La disputa con el FMI por la estrategia para intentar calmar el dólar, el detonante
Luis Caputo venía masticando su renuncia a la jefatura del Banco Central (BCRA) desde hacía varios días. Incluso ya le había comunicado esa intención al presidente Mauricio Macri , confesó ayer.
Pero el momento lo decidió en la noche del lunes, lo que tomó por sorpresa al mandatario ayer en Nueva York, quien solo se la aceptó cuando Toto, como lo llama, detalló sus argumentos. "Me parece lo mejor: si doy un paso al costado hoy y la noticia cae mal, mañana [por hoy] quedará en el olvido cuando se conozcan los términos del acuerdo [con el FMI ]. De hacerlo al revés, se va a terminar licuando una buena noticia con una mala", esgrimió Caputo en la charla telefónica que tuvieron.
Caputo decidió abandonar el BCRA desgastado por las disputas que mantuvo con la conducción del FMI por el manejo de la política cambiaria y las estrategias para terminar con la corrida contra el peso. A poco de llegar al despacho principal de Reconquista 266, se convenció de que solo estableciendo un sistema de flotación acotada del tipo de cambio el país estaría en condiciones de dejar atrás la corrida cambiaria y la economía quedaría lista para recuperar alguna previsibilidad en materia de precios y tarifas.
Lo contrario es intentar vías intermedias (como el modelo de subastas que sugirió el FMI y permitió que el valor del dólar pasara de $25 a $40) o dejar que el tipo de cambio lo fije el mercado. La Argentina (como muestra la experiencia histórica) es una plaza con peculiaridades, en la que el dólar es más demandado cuando sube, lo que hace que el nivel técnico de lo que los economistas denominan overshooting (sobrerreacción) sea tan alto que provoca un fuerte impacto en el resto de las variables de la economía.
Pero el FMI quería hacer valer lo firmado a mediados de junio por su antecesor Federico Sturzenegger, que implicaba un poder muy acotado para intervenir en el mercado y un modo ineficaz de hacerlo. De allí que los desencuentros entre Caputo y el FMI se hicieran reiterados y cada vez más visibles en las últimas semanas.
El malestar del organismo quedó expresado en una dura declaración de su titular, Christine Lagarde, al Financial Times, en la que le reclamó al país una "política monetaria clara y transparente" y una "mejor comunicación" con el mercado, una imputación directa a los manejos de Caputo, que venía de cancelar las conferencias de prensa para presentar los informes del BCRA y hasta había difundido una "autoentrevista" pocas semanas después de asumir para explicar sus planes.
Los dardos estaban cargados por el encono que en el staff del organismo provocó el regreso del BCRA a un modo de intervención cambiaria con "señal de precio". Caputo optó por volver a este esquema corrido por las circunstancias (con el dólar superando los $40) y por la necesidad de atenuar la pérdida de reservas por esa vía. Y se lanzó a esa jugada confiando en que sus resultados (la baja del dólar y con menor costo de reservas) iban a convencer a los técnicos del organismo de la necesidad de que, al menos por un tiempo prudencial, el BCRA volviera a tener las manos libres al respecto. No funcionó.
A las quejas del italiano Roberto Cardarelli, que, no en vano, había elegido como "base de operaciones" en Buenos Aires una oficina en el propio BCRA para dar esa batalla, se sumaron las del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne , a pedido de aquel.
Esos constantes reproches generaron un ríspido cruce días atrás. Fue luego de que Dujovne le hizo notar que, con su actuación, lo estaba desacreditando toda vez que él tenía a su cargo las riendas de la negociación con el FMI. "No lo hagas más", le reclamó
"Nicolás, ni lo sueñes: prefiero pedirles perdón antes que pedirles permiso", fue la cortante respuesta de Caputo, antes de terminar con la comunicación.
En los días siguientes, Caputo diseñó el plan para cumplir con la segunda etapa del desarme de Lebac y siguió habilitando intervenciones cambiarias desde la mesa de dinero del BCRA.
Lo hizo hasta el mediodía del lunes, cuando recibió una instrucción para suspender ese tipo de ventas (había volcado US$8 millones para contener un repunte del dólar tras algunos días plácidos) desde Nueva York y volver al esquema de subastas. Cumplió con el pedido. Llamó a licitación para ofrecer hasta $250 millones al mercado 3 minutos antes del cierre de la rueda. Solo un rato después decidió que su ciclo estaba cumplido, lo que comunicó solo ayer porque antes quería hablarlo con su familia.
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