Más mercado que política en la suba del dólar
Desde mediados de mayo pasado, el precio del dólar subió 9,5%, pero desde julio de 2016 lo hizo un 14,2%, cifra que se compara con un 22% para los precios minoristas y 24% para los salarios. O sea, la paridad a $ 17,40 parece más bien una corrección de desfases anteriores que un preludio de turbulencias.
Hay que preocuparse cuando el tipo de cambio se dispara por una caída en la demanda de dinero, que repercute directo en la inflación. Pero cuando la gente huye del peso la primera señal es el aumento del costo del dinero operado entre bancos (call money), y esa tasa se mantuvo ayer entre el 24,75% y el 25,5 % anual.
El régimen de flotación puede deparar saltos como el experimentado en los últimos 50 días y, en realidad, no está mal que suceda así, ya que impide sangrías de depósitos, al enfrentarse los ahorristas al hecho consumado.
Lo que le da atractivo a la noticia de la suba del dólar es la incertidumbre acerca de dónde habrá de estabilizarse. Años de mercados intervenidos hacen que los operadores busquen alguna señal oficial al respecto. Como el Banco Central no está para vender dólares en estas situaciones, al menos que "aparezca" el Banco Nación.
Hay munición en los silobolsas, ya que los chacareros han postergado ventas de soja durante el primer semestre estimadas en unos 2000 millones de dólares. Sin embargo, cuando la oferta de dólares aparezca, es difícil que el tipo de cambio retroceda a los valores anteriores, debido a que detrás de la suba de las últimas semanas hubo factores transitorios, pero también otros de carácter más permanente.
Con los ajustes de los últimos días, el tipo de cambio multilateral ha retornado al nivel de fines de 2016, y se encuentra 14 puntos por encima (mayor competitividad) de la marca de noviembre de 2015, antes de la salida de los cepos. Si bien hoy la economía argentina cuenta con abundante financiamiento externo, factor que puede ubicar el tipo de cambio por debajo del equilibrio, hay dos datos que no deben ser minimizados: a) quedan pocas dudas de que la tasa de interés en Estados Unidos habrá de seguir subiendo, dadas las presiones inflacionarias de una tasa de desempleo cercana al límite inferior, y b) la economía argentina se está tornando más dependiente del financiamiento externo, ya que el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos, que en 2016 fue de 2,8% del PBI, este año podría perforar el techo de 3,5%.
Hay otros factores, que pueden ser transitorios, que también alimentaron la escalada del dólar. Pasaron casi dos meses sin venta de divisas del Gobierno para financiar el déficit fiscal, el precio de la soja había estado cayendo, la tasa de interés de los depósitos bancarios estuvo floja para los montos pequeños y se redujo la oferta de "argendólares".
Entre los factores políticos, hubo un choque por el agravamiento de la crisis en Brasil, desde mediados de mayo, pero éste tiene desenlace incierto. Respecto del ruido generado por la pulseada en la provincia de Buenos Aires para las legislativas de octubre, debe subrayarse que las acciones del Merval subieron casi 7% desde que se formalizaron las candidaturas, por lo que es difícil atribuir a esa noticia demasiado impacto sobre el mercado cambiario. Para la economía después de octubre tendrá un valor significativo el interés de gobernadores e intendentes de llegar bien parados a 2019, lo que ayudaría a neutralizar eventuales intentos desestabilizadores.
El autor es economista jefe del Ieral