Dólar, FMI, soja y energía: los problemas que la invasión de Rusia a Ucrania generan para la Argentina
El precio de la energía, las exportaciones, la negociación con el FMI y el dólar son algunos de los puntos clave
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Más de 13.000 kilómetros separan a la Argentina de Ucrania, pero el conflicto bélico iniciado tras los ataques de Rusia sobre el país, que tensionan a Europa y abren interrogantes sobre una escalada militar en el continente, tienen implicancias directas sobre la economía local.
El precio de las exportaciones, la energía, los dólares y las negociaciones con el FMI son algunos de los puntos clave.
Comercio exterior
Como exportador de commodities agrícolas, la Argentina podría encontrar un escenario favorable. Esta mañana, el precio de la tonelada de soja, una de las mercancías que el país más le vende al mundo, llegó a US$630, su valor más alto en casi nueve años. Similar es la situación con el maíz o el trigo, otras materias primas que produce y exporta el país.
Si bien por la sequía la cosecha argentina sería menor a lo proyectado inicialmente (la Bolsa de Comercio de Rosario recientemente recortó sus estimaciones de 44 millones a 42 millones de toneladas de soja), la suba en el precio internacional es una buena noticia porque se traduce, por un lado, en un mayor ingreso de dólares al país.
La suba también genera un escenario más auspicioso para las cuentas públicas, a partir de una mayor recaudación por retenciones a las exportaciones que favorece al Gobierno y la pauta de reducción del déficit fiscal acordada con el FMI.
Energía
Al igual que con commodities y alimentos, el conflicto bélico empujó al alza al precio de la energía. Tras la invasión de Rusia en Ucrania, el petróleo Brent, que marca referencia en los mercados internacionales, llegó a US$103, valores que no alcanzaba desde septiembre de 2014. También treparon los contratos de futuros y el precio del gas natural (Rusia es el segundo entre los mayores productores mundiales y el principal proveedor para Europa occidental).
Ese contexto es adverso para la Argentina, que más allá de su producción local es importador de energía. Según estimaciones de Equilibra, en 2021 el déficit energético fue de US$628 millones, y se estima que podría crecer en 2022, mientras que proyecciones privadas anteriores a la escalada por el conflicto en Ucrania sostienen que el rojo energético en 2022 podría llegar a los US$3000 millones.
En la Secretaría de Energía también habían estimado un crecimiento del costo en dólares de la importación de gas. Con menos compras a Bolivia, el Gobierno estimaba que el precio del millón de BTU este año sería de US$23,72, un valor que podría crecer producto del conflicto en Ucrania.
Una suba en los precios internacionales generará mayor salida de dólares y una consecuente presión sobre las exigidas reservas del Banco Central. Al mismo tiempo, la suba de la energía tiene un impacto en la dinámica local, al ensancharse la brecha entre el costo y lo que pagan los usuarios en sus facturas, con un consecuente crecimiento en los subsidios. El dilema para el Gobierno es convalidar mayores incrementos tarifarios o incrementar el gasto en subsidios energéticos, uno de los puntos sobre los que explícitamente reclamó el FMI y tienden a desbalancear las cuentas públicas.
Tensión geopolítica
“Queremos que la Argentina sea la puerta de Rusia en Latinoamérica”, dijo el presidente Alberto Fernández en su viaje a Moscú hace apenas algunas semanas. Más allá de lo discursivo y del particular estilo zigzagueante del primer mandatario, ese acercamiento explícito a Putin, que incluso generó una reacción negativa por parte del gobierno de los Estados Unidos, luce como un movimiento imprudente, teniendo en cuenta la decisión del presidente ruso de invadir Ucrania, el rechazo que este movimiento cosechó a nivel global y los propios intereses de la Argentina.
Porque el país aún negocia los términos del acuerdo con el FMI –a fines de marzo hay un desembolso pendiente de US$2800 millones y la Argentina no tiene las divisas para afrontarlo-, en un proceso donde quienes tienes toman las decisiones son, precisamente, los países que hoy están enfrentados a Rusia.
En ese listado aparecen Estados Unidos (16,5% de los votos en el directorio del FMI), Alemania (5,3%), Francia (4%) o el Reino Unido (4%). En otras palabras, estos países concentran casi el 30% de los votos que la Argentina necesita para que el organismo multilateral convalide oficialmente el acuerdo con la Argentina.
Mientras aún avanzan las negociaciones, hoy la directora gerenta del FMI, Kristalina Georgieva, rechazó la decisión de Putin. “Estoy profundamente preocupada por lo que está ocurriendo en Ucrania, y sobre todas las cosas, por el impacto sobre personas inocentes. Esto añade un riesgo económico significativo para la región y el mundo. Estamos evaluando las implicancias y estamos listos para apoyar a nuestros miembros que así lo necesiten”, escribió la búlgara en su cuenta de Twitter.
Inflación
La suba en los precios en la Argentina es un problema hace más de una década y, luego de la pandemia, también comenzó a afectar a los países desarrollados. En este escenario, las consecuencias derivadas del conflicto en Rusia impactarán negativamente, especialmente en el país.
Por un lado, la suba en los precios de la energía podría generar presiones al alza en el mercado local, tanto en la energía para empresas y hogares, como por los combustibles derivados del petróleo (sin convalidar subas, la consecuencia para el Gobierno es un mayor gasto en subsidios).
Un segundo punto tiene que ver con la suba internacional de las commodities y los alimentos. “Si no hay desacople, nadie hace milagros. El precio internacional va a impactar de lleno en el precio interno”, dijo Feletti a fin de año, preocupado por la dinámica.
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