Dólar oficial: salto versus mayor ritmo devaluatorio
Si las autoridades están pensando en hacer algo con la moneda estadounidense, es muy probable que quieran evitar una suba brusca y prefieran aumentar la velocidad con la cual se modifica el tipo de cambio
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¿Quiere impresionar a sus familiares y amigos? Entonces ponga cara de inteligente, imposte la voz, y diga: “El Banco Central va a tener que hacer algo con el tipo de cambio oficial”.
No arriesgue un pronóstico referido al calendario, y menos afirme que “esto no da más” porque, si se hace el ejercicio de mirar para atrás, comprobará que, aplicando este criterio, cualquiera de sus pronósticos habrían fallado.
Dejemos de lado la alternativa de liberalizar el mercado cambiario y dejar que el tipo de cambio único se determine por la oferta y la demanda privadas. Queda entonces la de continuar segmentándolo, pero modificando la cotización del tipo de cambio oficial.
Al respecto existen dos alternativas posibles: el salto cambiario y el aumento del ritmo devaluatorio. En números redondos, la primera implica que en la tapa de hoy de la edición de LA NACION se anuncie que el tipo de cambio oficial se fija en $150; la segunda, que de aquí en más, el tipo de cambio oficial aumentará 10 puntos porcentuales por mes.
Las actuales autoridades niegan que vayan a devaluar (¿qué otra cosa pueden decir?), pero si están pensando algo al respecto es muy probable que quieran evitar el salto devaluatorio y prefieran aumentar la velocidad con la cual se modifica el tipo de cambio oficial. Esto es entendible, pero… siempre hay un pero.
Un salto devaluatorio puede ser inesperado. Nadie se desesperó ayer para comprar dólares, al tipo de cambio oficial por si hoy aumentaba a $150. En cambio, un incremento del ritmo devaluatorio no puede sorprender a nadie. La primera noticia invita a la indignación; la segunda, en cambio, a modificar comportamientos.
Un aumento del ritmo devaluatorio del tipo de cambio oficial, particularmente si contagia al resto de los segmentos del mercado cambiario, obliga a aumentar las tasas de interés y, si la medida se adopta de manera unilateral, en el actual contexto de debilidad política, rápidamente será neutralizada en términos de los precios internos.
El Banco Central cada vez tiene menos reservas netas, pero como tiene un enfoque administrativo del mercado cambiario hay que resistir la tentación de pronosticar que, sobre el particular, las noticias están a la vuelta de la esquina.
Aclaración: si por esta columna me otorgan el premio Nobel en economía, lo compartiré con el economista Guillermo Calvo, quien planteó esta distinción en 1980, cuando en la Argentina se discutía si había que prolongar, y a qué ritmo, la “tablita cambiaria” estrenada a comienzos de 1979.
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