Dónde estamos y para dónde vamos
L a economía muestra una marcada desaceleración. El producto bruto interno (PBI) que crecía a una velocidad anualizada de 8,7% en el primer semestre de 2011, se desaceleró a 4% en el segundo. En el primer trimestre de 2012 virtualmente se estancó. Luego, habría registrado una caída en el segundo trimestre, al contraerse 2% con relación al trimestre previo (8% anualizado). Por el lado de la demanda, se registra una fuerte caída de la inversión, un enfriamiento del consumo privado y una leve contracción de las exportaciones. El único componente de la demanda que sigue en ascenso es el consumo público. Por el lado de la oferta, el modelo sustitutivo de importaciones que resultaba expansivo 50 años atrás, hoy, en un mundo globalizado, resulta recesivo, dada la dependencia de insumos y bienes de capital importados que tiene la producción industrial más integrada al mundo.
Esta desaceleración no responde a que "el mundo se nos cayó encima". Prueba de ello es que el resto de la región (exceptuando Brasil) mantuvo un muy buen ritmo de crecimiento, con subas interesantes del consumo y la inversión. En números: la región, que durante todo 2011 se movió a una velocidad anualizada de 4,4%, moderó su ritmo de crecimiento en el primer semestre de este año en sólo 0,2 puntos (creciendo al 4,2% anualizado); mientras que la Argentina pasó de crecer a una velocidad anualizada de 6,4% en todo 2011 a contraerse a un ritmo de 4% anualizado en la primera mitad de 2012, mostrando un derrape de 10,4 puntos.
Aún más llamativa es la diferencia en materia de inversión: en la región la inversión creció 8% anualizado en la primera mitad de 2012, casi lo mismo que en 2011; mientras que en la Argentina la inversión que crecía 7% anualizado en 2011 se contrajo en el primer semestre de 2012 a un ritmo de 17% anualizado.
El mundo y la sequía algo afectaron aunque mucho menos que en 2009. Las causas de la desaceleración son esencialmente domésticas. El problema es que el modelo nacional y popular basado en una política siempre expansiva para estimular el consumo, un súper Estado cada vez más infinanciable y en una creciente intervención estatal para sustituir mercados, muestra indicios de fatiga como motor del crecimiento.
El modelo ha provocado daños que limitan la expansión de la oferta: hoy nuestro país se ubica muy mal en cualquier indicador de competitividad global; no logra atraer inversiones; se ha visto perjudicado por las represalias de países afectados por medidas discriminatorias de la Argentina, mientras el atraso cambiario presiona la rentabilidad industrial. A lo anterior se agrega que el Gobierno intentó resolver los problemas que el modelo generó (faltante de dólares por la elevada fuga de capitales; deterioro fiscal financiado con emisión y reservas; déficit energético; etc) de la peor manera posible: con control de cambios y de importaciones, reforma de la Carta Orgánica del Banco Central (BCRA) que permite emitir más, y con la expropiación de YPF y el reciente decreto 1277 de mayor intervención estatal en el mercado de hidrocarburos.
Errores y nuevos problemas
Esta errónea respuesta de política no sólo no resolvió los problemas, sino que agregó otros: provocó un notable deterioro de las expectativas y del clima de negocios (lo que resintió la demanda) y agravó los problemas de oferta (al trabar las importaciones de insumos).
En suma, se habría terminado el milagro de crecimiento a tasas chinas, pero ello no significa que la economía ingresará en un proceso recesivo.
Pensando a futuro, hay elementos que pueden jugar a favor. La caída del consumo parece haber encontrado un "piso" -en junio, mejoraron las ventas de shoppings, súper y autos- y hay chances incluso de que muestre alguna mejoría. Es que se prevé una fortísima emisión de pesos del BCRA ($ 70.000 millones entre agosto y diciembre) especialmente para asistir al fisco y es probable que parte de esos pesos "acorralados" termine volcándose al consumo. Sin poder refugiarse en el dólar y con tasas reales muy negativas, es posible que los agentes destinen esos pesos a la compra de bienes. Además, abril y mayo suelen ser los meses más flojos en lo referido al ingreso disponible y ya han quedado atrás.
Por otro lado, en 2013 puede volver a jugar a favor el agro. Es posible un salto en el valor de la cosecha de unos 7000 millones de dólares (si llueve lo suficiente). Si el Gobierno no reactiva la máquina de hacer macanas y no aumenta la expansividad de las políticas públicas (que podría provocar una suba de la brecha cambiaria y de la inflación), la economía tiene chances de dejar de caer en el segundo semestre, cerrando 2012 con un crecimiento del orden de 1%. Y, si se concretara el salto de la cosecha, 2013 podría mostrar un crecimiento de 2 por ciento. En definitiva, la economía puede repuntar, pero será una reactivación moderada. Se crecerá por debajo del crecimiento potencial por los factores estructurales negativos y por la política económica, donde prima más la ideología que el "sentido común". Estamos cada vez más cerca del la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y más lejos de Chile, Perú, Brasil, Colombia y Uruguay.