La falta de dólares y los controles complican la vida a los argentinos
BUENOS AIRES—Para combatir el creciente mercado negro de dólares, el gobierno argentino ha desplegado inspectores con perros que detectan billetes y difunde ampliamente sus redadas de operadores cambiarios callejeros, conocidos como "arbolitos" debido a los fajos verdes que muestran.
Se trata de las repercusiones más recientes de las severas restricciones del gobierno a las transacciones cambiarias impuestas el año pasado para proteger las menguantes reservas de dólares. Las políticas, combinadas con estrictas nuevas reglas de importación, están dificultando la vida cotidiana: muchas empresas no pueden traer partes y equipos al país, e incluso algunos deportistas se han quejado de que no pueden importar bicicletas y remos que necesitan para competir en los Juegos Olímpicos de Londres.
A nivel macroeconómico, las medidas han puesto al país en un sendero hacia una mayor inflación y un menor crecimiento.
El gobierno ha exhortado a los argentinos "pensar en pesos" en lugar de dólares, y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció recientemente que pesificaría sus ahorros personales, de unos US$3 millones según documentos oficiales.
Los llamados patrióticos, sin embargo, no han aliviado los temores de los argentinos, que tan sólo en mayo retiraron alrededor de US$1.500 millones en depósitos bancarios, según el banco central.
Los argentinos adinerados —que sienten que el peso está sobrevalorado y están preocupados de que Kirchner implemente políticas que inclinen al país más hacia la izquierda— han impulsado el tipo de cambio en el mercado negro a cerca de 6 pesos por dólar, mientras que el cambio oficial aún se encuentra en unos 4,50 por dólar.
Mientras tanto, legisladores oficialistas preparan proyectos de ley que exigirían que los contratos comerciales, especialmente las transacciones inmobiliarias, estén denominados en pesos en vez de dólares.
El panorama económico general se está ensombreciendo debido a la incertidumbre causada por los controles, el menor crecimiento de Brasil y una sequía que redujo la cosecha de granos de Argentina. Economistas del sector privado proyectan una expansión de cerca de 2% este año, frente a alrededor de 7% en 2011. La inflación anual bordearía 24%.
El gobierno peronista señala que los controles han logrado incrementar el superávit comercial de Argentina en 57% durante los primeros cuatro meses del año frente al mismo lapso de 2011, gracias en gran parte a una caída de las importaciones.
No obstante, el descontento público ha aumentado, generando protestas conocidas como cacerolazos, contra el gobierno. En tanto, las restricciones comerciales están haciendo que algunos bienes esenciales sean cada vez más difíciles de conseguir.
La Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados envió una carta a las autoridades comerciales advirtiendo que el inventario de artículos como guantes y jeringas desechables ha disminuido a "niveles críticos". Bomberos voluntarios de Villa Gobernador Gálvez, una pequeña ciudad en la provincia de Santa Fe, esperan con nerviosismo US$10.000 en mangueras, botas y otros equipos que han estado varados en la aduana desde hace tres meses.
Las normas de importación y otros requisitos de documentación que limitan el comercio tienen sus defensores, incluyendo algunas industrias que se benefician de la reducida competencia extranjera. Debido al aumento de ropa importada barata el año pasado, TN&Platex, una importante empresa textil de Buenos Aires, redujo su fuerza laboral de 2.200 en junio a 1.500 en diciembre. Ahora, gracias a la menor cantidad de importaciones, la producción está en aumento y la compañía ha vuelto a emplear 2.000 personas y contempla más contrataciones.
Aunque el gobierno está conforme con el superávit comercial, algunos analistas advirtieron que las exportaciones cayeron 6% interanual en abril, el primer declive mensual en más de dos años. Además, debido a que casi 80% de las importaciones de Argentina son bienes de capital o intermedios, más que productos de consumo, las limitaciones también perjudican a la industria del país, dice Mario Sotuyo, economista de la consultora Economía y Regiones. "No van a ser tornillos y bulones los que fundan la Argentina", manifestó Cristiano Rattazzi, presidente de Fiat SpA en Argentina, en una entrevista radial. "Si vienen tornillos y bulones a mitad de precio y mejor calidad, no me preocupa".
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