Horacio Liendo: "Podemos declarar el curso legal del dólar; eso pondría al peso en competencia”
Horacio Tomás Liendo es uno de los padres de la convertibilidad, junto con los exministros Domingo Cavallo y Juan José Llach. El domingo 17 de marzo de 1991 a la noche los entonces funcionarios terminaron de diseñar el esquema y el miércoles siguieron se lo presentaron a la sociedad. Casi 30 años después, el abogado, especialista en derecho administrativo, propone que el país incorpore el dólar como moneda de circulación legal para que conviva con el peso y, de esta forma, se asuma el problema de la economía bimonetaria.
–¿Cómo puede ser que un país que acaba de reestructurar su deuda y no tiene vencimientos importantes en el corto plazo tenga un riesgo país superior a los 1400 puntos?
–El proceso de reestructuración de la deuda no estuvo bien organizado. Hay una parte específica que es el acuerdo en sí, en donde los acreedores tomaron ese acuerdo como un camino de salida, no como una forma de reestructurar la situación de un deudor al que van a seguir asistiendo, y no se enmarcó en un plan económico. El Gobierno sostiene que no cree en los planes económicos, que no necesita uno, y entonces va tomando medidas aisladas. Ni el mundo ni nosotros sabemos hacia dónde va la Argentina. En esta etapa de pandemia, el Gobierno se encontró sin financiamiento porque estaba en default y decidió emitir todo lo que sea necesario. En consecuencia, volvió a mezclar lo fiscal con lo monetario, porque emitió mucha más cantidad de dinero que la necesaria para las transacciones. Hoy ocurre que la Argentina se encuentra con un sistema financiero minúsculo, sin mercado de capitales propio y sin crédito, porque se cree que puede tomar los recursos de terceros y después no pagárselos. La tasa a la cual están dispuestos a darle crédito a la Argentina es a 15%, no hay ningún emprendimiento de largo plazo ni público ni privado que sea sostenible ni financiable, sobre todo cuando competimos con un mundo que se financia al 1 o 2%. Estas son las causas que llevan a que el riesgo país suba y a que la Argentina no tenga crédito.
–¿Cómo afecta esto al proceso de reestructuración de deuda de las provincias, que habían esperado a que el soberano negocie su deuda para avanzar?
–Las provincias, a diferencia de la Nación, no tienen dos fuentes importantes de recursos: los vinculados al comercio exterior y la anomalía constitucional que es la emisión monetaria. Por eso, en las provincias los ajustes fiscales son duros, tienen que hacerse con medidas específicas de reducción de gastos. Por lo tanto, al momento de reestructurar tienen que pedir canjes más agresivos de lo que necesitarían en condiciones normales. Eso le pasa a todos los otros sectores de la economía.
–Por ejemplo, las empresas a las que el Banco Central obligó a reestructurar su deuda.
–Absolutamente. El Banco Central también acotó el financiamiento a los exportadores; es decir, una empresa exportadora que tiene que conseguir capital de trabajo para financiar su actividad tiene un cupo, porque se supone que pueden acceder a financiamiento externo, algo que en este contexto no pueden hacer. En consecuencia, lo que puede tomar del mercado doméstico es muy poco en relación a su volumen.
–La semana anterior estuvo de moda hablar del problema de una economía bimonetaria. ¿Cómo se sale de esta situación?
–La Argentina tiene el Estado desfinanciado, con un riesgo país alto, pero es acreedor neto del mundo. Los argentinos tenemos depositados en el extranjero casi un PBI, aproximadamente US$400.000 millones, según las cifras del Indec a fines de 2019. Tenemos ese dinero afuera porque acá creemos que nos lo van a robar con la inflación, con el cepo, con confiscación de depósitos y con distintas herramientas que el país ha usado y con las cuales se ha apropiado de los bienes. Cuando vemos internamente en el país, incluso antes de la pandemia, teníamos una capacidad ociosa de nuestra inversión física de nuestras industrias del 40%; ahora es del 60%. Nos falta capital de trabajo, tenemos tasas por las nubes y resulta que tenemos un capital líquido y físico. Para poder resolver ese problema, en mi opinión, no hay que tratar de forzar algo que no es natural. La gente no quiere ahorrar en pesos, no porque no sea patriota, sino porque sabe que si conserva su ahorros en esa moneda va a sufrir un grave prejuicio. Lo que se podría hacer es declarar el curso legal del dólar, algo que no hicimos en la convertibilidad. En aquel tiempo, el dólar podía circular de manera voluntaria, si se ponían de acuerdo acreedores y deudor.
–¿Se podría dolarizar directamente la economía?
–No, porque no hay reservas suficientes. Pero podemos hacer algo muy sencillo como declarar el curso legal del dólar y establecer un mercado totalmente libre. Porque eso pondría al peso en competencia y nos obligaría de todas manera a tener una organización monetaria para poder emitir pesos que puedan defender su valor en este contexto en el que está compitiendo con el dólar, pero tiene que ser totalmente libre y hay que eliminar el impuesto a los créditos y débitos bancarios. Porque aunque declaráramos el curso legal del dólar, no convenceríamos a los argentinos de traer sus ahorros al país. Tenemos que pensar en un sistema financiero que tenga costo cero de entrada y salida, en donde la gente pueda tener sus recursos estacionados en el extranjero, y que pueda hacerlo sin necesidad de estar forzado a cambiarlos por pesos. Con los dólares se podría hacer todo tipo de pagos, incluyendo impuestos, salarios y jubilaciones.
–¿Pero si todos quieren comprar dólares?
–Hasta que se estabilicen los valores del peso y del dólar habrá todo un movimiento. El Central no debería intervenir en ese mercado, no se utilizarían reservas. Hay un punto en el cual esa relación se equilibrará. Si el Gobierno dice que seguirá creando pesos para atender necesidades fiscales sin límite, ahí habrá un problema. Por eso el Gobierno debe recuperar el crédito público y poner sanidad en las finanzas.
–¿Cómo se puede bajar el déficit en este momento, si cuando uno mira lo que está ocurriendo en Europa, las proyecciones indican que la pandemia seguirá un tiempo más y que tal vez se vuelvan a necesitar los programas de asistencia?
–En la transición, si el Gobierno no tiene otro acceso que el de la emisión, se va a ir devaluando el peso frente a las otras monedas que van a circular. Más o menos hace falta 5% del PBI en unidades monetarias para que la economía funcione. Supongamos que emito una moneda como fue en su momento el peso convertible y logro estabilizar; no necesitaré recurrir a la emisión para financiar al Tesoro. Tuvimos 10 años de estabilidad y se salió de ese sistema por una decisión deliberada política, no porque se acumuló inflación, que hubiese generado presión sobre el tipo de cambio. El problema que tiene la Argentina es el déficit que llegó a 10 puntos del producto y que se pretende financiar en una alta proporción con moneda. Esto genera muchos problemas a la actividad económica, ya que no se pueden fijar precios. En un sistema bimonetario, donde hay una parte de la actividad que opera en divisas extranjeras, no tendrá inflación. Toda esa parte funcionará y el crédito aparecerá en dólares. Y quedará el otro segmento donde el Estado no tiene recursos fiscales, donde pagará subsidios, planes sociales y salarios. Toda esa parte quedará afectada durante este proceso a la pérdida de valor. A medida que la moneda buena vaya expandiéndose, más gente querrá tener el ingreso en dinero fuerte.
–¿No podría generar una disparada en la inflación para el segmento que está en pesos?
–Sí, sobre todo al inicio, porque hay una enorme inflación reprimida.
–¿Y en este contexto, con casi 50% de la población bajo la línea de pobreza y con alto desempleo, cómo se implementa un sistema así?
–Nosotros tenemos dos opciones. Una es la actual, en donde de todas maneras hay inflación y habrá más inflación; y, además, estamos en una depresión económica muy profunda y no sabemos cómo sigue la evolución. Frente a este contexto, una de las alternativas es generar un cambio de organización económica que atraiga inversiones. En ese contexto habrá problemas residuales. Sería mejor ir a un sistema donde teniendo los recursos uno puede estabilizar todo inicialmente. Pero no se podrá mantener el déficit en estos niveles con cualquier esquema que estabilice en moneda dura, porque de dónde se sacará el dinero para financiar lo que falte. Hay una parte del esfuerzo que no se le puede seguir ocultándole al país. Está en una situación de gran desconfianza porque se da cuenta que hay algo grave que está ocurriendo y no se lo dicen. Y seguimos con subsidios a los servicios públicos, tarifas congeladas. Evidentemente eso no es sostenible en el tiempo, es algo que se irá profundizando.
–¿Hay algún país que tenga dos monedas de circulación legal?
–No lo he profundizado en cuanto al régimen legal, pero Uruguay, Perú y Paraguay tienen circulación de monedas extranjeras dentro de su sistema financiero.
–¿A qué cree que se refería la vicepresidenta Cristina Kirchner cuando habló del problema de la bimonetaridad?
–Ella es una persona que en los últimos años ha demostrado al país que cree que tiene respuestas para todo y, en este caso plantea la necesidad de un acuerdo. La primera reflexión que me trajo es que no tiene respuestas para esto. Advierte que hay un problema, pero no es algo en lo que está preparada para darle una solución. Por otro lado, duda al menos de la solución que ha propuesto el ministro de Economía, de forzar a la gente a usar el peso sin eliminar ninguna de las causas por las cuales no se lo quiere usar. Evidentemente, entre una posición negacionista del problema de la inflación y de la destrucción de riqueza que significa el deterioro del peso, es mejor analizar la problemática de la economía bimonetaria y tratar de llegar a un acuerdo. A lo mejor cree que hay que prohibir el uso de la moneda extranjera para uso doméstico o, a lo contrario, piensa en incorporarla para que la economía funcione más fluidamente. Desconozco porque no lo dijo en su carta.