Dolarización: contrapunto entre economistas en una universidad por el plan que propone Milei
Fue en un seminario organizado en la Universidad Católica Argentina; “el debate que debiéramos tener es cuál es la mejor manera de dolarizar, y la manera menos traumática para la economía”, dijo Emilio Ocampo, elegido por Milei como eventual presidente del BCRA
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El debate por las ventajas y los problemas asociados a una dolarización fue el eje de un seminario realizado hoy en la UCA (Universidad Católica Argentina), donde economistas y analistas protagonizaron un contrapunto en torno a este plan, una de las banderas de campaña del candidato a presidente Javier Milei.
“Es hora de eliminar el peso y el Banco Central y llevarlos a un museo”, dijo Steve Hanke, economista estadounidense que hace décadas defiende la idea de que la Argentina debe incorporar al dólar como moneda. “La solución hoy tiene que ver con atacar la causa (de la inflación), que es el déficit fiscal”, planteó María Castiglioni, directora de C&T Asesores Económicos, quien sostuvo que es “complicado” implementar una dolarización y que, a su vez, no está exenta de riesgos o desventajas, como la apreciación cambiaria o la vulnerabilidad externa.
“El Banco Central argentino tiene mucha discrecionalidad, y como resultado no hay una verdadera restricción presupuestaria. La única forma de controlar la cuestión fiscal es remover esa discrecionalidad monetaria y eliminar la capacidad de monetizar el déficit con la emisión”, dijo Steve Hanke, un histórico defensor de la dolarización en la Argentina.
En una intervención por videoconferencia, el economista relató que la Argentina está en un nuevo episodio de crisis, enfatizó que el país tuvo tres defaults soberanos solo desde 2000 y que el PBI per cápita hoy es probablemente como era en 1974. “¿Cuál es la fuente de esto? Una es el peronismo, y eso no es nada más que fascismo económico con características argentinas”, disparó el analista.
Hanke dijo que, según su medición de inflación, la suba de precios corre al 244% anual, y que en los próximos meses será mayor. A su vez, sostuvo que este año terminará en recesión, con una caída del 2,5%, según los números del FMI, y respaldó las ideas de dolarización.
“Dada la anomia económica, es hora de eliminar el peso y el Banco Central y llevarlos a un museo. Es deseable y factible”, dijo Hanke, quien puso énfasis en sus intervenciones como asesor para la dolarización de Ecuador y Zimbabue, que luego de algunos años revirtió el plan y retomó su esquema de moneda propia. “Fueron éxitosas y llevaron a grandes shocks de confianza”, agregó el economista. “Los argumentos contra la dolarización son inválidas. El 95% de lo que se lee está mal o es irrelevante”, provocó.
“¿Y cómo se debería dolarizar? En primer lugar, mantener una fuerte restricción fiscal, pero además debería haber reglas presupuestarias constitucionales. Y si la deuda va a incrementarse, debería contarse con una mayoría de dos tercios del congreso para aprobarse, igual que para la creación de nuevos impuestos”.
El economista contó que conoció a Carlos Menem en 1989 y que él le sugirió a recién asumido presidente que el país adoptara una caja de conversión. “Él tenía las ideas de modernizar y reformar la economía, como hicieron los Chicago Boys en Chile, pero no estaba yendo a ningún lugar”, relató Hanke, en referencia al esquema económico impulsado durante la dictadura militar liderada por Augusto Pinochet (1973-1990).
“Nadie pensaba que él era creíble, entonces le dije que el primer paso era matar la inflación, que eso le daría credibilidad para hacer reformas. Por eso, le sugerí hacer una caja de conversión ortodoxa”. Y si bien plantea que la Convertibilidad tuvo “desempeño positivo con 10 años buenos para la Argentina”, criticó su implementación.
“El sistema dejaba un montón de rendijas y tenía ideas inconsistentes con la regla monetaria, que permitían discrecionalidad en el Banco Central. Por eso, en 1991 escribí en el Wall Street Journal que el sistema iba a colapsar. Y llevó 10 años para que eso ocurriera”, dijo Hanke. Agregó: “Había mucha anomia, y las reglas no eran respetadas. Los políticos usaban esos huecos y rompían la convertibilidad. Y la daga en el corazón la clavó el FMI, cuando desactivó un desembolso de US$1300 millones en noviembre de 2001, aun cuando la Argentina cumplía con las metas y condiciones (del programa). Ese fue el fin”.
Las contras y las ventajas del plan
Baja más rápida de la inflación, riesgos de atraso cambiario, dificultades de implementación y problemas con la deuda. Esas son algunas de las conclusiones que la economista María Castiglioni analizó sobre un eventual plan de dolarización en la Argentina hoy, que requeriría que el país consiga US$30.000 millones para poder canjear los pesos (el circulante y los pasivos del BCRA) por la divisa estadounidense.
“Sabemos que implementarlo es muy complicado en este contexto, básicamente porque el BCRA tiene reservas netas negativas, que van a cerrar este año en US$10.000 millones”, afirmó la economista, directora de C&T Asesores económicos, quien advirtió también que avanzar en un plan de dolarización implicaría “incrementar la deuda” de la Argentina, un escenario que podría tener consecuencias negativas en un contexto donde el riesgo país supera los 2500 puntos.
“Hoy, la deuda supera los US$404.000 millones, y el 85% es en moneda extranjera o ajustable. La gran pregunta es qué ocurre si se incrementa la deuda todavía más, con un ingreso que va a ser muy bajo. Afrontar ese creciente servicio de la deuda va a requerir que haya un ajuste fiscal mayor, no para solventar el desequilibrio fiscal que ya tiene, sino para cubrir la deuda creciente que habrá con una dolarización”, enfatizó Castiglioni.
Según la economista, el primer desafío “es claramente estabilizar y bajar la inflación”, porque con estos niveles “es imposible tomar decisiones” y “no hay crédito”. Y si bien los casos de dolarización del pasado en otros países tuvieron baja de inflación más rápida que en otros planes de estabilización, esos modelos exponen a las economías a otros problemas.
“La solución hoy tiene que ver con atacar la causa (de la inflación), que es el déficit fiscal. Y la dolarización no garantiza equilibrio fiscal. Si bien elimina una fuente importante (el financiamiento monetario del déficit), aun se puede aumentar impuestos, algo que genera una caída en la competitividad, que es lo contrario a lo que se necesita hoy, que es bajar impuestos. Y también se puede aumentar el endeudamiento interno, lo cual acota el financiamiento del sector privado en un crowding out que aumenta las tasas de interés”, advirtió la economista.
“Además, primero a nivel provincial y también nacional, se pueden emitir cuasimonedas que financian el gasto público. Si la idea de los gobiernos no es replantear el rol del Estado y cuál es el nivel de gasto, se puede caer en esto”, enfatizó.
Entre las ventajas de la dolarización, Castiglioni enumeró que desaparece “el riesgo de spread cambiario” y el “efecto de la devaluación efectiva sobre la inflación”, aunque existen otros riesgos asociados, por ejemplo, la apreciación cambiaria o la inflación en dólares. “Depende del grado de distorsión de precios relativos, el ajuste de precios atrasados y la indexación de contratos”, explicó la economista, al analizar factores de la economía argentina actual, como el atraso en las tarifas de servicios públicos.
“Argentina ha atravesado planes de estabilización que generan atraso cambiario, y eso genera explosiones posteriores, a lo largo de su historia”, concluyó Castiglioni, y recordó que en un esquema de dolarización “no habría prestamista de última instancia”.
“Dolarizar implica adoptar la moneda y la política monetaria de los Estados Unidos. La tasa de interés y el valor del dólar en relación con otras monedas no dependerá de las necesidades de Argentina, y los ciclos económicos argentinos son distintos a los de los Estados Unidos. Y sin esa herramienta, el financiamiento dependería del balance de pagos, por eso es importante la competitividad de la economía para generar exportaciones y atraer inversiones, y eso no es solo factor del tipo de cambio real, sino de las reglas de juego, que sean constantes, y en eso la Argentina no tiene un buen track record”.
“Y esa rigidez cambiaria, amplifica shocks externos. Una suba de tasas en los Estados Unidos aprecia el dólar, baja el precio de los exportables y si no hay ajuste en los costos internos, lleva a una fuerte recesión. Eso ya pasó en la historia argentina, con el efecto Tequila (1995), la crisis rusa y la devaluación de Brasil (99), antes de la crisis de 2001″, relató.
“Para minimizar eso, se requiere flexibilidad en los precios internos. El país necesita desregulación de mercados y flexibilizar los mercados laborales, pero mucho más fuerte en un esquema de dolarización. Y antes de eso, es necesario bajar el déficit y corregir precios relativos”, concluyó.
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