterodoxos. Hace dos años creó el Focede, una herramienta que le permitió cobrarles más a los usuarios. Es decir, una suba de tarifas que, en términos técnicos, no se llama de esa manera. Los fondos los maneja el Ministerio de Planificación y las empresas sugieren las obras por realizar, pero no administran los recursos. Por eso, pese al quebranto, Edesur hizo obras por $ 2075,2 millones, y el suministro mejoró en comparación con el verano pasado (aunque con las altas temperaturas también hubo numerosos cortes de energía, de lo que se informa en la página 28).
Ese mecanismo inspiró una reflexión curiosa del presidente de una de las mayores firmas del sector: "Más que empresas somos como electricistas. El Gobierno nos pide que hagamos una u otra obra, nos da la plata y controla el trabajo", dijo a LA NACION, bajo reserva de su nombre. Destacó de inmediato que es una operatoria precaria en comparación con el funcionamiento del servicio en países modernos.
En otros casos, el Gobierno sencillamente pone el dinero, por ejemplo, para pagar sueldos. El 9 de junio, el gerente general de Edesur, Antonio Jerez Agudo, le escribió una carta al vicepresidente de Cammesa, Esteban Kíper, para pedirle que "tramite y se otorgue un préstamo que permita a esta distribuidora [...] hacer frente al pago de los aumentos remunerativos" dispuestos por la Secretaría de Trabajo a principios de 2014. Por esta vía, la empresa esperaba recibir $ 600 millones entre mayo pasado y abril de este año. Algo similar ocurrió con Edenor.
Por último, las distribuidoras tienen la bendición oficial para no pagar por la energía que venden, quizá la mayor rareza del sistema. Así, acumularon hasta fines de 2014 una deuda cercana a los $ 18.000 millones con Cammesa, que a su vez no les paga a los generadores, que producen la electricidad. Aunque ese mecanismo evita la salida de recursos de las distribuidoras, la prueba queda en sus balances como pasivos. Allí está también su gran expectativa: tanto Edenor como Edesur esperan que Economía le envíe una nota a Cammesa para que les descuente una parte de su deuda, a cuenta, a su vez, de aumentos que el propio Gobierno les debería haber dado por la revisión de sus costos, algo que se firmó a mediados de la década pasada, pero nunca cumplió.
"Con tarifas prácticamente congeladas durante 11 años, cuando los índices de precios crecieron cerca de 10 veces, se llega a esos balances, a no pagar la energía ni parte de los salarios. Sin embargo, la decisión del Gobierno es no tocar las tarifas antes de irse y que el costo político lo pague el que lo suceda", sostuvo Emilio Apud, ex secretario de Energía que hoy asesora a Pro. "La pregunta que muchos se hacen es por qué Edesur y Edenor no dejan la concesión. La respuesta: porque sólo faltan 315 días para que cambie el Gobierno, y a las concesiones les quedan 70 años más", completó.
En la región, gana
Edesur pertenece a la italiana Enel, un gigante eléctrico mundial que en la región opera a través de la firma Enersis. A diferencia de lo que le ocurre al grupo en la Argentina, tuvo buenos resultados en la región. Según informó la agencia Reuters, las ganancias de Enersis habrían subido 17,4% en el cuarto trimestre en comparación con el mismo período del año pasado, con una utilidad de US$ 368,5 millones.
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