Discapacidad y diversidad: cómo se vive la inclusión laboral en primera persona
Daniela Aza cuenta su propia experiencia, explica por qué inclusión no es lo mismo que integración y asegura: “No vivimos en una desgracia, no somos ‘pobrecitos’, ni queremos dar pena”
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Influencer, referente en discapacidad y diversidad, licenciada en Comunicación y mujer resiliente. A partir de su propia historia, Daniela Aza encontró como propósito de vida informar sobre la discapacidad a través de sus redes sociales donde tiene más de 80 mil seguidores.
“La Argentina ha avanzado muchísimo en materia de inclusión, especialmente con el tema del cupo laboral para personas con discapacidad. En la actualidad, las empresas se están abriendo a la inclusión, pero todavía queda un largo camino. Sigue habiendo una mirada separatista, se piensa que hay una organización o asociación especial que se ocupa solo de eso y la verdad es que tiene que ser un propósito en todas las empresas”, dice Aza sobre cómo se vive la discapacidad en el país en primera persona.
Nació con una condición que se llama artrogriposis múltiple congénita, que es una afección que afecta las articulaciones y genera contracturas dolorosas. Si bien ahora Aza tiene 38 años, cuenta que en el momento que le diagnosticaron la artrogriposis el panorama fue muy desalentador. “Le dijeron a mis papás que era muy probable que no pudiera caminar, tuve hasta 15 cirugías, terapia y algo que me ayudó a salir adelante fue la contención de mi familia, pero fue todo un gran desafío”, enfatiza en diálogo con la periodista Melisa Reinhold.
En palabras de ella misma, una de las partes más difíciles del diagnóstico fue aceptar su condición y demostrar que podía, más allá de esas dificultades que le aparecían en el camino. No fue fácil y menos en una sociedad que está acostumbrada a juzgar y aislar a las personas con discapacidad.
Comenzó a usar las redes sociales en 2018, cuando tuvo una epifanía que le hizo darse cuenta de que esta herramienta tecnológica serviría para contarle al mundo su historia y ayudar a otros que pasan por lo mismo a no desanimarse. “Quería educar a una audiencia a la que le falta mucho en discapacidad y demostrar que un diagnóstico no es definitivo”, señala.
Para Aza, las redes son un espacio abierto al aprendizaje: “Mis papás, en su momento, no podían buscar nada en internet y ahora te podés conectar con gente que tenga la misma condición y abunda información sobre estos temas”. Busca ayudar y colaborar en lo que puede, pero aclara que lo fundamental es dejar de percibir la discapacidad como una “falla”, como alguien que es un “gasto”, que va a faltar al trabajo, que no va a aportar conocimiento, diversidad ni resiliencia.
Las empresas de hoy y la inclusión
En tiempos modernos se necesitan políticas modernas y las empresas no se quedan atrás. Aunque para Aza quede un largo camino para que se logre un 100% de inclusión y diversidad laboral, cada vez la Argentina está mejor. Hoy las empresas están entendiendo que la inclusión no solo es un propósito a tener en cuenta, sino que también es una ganancia. Las compañías están situando en un marco de mayor competitividad cuando avanzan en materia de diversidad. También sirve para competir en el mercado y para ampliar la cantidad de consumidores y llegar a más gente. “Esos prejuicios instalados históricamente de pensarnos a los discapacitados como personas que no pueden son erróneos. Nosotros consumimos, hacemos trámites, circulamos por la calle, somos como cualquier otro”, destaca Aza.
Hace ya más de 40 años que en la Argentina rige la Ley 22.431, mejor conocida como “Cupo laboral para personas con discapacidad”. Esta tiene como objetivo garantizar el derecho al trabajo de las personas con discapacidad, facilitar su inclusión y la igualdad de oportunidades. Pero, para Aza, el cupo es una herramienta de doble filo: por un lado beneficia a las personas con discapacidad y, por otro, ya el hecho de pensar en un cupo laboral hace que los argentinos se queden atrás, porque el concepto del cupo no tiene en cuenta la carrera ni la proyección de esas personas dentro de esa empresa.
“Inclusión no es lo mismo que integración. La última es limitarse a cumplir solo con el cupo, mientras que la inclusión es pensar que esa persona puede ejercer su profesión, que puede crecer en la empresa y enriquecerla”, explica Aza.
Por último, en su mensaje final, destaca que se deben derribar los mayores mitos en torno a la discapacidad. “No vivimos en una desgracia, no somos ‘pobrecitos’, ni queremos dar pena. Animémonos a la diversidad, al cambio, a ser más abiertos y a derribar prejuicios. Cuando apostamos al cambio, concebimos a todas las personas como parte de la sociedad, no como personas con defectos”, concluye.
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