El impacto de la crisis financiera en el dólar y en la deuda argentina
Sube el riesgo país, se deprecian las monedas de economías emergentes y hay salidas de capitales; las perspectivas para abrir el cepo y enfrentar los próximos vencimientos
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El mundo vivió una jornada negativa para las principales variables financieras y configura un escenario muy adverso para la Argentina. Se desploman las principales bolsas del mundo y caen las cotizaciones de empresas y bonos, en semanas donde retrocede el precio internacional de commodities que exporta el país, como soja o trigo.
“El combo es muy malo para la Argentina”, sintetiza el economista Gabriel Caamaño, de la firma Outlier, al describir el impacto de las fuertes bajas de los mercados financieros globales sobre el país. Es que ese escenario negativo en el plano global afecta directamente a dos cuestiones claves de la economía local: el dólar y la deuda.
“Hay un deterioro en las condiciones financieras mundiales, un incremento en la aversión al riesgo, y eso afecta a los mercados emergentes, sobre todo a los considerados distressed o más riesgosos, como la Argentina”, explica el economista sobre las consecuencias de estos episodios. Es un shock negativo en los mercados, en la cual la reacción de inversores y gestores de fondos es reducir su exposición en activos de economías menos desarrolladas.
Esa salida de capitales se refleja en el movimiento de las monedas de países emergentes (Brasil, Colombia, México, Chile y Sudáfrica, entre otros), que se deprecian frente al dólar. Y la escena se completa con el retroceso en el precio internacional de algunas commodities, en una tendencia que se replica hace ya varias semanas. En el caso de la soja, principal fuente de divisas de la Argentina, la tonelada cayó por debajo de los US$400 en Chicago, y en términos relativos se ubica en mínimos desde 2006.
“La principal razón es el cambio en la política monetaria del Banco de Japón, que subió las tasas de interéspor encima de lo previsto y esto tomó por sorpresa a los inversores”, explica Mazimiliano Donzelli, Manager de Estrategias en IOL.
“Durante varios años, esas tasas estaban en cero o prácticamente en territorio negativo, algo que los inversores aprovechaban para buscar financiación barata e invertir en otros mercados que ofrecían rendimientos positivos como los bonos del Tesoro de EEUU, acciones y monedas de países emergentes. Pero tras esta suba en el costo del crédito, los inversores están readecuando sus estrategias y esto trajo incertidumbre de corto plazo”, agrega el analista.
“Desde el punto de vista local, eso es negativo. La Argentina no logró salir de los controles de cambios duros, y en este contexto tampoco el Gobierno parece haber logrado convencer al mercado de que va a lograr hacerlo de la forma en que quiere. De ahí vienen todos los anuncios de intervención de las últimas semanas. Y esto lo hace dudar todavía más”, explica Caamaño en referencia al esquema económico que sostiene el Gobierno.
Es que mientras la apuesta de la conducción económica es sostener el crawling peg del dólar oficial al 2% mensual, el escenario negativo de los mercados financieros suma presión sobre los dólares financieros y la brecha: tanto el dólar MEP como el CCL rebotaron hasta 2% (luego retrocedieron).
Esa dinámica supone un desafío para la estrategia del Gobierno, que semanas atrás, luego de la última escalada de los tipos de cambio paralelos, anunció un esquema que habilita la intervención en el mercado para intentar bajar esas cotizaciones, con hasta US$1900 millones de reservas. Con mayor presión alcista, el dilema es aceptar esa suba o destinar más divisas para intentar contenerlo.
Claro que, al mismo tiempo, esa capacidad de intervención es finita. Fue el gran cuestionamiento entre analistas, inversores y agentes económicos ante las últimas medidas anunciadas por Caputo: si bien el BCRA recompuso parcialmente su tenencia, luego de asumir el Gobierno con reservas netas negativas en más de US$11.000 millones, ese patrimonio sigue en rojo, con una tendencia declinante y desafíos de corto plazo. Ya pasaron los meses de mayor liquidación de exportaciones por el agro y, además de la intervención para contener a los paralelos, el Gobierno enfrenta pagos por vencimientos de deuda y demanda de importaciones y servicios en el exterior.
“La Argentina hoy tiene un esquema con ancla cambiaria, mientras todas las monedas de sus socios comerciales depreciándose y se deterioran los términos de intercambio. Y este contexto suma dudas sobre si el Gobierno podrá lograr una unificación cambiaria como lo pretende, y suma presión mientras tanto suma presión sobre esa regla cambiaria, desde el punto de vista de su sustentabilidad”, agrega Caamaño.
Así lo muestra la evolución del riesgo país, que empeora desde abril, cuando tocó mínimos en torno a 1200 puntos. Con la caída de los bonos, el indicador que muestra el diferencial de riesgo de la deuda argentina se ubica encima de 1630 puntos (llegó a superar los 1700 a comienzos del día), y muestra que el acceso a financiamiento internacional para el país empeoró y está virtualmente cerrado.
Las dudas también crecen en torno al anunciado repo que el Gobierno tendría conversado con bancos internacionales. La mayor tensión financiera global podría, eventualmente, dificultar las condiciones de acceso a ese préstamo que, más allá de su no confirmación, es una de las apuestas del equipo económico para mostrar que tiene los dólares para pagar los próximos vencimientos de 2025.
En ese plan, el Gobierno recientemente decidió llevar parte de la tenencia de oro del BCRA al exterior para generar inversiones que permitan obtener un interés. Según Caamaño, esa decisión, sobre la cual el BCRA no comunicó detalles, no está afectada por el deterioro financiero de esta jornada. “Al oro los sacaron para generar un rendimiento. No cambia mucho el contexto global. Antes estaba acá y ahora está afuera rindiendo algún interés”, sostuvo.
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