La búsqueda de dólares lleva a los argentinos a las ‘cuevas’
BUENOS AIRES— El mercado de divisas de Argentina se encuentra bajo tierra. Conforme el gobierno restringe el acceso a las monedas extranjeras, los argentinos que buscan dólares deben recurrir a las llamadas "cuevas", operaciones clandestinas donde las personas pagan mucho para cambiar pesos por dólares.
Una persona que visitó una de estas cuevas describió una tienda de antigüedades estrecha, donde un grupo de posibles clientes deambulaba, rodeado por lámparas en vitral y sofás de felpa. Cuando llegó su turno, se dirigieron a un encargado con expresión seria y fueron llevados a la parte trasera del local, relató. Una vez adentro, recordó, los clientes realizaron sus transacciones ante la mirada atenta de un "cuevero". Quienes tienen la fortuna de tener dólares en sus bolsillos pueden comprar 60% más pesos que lo que podrían comprar al tipo de cambio oficial, mientras que aquellos que compran dólares pagan una prima igual de alta.
La popularidad de las cuevas es el resultado de la campaña del gobierno de limitar el uso de monedas extranjeras en un intento por frenar las salidas de capital provocadas por la inflación y la depreciación de la moneda.
Comprar dólares para ahorrar está prohibido y las autoridades solo proveen cantidades pequeñas de moneda extranjera para viajar al exterior. Los viajeros deben presentar una solicitud a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) pocos días antes de salir, y normalmente la aprobación es por mucho menos de lo que solicitaron. Las empresas necesitan el visto bueno del gobierno para importar equipos y materiales al tipo de cambio oficial. La AFIP incluso ha colocado perros entrenados para detectar dólares en cruces fronterizos para atrapar a personas que viajan con monedas sin declarar.
Como resultado, la gente se está volviendo cada vez más ingeniosa para evadir los controles. Los argentinos que viajan al exterior con muchos dólares en sus bolsillos compran con sus tarjetas de crédito, las que son convertidas a pesos al tipo de cambio oficial. De regreso, pagan las facturas de sus tarjetas de crédito con pesos comprados en el mercado negro, ahorrando alrededor de 40%.
El gobierno elevó el mes pasado el impuesto sobre las compras con tarjeta de crédito en el exterior de 15% a 20% para desincentivar esas transacciones, pero el margen entre el tipo de cambio oficial de 5,14 pesos por dólar y el del mercado negro de unos 8,44 es tan grande que sigue siendo rentable. Los avances en efectivo de tarjetas de crédito en cajeros automáticos en Uruguay y Chile son otra forma popular de evadir el sistema.
Una política monetaria flexible y una inflación que la mayoría de los economistas del sector privado sitúan por encima de 20% anual son el origen de los problemas de la moneda argentina. Una vocera del Ministerio de Economía no respondió a llamadas para obtener comentarios.
Incluso los argentinos que no participan en el mercado de dólares tienen un ejemplo tangible de cómo se ha deteriorado el valor del otrora fuerte billete de 100 pesos, el de mayor denominación de Argentina, que ahora vale solo US$19,50 al tipo de cambio oficial, o US$12 en una cueva.
Durante la mayor parte de los años 90, cuando Argentina tenía un tipo de cambio fijo de un peso por dólar, un argentino con un billete de 100 pesos tenía 100 dólares en su bolsillo. Ahora, este billete no se compara con las mayores denominaciones que otros países latinoamericanos tienen en circulación. El billete de 1.000 pesos mexicanos vale unos US$81, el de 200 soles de Perú compra US$77, 100 reales de Brasil equivalen a US$50, 20.000 pesos chilenos compran US$42 y el billete de 50.000 pesos colombianos tiene un valor de US$27.
"Antes, 100 pesos te duraban dos días. Ahora, apenas puedes comprar cinco cosas," dijo Hugo Meza, un carpintero de 46 años que vive en las afueras de Buenos Aires. "Cien pesos en tu billetera no es nada".
El peso ha flotado libremente contra otras monedas desde que el régimen de convertibilidad colapsó junto con la economía y el sistema bancario de Argentina a principios de los años 2000. Pero el banco central ahora interviene casi a diario para limitar las fluctuaciones en el tipo de cambio.
La presidenta Cristina Fernández Kirchner rara vez menciona la inflación. Y, con multas y amenazas de cárcel, su gobierno ha intentado silenciar a algunos economistas que han cuestionado los datos oficiales, según los cuales, en febrero la inflación de 12 meses fue de 10,8%, frente a las estimaciones del sector privado de alrededor de 25%.
Muchos insisten que es hora de crear billetes de mayor denominación, pero un vocero del banco central dijo que no existen planes de este tipo.
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