EADS-BAE pone a prueba la lealtad a Europa
La fusión requiere que las partes renuncien a intereses nacionales
La audaz oferta para fusionar la matriz del fabricante de aviones Airbus, European Aeronautic Defence & Space Co., con el gigante de defensa británico BAE Systems PLC avanza de la misma manera que muchos otros proyectos paneuropeos: como una prueba de la disposición individual de los países para subordinar sus intereses al bien del continente como un todo.
En esta ocasión, el dilema está entre crear una potencia industrial global o preservar el empleo local en medio de la peor crisis económica de Europa en varias décadas.
Los defensores de la combinación aseguran que fusionar ambas empresas en lo que sería la mayor compañía aeroespacial y de defensa del mundo por ingresos crearía un peso pesado europeo capaz de competir contra gigantes estadounidenses como Boeing Co. y Lockheed Martin Corp. También argumentan que la integración de los negocios de aviación civil y de defensa de las empresas ayudaría a compensar las oscilaciones del mercado, mejoraría la competencia tecnológica de la firma combinada y preservaría empleos en Europa en medio de un recorte del gasto militar.
Un gigante europeo de defensa también podría inducir a las fuerzas armadas del continente a cooperar más y mejorar la efi-ciencia de sus adquisiciones. La Agencia de Defensa Europea no ha tenido mucho éxito en su intento por unificar las adquisiciones en el bloque.
"La ventaja de un mercado menos fragmentado es obvia", dijo recientemente el presidente ejecutivo de AED, Claude-France Arnould, sin pronunciarse sobre la unión de EADS y BAE.
Pero tratar de alcanzar semejantes metas requiere primero que las autoridades británicas, francesas y alemanas hagan un acto de fe: renunciar a su actual autoridad en favor de una entidad paneuropea que podría no compartir sus prioridades nacionales.
La propuesta de fusión representa un enigma corporativo para los políticos que se parece a los problemas que afrontan a la hora de resolver la crisis del euro, crear un regulador bancario para la Unión Europea y preservar los viajes sin fronteras en el continente. En cada uno de esos casos, el ideal de la integración europea choca con cuestiones políticas de cada país.
El presidente ejecutivo de BAE, Ian King, y su contraparte en EADS, Tom Enders, señalan que su propuesta beneficia a Europa. "Ambas compañías están convencidas que es lo correcto [para] los países involucrados", dijo Enders el lunes.
Sin embargo, los políticos aún no están convencidos, especialmente en Berlín. Autoridades alemanas insisten en que los be-neficios de una combinación para la base industrial del país no bastarían como para renunciar al dominio del que goza ahora.
La principal preocupación no es la justificación financiera del acuerdo, si bien algunos la ponen en duda, sino la necesidad de estar en condiciones de igualdad con Francia en un grupo combinado.
Francia posee 15% de EADS a través de un consorcio que controla la compañía e incluye al grupo de medios francés Lagardère SCA y la automotriz alemana Daimler AG. Funcionarios franceses han asegurado que no están dispuestos a vender sus acciones de EADS, que representarían 9% de la nueva compañía. Alemania no tiene acciones de EADS pero ejerce una influencia significativa sobre las decisiones de Daimler relacionadas a su participación.
Las autoridades alemanas están preocupadas porque los políticos franceses no son tímidos a la hora de inmiscuirse en temas de gerencia en las compañías francesas para perseguir sus intereses nacionales. El temor en Berlín es que si Alemania no pue-de contrarrestar la influencia de Francia en una compañía combinada, el trabajo de Airbus que ahora se hace en Alemania podría trasladarse gradualmente hacia Francia y otros países.
Si el pacto recibe el visto bueno político, las empresas tendrán que convencer a los inversionistas escépticos. Las acciones de ambas han declinado desde que salió la noticia de la posible fusión.