Golpe al bolsillo: el número que enciende alertas tras el giro ortodoxo de Martín Guzmán
Es el número que siguen todos, y podría generarle un dolor de cabeza en el corto plazo al Gobierno y a millones de argentinos. Porque más allá de la temporaria calma del dólar y la caída de las reservas del Banco Central, el día a día del bolsillo está afectado por la inflación, por cuya aceleración advierten hasta documentos oficiales.
"Hacia adelante algunos factores podrían ejercer presión sobre el proceso de formación de precios", alertó la semana pasada el BCRA en su última edición del Informe de Política Monetaria.
La visión en alerta contrasta con el optimismo que intenta transmitir Martín Guzmán. "Sabemos que la inflación de octubre posiblemente sea la peor del año", se atajó el ministro de Economía un día antes de que el Indec difundiera el 3,8% de ese mes.
Las subas especialmente elevadas en alimentos (4,8%) y ropa (6,2%), asociadas a los vaivenes del dólar paralelo y la expansión de la brecha cambiaria a mediados de octubre, sin embargo, impactaron en los consumidores y abrieron interrogantes sobre ese sendero a la baja que persigue el Gobierno. Si bien para noviembre coinciden en que el indicador será menor, y rondaría el 3%, advierten sobre el recalentamiento en diciembre, un mes estacionalmente intenso, entre el cobro de los aguinaldos y las fiestas.
Son dilemas que enfrentan a la economía con la política y representan la parte amarga del ‘giro a la ortodoxia’ impulsado por Guzmán luego de que el dólar paralelo rozara los $200. Reclamadas y bien recibidas por sectores empresarios, medidas como los sucesivos aumentos en las naftas, el fin de precios máximos para los alimentos vigentes desde marzo o el futuro descongelamiento de las tarifas de servicios públicos, tendrán un impacto negativo en los precios.
Según Guido Lorenzo, economista jefe de LCG, noviembre tendrá una inflación del orden del 3%, pero ajustes en los combustibles acelerarán el indicador hacia adelante. "Impacta con más de un mes de rezago y llega hasta los tres meses en el IPC. El efecto más importante no es en el de primera vuelta, sino cómo se traslada a la cadena de valor", dice el analista.
Entre otros rubros, Lorenzo apunta especialmente a los alimentos. Según un relevamiento de LCG, entre 8000 categorías por sus precios online, solo en la última semana de noviembre la categoría tuvo subas promedio del 2%, con una aceleración por cuarta jornada consecutiva, dinamizada por frutas y carnes, donde influyen cambios en el consumo y el impacto de la exportación.
"Carnes está imparable, es el que más sube y tiene mucha incidencia. Algo que está pasando es que antes la demanda de los restaurantes era nula porque estaban vacíos, y la única venta era al público. Ahora abren sus puertas, hay cierta rivalidad en el consumo y los precios en el mostrador empiezan a subir", dice Lorenzo.
Además de alimentos, los analistas advierten sobre el impacto en el corto plazo de otros ajustes en precios regulados, como los cigarrillos, las naftas, la telefonía móvil o las prepagas; las subas en las cuotas de los colegios o las asociadas a las fiestas y los períodos de vacaciones. "El descongelamiento de precios máximos en rubros esenciales dejó subas del más del 10% en varios productos de la canasta básica. Por otro lado, la inflación mayorista de octubre también se había acelerado con fuerza (4,7%) y es esperable cierto traspaso a los precios minoristas en noviembre", dice Lorena Giorgio, economista de Econviews, quien proyecta un 3,8% para el mes que concluyó ayer.
La sábana corta de las decisiones también ata al Banco Central, que se mueve entre la brecha y el control cambiarios para evitar una devaluación brusca, mientras ajusta las mini subas diarias (crawling peg) para no retrasar el dólar oficial.
En noviembre, el mayorista tuvo la suba mensual más alta del año, y ahí aparece otro factor dinamizador de la inflación.
"Como los precios subieron más, el BCRA aceleró el ritmo de devaluación en noviembre, y se fue a 3,8% entre puntas del mes. En octubre había sido de 2,8%. Es una suba de un punto porcentual que suma presión a la inflación de noviembre", apunta Gabriel Caamaño, de Consultora Ledesma, sobre una política de doble filo: la inflación exige subir el tipo de cambio, que tiene a su vez efectos sobre los precios.
Inflación: un desafío para el verano y más allá
El consenso de bancos y analistas locales coinciden en que diciembre será el mes más caliente en materia de inflación: el último Reporte de Expectativas del BCRA proyecta un 3,5% para noviembre y un 4% para diciembre, que llevaría el IPC anual al 37%. El Gobierno se aferra, sin embargo, a una tendencia de 2020: a lo largo del año, marcado por la incertidumbre económica generada por la pandemia, las medidas de aislamiento, las restricciones en algunas actividades y los controles de precios, las proyecciones sobreestimaron la inflación que finalmente midió el Indec.
La cuestión de la inflación subiendo temperatura no termina en diciembre, y supone otro problema para el Gobierno, que en el presupuesto proyecta una baja de la inflación anual al 29%. El propio informe del BCRA advierte sobre los problemas para esa baja, por efecto de la búsqueda de recomposición de márgenes en el comercio minorista, la suba salarial producto de paritarias y la recuperación del precio relativo de los servicios, tres factores anestesiados por la pandemia.
El economista Camilo Tiscornia advierte que, además del impacto de rubros como el de prepagas, combustibles y alimentos en diciembre, el primer bimestre de 2021 podría verse afectada por la política monetaria, si el Tesoro apela a financiarse con emisión y utiliza los más de $300.000 millones de utilidades no giradas del BCRA para financiar su déficit. "En diciembre quizás no se nota porque estacionalmente aumenta la demanda de dinero, pero después esa cantidad de pesos que se volcó queda remanente y genera presión inflacionaria", dice el analista de CyT Asesores Económicos.
Más adelante queda por resolver la cuestión tarifaria, que vienen congeladas desde la administración de Mauricio Macri en 2019 y representan un nuevo dilema para el Gobierno. La cuestión de cuándo, cuánto y a quién aplicarle los ajustes ya divide aguas internamente, con Guzmán insistiendo con una suba en los valores que mantenga los subsidios "en términos reales", para cumplir con las exigencias que los funcionarios del FMI traen desde Washington.
"Este año apostaste a tener una inflación más baja reprimiendo precios, y cuando quieras actualizar vas a tener un efecto contrario", dice Lorenzo, al referirse a los congelamientos en la luz, el gas, el transporte y las telecomunicaciones, entre otros rubros. "Mucho no se puede patear, porque la contracara es el presupuesto y el gasto en subsidios, pero impacta directamente en el consumo de las familias y en el costo de las empresas", advierte el economista, quien descarta que 2021 cierre con la inflación del 29% rubricada en el presupuesto.
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