Qué quiso decir Luis Caputo cuando habló de “vender dólares para pagar impuestos”
“Van a faltar los pesos”, afirmó el ministro de Economía, al describir los pilares del esquema del Gobierno; además, recomendó no comprar divisas; el impacto de la brecha cambiaria y los riesgos del plan
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“La moneda fuerte será el peso”, insiste el ministro Luis Caputo, en la página fuerte de los principios económicos que hoy pareciera guiar al Gobierno. Archivada o postergada la idea de la dolarización y la degradación de la moneda local al nivel de “excremento” (dos pilares discursivos de la campaña presidencial de Javier Milei), hoy el titular del Palacio de Hacienda intenta construir en sentido contrario y busca convencer a los argentinos de que valdrá la pena quedarse en moneda local.
“Van a faltar los pesos”, enfatizó Caputo en una entrevista hoy con LN+, y luego se explayó en intercambios en redes sociales. Allí, el expresidente del BCRA sugirió que los argentinos deberán “vender dólares para pagar impuestos”, en una afirmación que llevó al extremo la defensa discursiva del peso, el objetivo que públicamente persigue el Gobierno.
“No sé por qué eligen decirlo así y pasarse de rosca. Si tenés que vender dólares para pagar impuestos quiere decir que te fundieron”, ilustra un experimentado consultor de empresas ante LA NACION.
Es que, si se diera el escenario literal de la afirmación de Caputo, habría llegado a un límite la situación de hogares y empresas. Para una familia, vender dólares atesorados implicaría desarmar parte del ahorro acumulado ante años, en una consecuencia directa de que sus ingresos no alcanzan para los gastos de la vida cotidiana. Lo mismo vale para las firmas del sector privado, con el agregado de que las empresas tienen otros recursos para cuidar su capital de trabajo: en vez de vender dólares para pagar sus impuestos, cuando su facturación no alcanza -siempre que elija no financiarse con la AFIP-, un empresario podría elegir vender bonos públicos (Lecap) o hasta gestionar un crédito… en pesos.
El trasfondo de la defensa al peso de Caputo es un nuevo capítulo del viejo “El que apuesta al dólar pierde”, la frase atribuida al entonces ministro de Economía Lorenzo Sigaut (1981) poco tiempo antes de una devaluación, que se escuchó parafraseada en diferentes momentos de la historia del país. Hasta Cristina Kirchner insistió en la idea en 2014, cuando dijo: “El que crea que va a salvar su trabajo comprando dólares o guardando la plata para no consumir, lo más probable es que en el mediano plazo lo termine perdiendo”. En ese momento, el dólar oficial valía $8,30 y el blue oscilaba entre $13 y $14.
¿Por qué esta vez va a funcionar? Para el Gobierno, hoy la historia es distinta por un factor clave: su religiosa disciplina fiscal. Ese principio irrenunciable de esta gestión es el diferencial que anclará el resto de las variables y ordenará la estabilización. De ahí el énfasis en celebrar los seis meses de superávit financiero acumulados en el año, aun con las consecuencias en términos de nivel de actividad, ingresos de jubilados y pensionados o el financiamiento de universidades u obra pública.
Además, esa “fortaleza” del peso que pregona Caputo se basará, sostiene el ministro, en el esquema ratificado esta semana: no habrá más fuentes de emisión. Sin déficit fiscal que obligue a prender la “maquinita” para cubrir gastos ni pasivos remunerados en el BCRA, tras la migración de los pases hacia deuda del Tesoro –con las advertencias que genera este movimiento-, el Gobierno esta semana anunció que tampoco habrá emisión por compra de reservas. Todos los pesos que se vuelquen por este canal se retirarán, explicó Caputo, con ventas de divisas en el contado con liquidación.
Así, afirman, mantendrán fija la cantidad de pesos, lo cual estimulará la baja en la inflación. Detrás de este mecanismo, sin embargo, aparece el factor cambiario: inquieto por una brecha entre el oficial y el CCL que llegó al 60%, el Gobierno diseñó un esquema que le habilita, con la intención explícita de retirar $2,5 billones, volcar casi US$2000 millones de forma discrecional para contener a los dólares financieros.
De fondo, la búsqueda de Caputo es desalentar la dolarización. “Los que hoy están comprando dólares pensando que puede ser una buena inversión, los estoy previniendo que no va a pasar”, insistió en X, en una escena recurrente en la historia argentina: un ministro que enfrenta el fantasma de una suba del dólar y recomienda no apostar a esa moneda.
“Lo que dice Caputo es que va a secar la plaza de pesos y que el costo de oportunidad de no estar en pesos va a ser tan alto que muchos van a terminar vendiendo dólares para pasarse a pesos”, resume el economista Gabriel Caamaño, titular de Consultora Ledesma, al anticipar la suba en la tasa de interés para las inversiones en moneda local. “En ese planteo, el Gobierno va a secar la plaza de pesos y el diferencia de tasa en dólares va a ser alta, en parte porque va a subir la tasa en pesos y en parte porque el peso va a tender a apreciarse, entonces vas a ganar muchos dólares estando en pesos”, completa.
Así presentado, el esquema del Gobierno se concentra en la oferta (fija) de pesos y se esperanza en una dinámica optimista en la demanda. En otras palabras: de cuántas ganas tengan los argentinos de quedarse en pesos y su confianza en la estabilidad que promete Caputo.
Las turbulencias cambiarias de las últimas semanas y la debilidad del BCRA para acumular reservas (hoy vendió US$106 millones) encienden luces amarillas. “Caputo puede intentar su plan, pero la demanda puede no creerle o sentir que lo que hace no es sustentable. No digo que vaya a pasar, pero es una posibilidad, y así cae la demanda de pesos. Caputo está intentando forzar condiciones por el lado de la brecha, para salir del cepo restringiendo la cantidad de pesos. Pero la demanda es una variable endógena. Si le creen, sale bien; pero, si le sale mal, costar caro o complicar el escenario, restringiendo mucho la cantidad de pesos y golpear mucho más a la economía real”, concluye Caamaño.
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