Miguel Bein: "Es más importante un dólar bajo control que una tasa baja"
Miguel Bein reparte su tiempo entre el análisis económico para sus clientes y la supervisión de la producción en el campo que explota en el partido bonaerense de Chacabuco. En una entrevista con LA NACION en su despacho del banco Bind, que utiliza como base operativa, el secretario de Programación Económica en el gobierno de Fernando de la Rúa dijo que "más de la mitad de la población del país vota con el bolsillo", y, en ese sentido, proyectó que a partir de junio "habrá una mejora en la capacidad de compra de la masa salarial y jubilatoria en términos reales" que podría favorecer al Gobierno.
-Usted dijo que el primer programa con el FMI había sido mal diseñado. ¿Qué opina del actual?
-Es mejor que el primero, claramente. Acá no es tanto un tema de diseño de las autoridades argentinas. Si se hubiera planteado tener una intervención fuerte en el mercado de cambios, no habría habido programa, porque el FMI es partidario de los esquemas de flotación con algunos límites de intervención. Pienso que el segundo programa debió haber tenido una mayor capacidad de intervención en el mercado, pero eso es algo que lo puedo decir como aspiración, no pasa con el Fondo.
-¿Cuáles son las consecuencias de esta política monetaria con una banda de no intervención tan ancha?
-Las consecuencias son que al ser la banda tan ancha obliga a una tasa de interés más alta. Cuando se flota entre bandas, cuanto más alta es la banda, mayor es la volatilidad del tipo de cambio.
-Eso se vio en las últimas semanas con el alza de la tasa de interés. ¿Cómo afecta esto la recuperación de la actividad?
-La tasa de interés en la Argentina no tiene un impacto demasiado importante con el ciclo económico. Es más importante un dólar bajo control que una tasa de interés muy baja, porque la realidad es que el total del crédito al sector privado del sistema financiero son 13 puntos del PBI; es extremadamente chiquito y su capacidad de multiplicar los depósitos para un crédito que expanda la economía es muy limitada.
-Comparando la previsiones de los economistas privados al comienzo del año pasado y luego lo que ocurrió, parece que la crisis económica sorprendió a todos. ¿Qué ocurrió?
-Se cortó el crédito y nadie evaluó que el impacto iba a ser la duplicación del precio del dólar. Todo el mundo sabía que cuando se cortara el crédito, el dólar iba a valer más en la Argentina. En un año en que la sequía sacó US$8000 millones a la oferta y cortado el crédito cuando uno esperaba entre US$25.000 o US$30.000 millones, faltaron US$35.000 millones en la economía, hasta que llegó el acuerdo con el FMI. Eso hizo explotar el tipo de cambio y después tuvimos una inflación cambiaria. Mientras el Banco Central los vendía, el tipo de cambio aguantó de $18 hasta $28, pero cuando las reservas se terminaron y el FMI dijo que prestaba, pero no para usar los dólares para sostener el tipo de cambio, ahí pegó otro salto y fue de $28 a $38.
-Y el día que el dólar llegó a los $42, ¿el salto se debió a errores propios?
-No, eso ya era un descontrol. El error propio fue haber entregado US$25.000 millones de las reservas del Banco Central a un tipo de cambio que no había terminado todavía de converger al equilibrio.
-Después parece que se logró estabilizar la macro, pero duró hasta febrero. ¿Esta volatilidad del último mes se mantendrá todo el año?
-La política tiene mucho que ver. Hay mucha volatilidad cambiaria que tiene que ver con el año electoral, cuando claramente todos los gobiernos intentan mantener el dólar a raya, como fue en 2011, 2015 y 2017. Yo inventé esa historia de los años pares e impares hace ya seis años y siempre se da que en un año electoral el Gobierno trata de que el tipo de cambio no se le escape. Al mismo tiempo, el temor que pueden generar las elecciones hace que haya más demanda de dólares. Por lo tanto, es lógico que este año tengamos de vuelta el doble juego: el Gobierno, tratando de que el tipo de cambio se mantenga en zona de control, y el mercado, comprando dólares.
-¿Tiene el Gobierno las armas para controlar el dólar?
-La idea es que la tasa de interés le gane a la inflación y que la inflación le gane al dólar. Este es el juego. Tiene herramientas. Por un lado, no tiene la sequía que tuvo el año pasado, que son US$8000 o US$9000 millones más. Después tiene los dólares del desembolso del Fondo, en la medida en que pueda conseguir refinanciación de las LETE en una proporción del 40% al 50%.
-¿No cree entonces que la dolarización de carteras impacte mucho en la variación del tipo de cambio?
-No debería. El dólar mayorista no se mantendrá estable, pero con la oferta disponible -que faltó el año pasado-, en la medida en que evolucione claramente por debajo de la inflación, no es un mal resultado.
-¿Por qué la inflación está siendo más alta de la esperada? ¿Esto no genera una presión sobre el tipo de cambio?
-Por un lado están las tarifas, donde el aumento planteado hasta abril genera cuatro puntos de inflación. Después hay otras cuestiones que tienen que ver con que la Argentina produce lo que come, y lo vende al exterior. El precio de la carne, por la apertura de mercados, aumentó 25% en los últimos dos meses. Eso generó casi un punto más de inflación en febrero. Las alternativas cuando pasa eso es prohibir la exportación de carne, pero ese tipo de soluciones las tuvimos hace 12 años y así nos fue, perdimos 10 millones de cabezas de ganado en la Argentina regalando la carne. Lo mismo pasó con las harinas y los aceites: hubo mucha presión de alimentos que tenían que ver con el nuevo tipo de cambio que se instaló en octubre del año pasado, que se fue deslizando de a poco y que yo creo que todavía no terminó ese traspaso. Además, lo que pasa en la Argentina es que la inflación no es un fenómeno puramente monetario. La inflación tiene mucho que ver con la inercia de la puja distributiva, que lo salarios se fijan de acuerdo a la inflación del año anterior, y por lo tanto le ponen un piso a los costos de las empresas. Ese impacto es tan importante como el impacto de los precios de los alimentos que se exportan.
-¿Cuánto cree que será la inflación este año?
-Un 34%, por decir un número, porque si no debería decir entre 33% y 38%.
-¿Puede afectar al poder adquisitivo que la inflación sea superior a la esperada?
-No, creo que las paritarias estarán en la zona de 35% a 38%. El Gobierno no va a cometer el error que cometió en 2017 de intentar frenar las paritarias. En los años electorales, quien crea que se vota por la cultura o por las instituciones me parece que se equivoca. Hay un sector de la población que tal vez vote por eso, por la lucha contra el narcotráfico y la pelea por la inseguridad, pero la mitad de la población argentina se guía por el bolsillo, por su situación de bienestar personal y familiar. En un resultado electoral, más de la mitad de la población del país vota con el bolsillo.
-¿Y cómo llegará el bolsillo a octubre?
-El bolsillo llegará mejor que en noviembre pasado. En 2018 tuvimos una caída del salario real de 12 puntos. Este año, con los dólares del crédito del FMI reemplazando los dólares de crédito del mercado y con las exportaciones funcionando con mucho mayor dinamismo, a partir de la buena cosecha, no hace falta semejante ajuste en el consumo como el que hubo el año pasado. Probablemente haya entre siete y ocho puntos de mejora en términos reales de masa salarial, que está por arriba de la inflación. Eso es plata en la calle y significa que para junio, julio y agosto la economía argentina no es que va a estar bien, pero habrá una mejora en la capacidad de la masa salarial y jubilatoria en términos reales, que es la que cobran 30 millones de personas. Esto hará que hayamos visto el piso del consumo en noviembre y diciembre.
-En este contexto, ¿puede ganar las elecciones el Gobierno?
-No sé. Tiene chances de ganar, aunque no son seguras. Pero el que dé por perdido al Gobierno en la próxima elección está anticipando un juicio de valor.
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