El té argentino, afectado por la crisis en las ventas al exterior
POSADAS.- No reúne ni diez manzanas en toda su extensión. Pero el pequeñísimo y apacible pueblo de Tres Capones, en la provincia de Misiones, tiene una historia muy poderosa para contar, que está a punto de cumplir un siglo. En 1923 el sacerdote Tijón Htaniuk llegó a ese pueblito colonizado por ucranianos para visitar a su hermano Vladimir. Y le trajo de Europa las semillas de Camellia sinensis: la planta de té. Casi sin darse cuenta, los hermanos Htaniuk daban comienzo al desarrollo de la actualmente consolidada industria tealera argentina.
Es un sector productivo que es muy competitivo a nivel mundial, que exporta a cada vez más países y que generó, a su vez, una industria de maquinarias y bienes de capital asociados a su producción, que también tiene ventas al exterior. Y es un sector en el cual la mayoría de las empresas sigue bajo control de las familias que las fundaron dos o tres generaciones atrás.
El peso de las exportaciones es tan fuerte que, cuando Estados Unidos cerró por el Covid-19 sus restaurantes y cadenas de comida rápida en ciudades como Nueva York, Los Ángeles o un pequeño pueblito del Medio Oeste donde los farmers hacen un alto para tomar un té helado, en la provincia de Misiones se sintió mucho el impacto.
El país de Donald Trump le compra también té a China, India o Pakistán, pero la Argentina es el principal proveedor. Según un informe de fines de 2019 del entonces Ministerio de Hacienda, en 2018 la Argentina vendió al exterior 76.000 toneladas de té y el 70% fue a Estados Unidos; en el comercio global del producto, el país ocupó el sexto lugar si la medición es por volumen. En el ranking por cantidad de dólares implicados estuvo, con US$94 millones, en el décimo puesto.
"Tenemos partidas vendidas en gran cantidad. El principal destino, EE.UU. tiene muchos retrasos de pedidos porque la mercadería no está siendo colocada para su consumo habitual en los comercios", explica Héctor Dingler, presidente de la Cooperativa Dos de Mayo.
Con exportaciones estancadas en volumen hace más de una década y pequeñas empresas que empiezan a sumarse a las cuatro grandes que siempre dominaron el negocio (Don Basilio, Urrutia, El Vasco y Casa Fuentes), el gran desafío del té argentino, una vez que pase la pandemia, será conseguir que se pague mejor por el producto.
"Nuestro té es uno de los más baratos en comparación con otros países productores. Nuestra meta es lograr que se vea de otra manera al té argentino. En los últimos tiempos hemos generado cambios en las certificaciones de nuestras plantaciones que no se comparan con la forma de producción en otros países", explica Carolina Okulovich, gerenta de Don Basilio.
La firma de Okulovich está en Oberá, epicentro de la actividad tealera junto a la vecina localidad de Campo Viera, todo muy cerca de Tres Capones. Misiones produce el 95% del té del país y el resto se elabora en el norte de Corrientes.
Las certificaciones o sellos de calidad obligaron a la industria a generar cambios. En las plantaciones, a cuidar más la salud de los colonos, asegurarse de que todos los chicos en edad escolar vayan a clase y de que los animales estén vacunados. Y se erradicaron las letrinas de las chacras. Las certificaciones alcanzan ya a 17.100 de las casi 40.000 hectáreas de plantaciones de té.
Esas condiciones superan a las condiciones de producción de otros países como Kenia o la India, donde el té se cosecha a mano.
Según datos del Ministerio del Agro misionero, existen 60 empresas pequeñas y medianas que elaboran industrialmente el té. A los cuatro grandes exportadores, se sumó un consorcio integrado por Klimiuk, Empro, Don Layo, WK1 y Cooperativa Ruiz de Montoya.
"Estamos trabajando para abrir nuevos mercados, por ahora hay algunas órdenes incipientes de Rusia", explica Renzo Klimiuk quien, a fines de 2019 viajó a Moscú y fue desandando, desde la Plaza Roja, el camino hacia el oeste: fue también a Polonia y Alemania.
"Visitamos clientes y algunos ya vinieron a conocernos y están muy interesados", dice el empresario. Y agrega que la falta de financiamiento y el alto costo de los fletes son dos de las principales debilidades. "Nos cuesta lo mismo mandar un contenedor hasta el puerto, que de ahí a la India", ilustró. "Así, quedamos afuera de algunos mercados porque no nos cierra el precio", señaló.
En 2017 Klimiuk recibió a Mauricio Macri en su fábrica en Campo Viera. El entonces presidente de la Nación preguntó: ¿Qué necesitan? Los seis integrantes del consorcio le dijeron a coro: financiamiento. Pasaron tres años y las crisis cambiarias nunca permitieron abordar soluciones de fondo.
Un punto destacable es que se generó una industria metalmecánica asociada a la cosecha y producción de té. "Tenemos máquinas que se producen en Misiones y se exportan", explica Okulovich.
La firma Lory Máquinas, de Oberá, desarrolló cosechadoras para el té y las vende a Ecuador y a países de África. La empresa fue fundada por Julio y su hijo Jorge agregó innovación. Entre otras cosas, "inventó" una cosechadora para la yerba mate que promete revolucionar la forma en que se realiza esa tarea, hasta ahora de forma manual.
HM Packing, también obereña, fundada por el ingeniero electromecánico Hugo Mousquere, empezó exportando envasadoras de té y ahora produce otras maquinarias para la industria forestal y alimenticia en general.
A punto de cumplir 100 años, el té argentino busca proyectarse, crecer y generar más trabajo.
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