Con finitas reservas en la mira, y luego de las idas y vueltas sobre el futuro del dólar ahorro en la Argentina, el Gobierno presentará en las próximas semanas un plan- consensuado con la industria y el sindicato- para que el sector automotor pierda menos dólares en el comercio.
La idea desarrollada en el Ministerio de Desarrollo Productivo implica más administración del comercio, ya que tiene como vector principal que el sector incremente su producción este año en 20.000 unidades, lo que habilitaría a contramano al sector a importar, como techo, 80.000 autos. Entre los privados creen que así cerrarían el año con superávit en autos de US$1800 millones, y una balanza total del sector (autopartes) con un rojo de US$2000 millones.
En el sector varios elogiaron la previsibilidad que otorga el acuerdo hasta fin de año, y creen que habrá flexibilidad oficial en caso de que haya cambios en las expectativas de los flujos requeridos, mientras que otros ya estiman que la cantidad de autos que serán autorizados para comprar al exterior pueden no ser suficientes dependiendo del "arco temporal". Esta limitante, creen los últimos, terminará achicando el mercado y con un aumento sobre los precios.
"Es importante aclarar que no estamos hablando de cupos, sino de un esquema consensuado que garantice trabajo en todas las terminales", dijeron a LA NACION fuentes oficiales. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y el secretario de Industria, Ariel Schale, se reunirán esta semana con Adefa (la cámara que reúne a las terminales que producen en el país) y luego empresa por empresa para afinar los números finales del acuerdo.
En el horizonte aparecen dos focos de conflicto. El primero, que las cantidades de unidades a importar no se distribuirán homogéneamente entre las empresas que producen en la Argentina, sino que habrá criterios en base a la balanza comercial, la inversión, la integración nacional, entre otros elegidos por el Gobierno. "Hay que esperar a la vuelta de las reuniones con cada empresa para ver si todos quedan conformes", dijeron en el sector privado.
El otro foco es el flex dentro del acuerdo comercial bilateral cerrado el año pasado con Brasil. "Es una violación del Mercosur. No puede haber cupos. Para eso está el flex", dijo un empresario que conoce muy de cerca el mercado del socio más importante del bloque. En el Gobierno no creen que el plan oficial genere ningún conflicto extra con Jair Bolsonaro.
"Es un acuerdo sirve para tener previsibilidad y poder planificar de acá a fin de año. Además de poder acomodar la oferta a la demanda", dijeron entre las automotrices, donde aclararon que el acuerdo incluye nada más a los autos y no a las piezas. "Para desarrollar un proveedor local necesitás por los menos dos años", aclararon. Esa es una idea en la cabeza de Kulfas.
"Crecemos y crece la demanda de autos. Ahora cerramos un acuerdo con el sector en el que todas las terminales van a tener una balanza comercial equilibrada. Producimos unidades de valor importante y el objetivo es generar una balanza superavitaria. Buscamos fomentar el desarrollo de proveedores locales de autopartes", dijo Kulfas en una entrevista exclusiva con LA NACION publicada ayer.
Según contaron a LA NACION otras fuentes empresarias, el acuerdo no implicará una transgresión del flex porque "es de palabra", y porque se asegura las importaciones requeridas para alcanzar este año un mercado de 290.000 autos. No todos piensan igual. Dependiendo del arco temporal, a algunos les quedaba sabor a poco con los 80.000 autos. "Si es septiembre a diciembre, va a estar bien. Pero si empieza en julio faltan 20.000 autos", dijo un empresario.
En el sector indicaron que, en base al mercado previsto para este año y al superávit esperado en autos luego del acuerdo, todo el sector marcará un déficit de US$2000 millones cuando "normalmente" es de US$8000 millones. "Es una baja significativa. Después se verá cómo se pueden sustituir importaciones, sobre todo de partes, lo que lleva mucho más tiempo para tener una balanza de todo el sector superavitaria", dijeron en el sector, donde remarcaron que los jugadores del autopartismo suelen ser firmas globales, que no se encuentran en todos los países, lo que hace que pocas naciones sean superavitarias en el rubro.
El acuerdo se logró luego de varias reuniones entre Kulfas y su equipo, Smata y las empresas. Justamente, en las terminales existían quejas por algunos retrasos en las importaciones, algo que el Ministerio siempre negó. Sin embargo, en base a esos diálogos y el intercambio de datos de producción y comercio exterior, se buscó generar este nuevo esquema de monitoreo consensuado para asegurar los niveles de producción, el empleo y los dólares.
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