Diez años después, las confesiones del artífice del cuestionado contrato entre Chevron e YPF
Ali Moshiri era presidente de Chevron para América Latina cuando la petrolera estadounidense tomó la decisión de invertir en Vaca Muerta 10 años atrás, junto con YPF
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HOUSTON.- Ali Moshiri se ríe cuando se le pregunta cómo hizo, cuando era presidente de Chevron para América Latina, para convencer al directorio de la mayor petrolera de Estados Unidos de que invirtiera US$2000 millones en Vaca Muerta, en 2013, apenas unos meses después de que el Estado argentino expropiara a la española Repsol y se quedara con el control de YPF.
“Fui criticado en Estados Unidos. Además, en ese entonces los precios del petróleo caían y yo pedía inversiones para la Argentina. Me preguntaban: ¿Por qué hay que producir más petróleo, cuando los precios están cayendo?”, responde, con una mueca de gracia, en las oficinas de Amos Gobal Energy, la empresa que preside actualmente, luego de retirarse de Chevron con casi 40 años de carrera.
“En esa época, el gobierno argentino estaba estableciendo cada vez más controles y acababan de expropiar a Repsol. Chevron, sin embargo, tomaba la decisión de invertir. No fui muy querido ni por los españoles ni por nadie. La verdad es que no estaba muy preocupado por la Argentina; estaba más preocupado por lo que me preguntaban acá en Houston. Pero como inmigrante, siempre uno mira el largo plazo, no el corto. En todos los negocios es igual. Si uno mira el largo plazo, se hace esta pregunta: ¿estamos mejor teniendo inversiones en Vaca Muerta o yéndonos? Pensemos lo que sería la Argentina hoy sin Vaca Muerta, la producción de petróleo sería mucho menor, la economía estaría peor, no está bien ahora, pero estaría mucho peor”, dice, en una entrevista con LA NACION.
-Pero había un gran riesgo en esa época porque no se sabía todavía que Vaca Muerta iba a ser tan productiva. Estaba también la incertidumbre política con la expropiación de Repsol. ¿Cómo convenció al directorio de Chevron de invertir en la Argentina?
-Nosotros ya estábamos en la Argentina. El problema que teníamos era que Repsol tenía todo el control de Vaca Muerta y Chevron no se podía expandir. Repsol tenía su propio ritmo para explorar. Yo sabía que el potencial de la Argentina era el no convencional, porque en ese momento Estados Unidos había comenzado a explorar el no convencional. Recordemos que acá, la exploración empezó liderada por pequeñas compañías en 2001. Las grandes empresas llegaron cuando ya estaba todo descubierto. La Argentina en ese momento se estaba enfocando en el convencional. Yo veía que la geología del no convencional estaba y tenía la expectativa de que iba a ser la mejor cuenca de todas. Pero no podíamos invertir porque Repsol controlaba todo. Cuando se fueron, fue una ventana de oportunidad, que claramente no hizo a mucha gente feliz. Pero en ese entonces, nadie sabía lo que era Vaca Muerta. Eso fue hace 10 años. Estoy muy feliz con el progreso que hicimos allá, pero creo que puede crecer significativamente todavía.
-El “decreto Chevron” decía que luego de un tiempo, la compañía iba a poder acceder al mercado de cambios oficial para repatriar ganancias. Sin embargo, todavía la empresa no puede comprar los dólares. ¿Cómo afecta eso para inversiones futuras?
-El régimen fiscal que el Gobierno impuso está frenando las inversiones. Las empresas que invierten, después quieren repatriar las ganancias para repartirlas entre los accionistas. Pero si después no se pueden repatriar las ganancias, se genera un cuello de botella y eso es lo que está pasando en la Argentina.
-¿Cómo ve a la Argentina en este nuevo contexto energético mundial? Hay una nueva oportunidad, pero no hay suficientes inversiones.
-Soy muy optimista y siempre he sido optimista sobre la Argentina, especialmente en petróleo y gas. Si uno mira cómo estaba la producción en 2014 y mira los niveles actuales, ha habido una mejora significativa. La Argentina era importadora y ahora es exportadora, y el offshore todavía ni se tocó. Hay un tremendo potencial para la Argentina ahí también. A la Argentina le fue muy bien en energía en los últimos años, considerando la limitación de las inversiones. Pero, aun así, las inversiones están llegando. Por ejemplo, Vista invirtió entre US$600 y US$700 millones. Chevron sigue invirtiendo. Pero la dinámica cambiará. Hay mucha tecnología que se está construyendo en los Estados Unidos para el no convencional. A medida que avancemos en el declive de producción en Estados Unidos, todas estas inversiones van a ir a Vaca Muerta. La energía global necesita petróleo y Vaca Muerta tiene las reservas para dar esa producción.
-Sin embargo, está la sensación de que Vaca Muerta podría haber crecido mucho más en estos 10 años, si no hubiera habido tantas restricciones en el control de capitales.
-Vaca Muerta necesita más apoyo de los gobiernos, que se mire el largo plazo y no el corto; que se permita que entre la inversión, que se permita exportar, siempre y cuando haya suficiente oferta para satisfacer la demanda local. Hay que enviar un mensaje más positivo al mercado, en vez de tantos controles. Hay que tener una mentalidad más empresarial sobre Vaca Muerta, antes que priorizar el control de capitales y todo eso. Esa es la gran diferencia entre Vaca Muerta y Permian; nosotros no tenemos tantos controles. Hay que pensar cuáles son los problemas que más afectan la inversión. Creo que el Gobierno necesita enviar un mensaje más positivo y decirles a los inversores que los van a tratar exactamente igual que si estuviera en otro país similar. Si observa la presión fiscal de Argentina sobre la producción de petróleo y gas, está bastante alineado con lo que cobra Estados Unidos en impuestos y regalías. Entonces, ¿por qué no está el mismo resultado? La capacidad de Vaca Muerta permite cuadriplicar la producción actual.
-Usted lo hace parecer muy fácil. ¿Por qué los gobiernos no lo aplican?
-Bueno, no estoy en la política. Lo único que puedo decir es que el gas y el petróleo a veces se enredan con la política, incluso en mi país. En Estados Unidos estamos debatiendo sobre transición energética. Estamos tan enfocados en eso que quitamos nuestra atención de lo que la gente necesita, que es petróleo y gas. El precio de la nafta aumentó 130% de un día para el otro debido a la invasión de Rusia a Ucrania. El gobierno argentino tiene que encontrar la manera de promover las inversiones en Vaca Muerta. Muchas personas dicen que las inversiones no están en Vaca Muerta. No coincido. Los inversores ya están ahí, como Chevron, Shell, Equinor, ExxonMobil, Total. Los grandes jugadores ya están ahí. La pregunta es por qué no son más agresivos en sus inversiones e invierten más de US$1000 millones o US$3000 millones. El petróleo y el gas ya está ahí. El gobierno tiene que dejar que sean operados de manera independiente sin poner tantas trabas.
-¿Cómo impacta el congelamiento de tarifas de gas o del precio de la nafta sobre las inversiones?
-En inglés decimos: “You cannot eat the cake and have it at the same time” (no se puede comer la torta y tenerla al mismo tiempo). La Argentina es un poco así y después, pregunta por las inversiones. Hay que relajar algo para el beneficio de largo plazo. Si la Argentina produjera tres veces lo que produce hoy [650.000 barriles diarios de petróleo], la recaudación que tendría por impuestos y regalías permitiría al Gobierno subsidiar a los usuarios que no pueden pagar los costos completos. Tienen que encontrar una fórmula para que puedan monetizar Vaca Muerta. Mi preocupación es que la transición energética va a ocurrir cada vez más rápido y la demanda de petróleo va a caer. Uno no quiere ver que todos los recursos que tiene Vaca Muerta queden enterrados. En el futuro, nadie va a querer hidrocarburos y Vaca Muerta va a quedar abandonada. El periodo del que hablamos es entre ahora y 2050. Para ese entonces, las nuevas generaciones van a demandar más transición, al punto que van a consumir solo renovables.
-Dice que es optimista sobre la Argentina por los recursos. ¿Pero es optimista de que este gobierno o el próximo adopten las medidas necesarias?
-Fui presidente de Chevron durante tres gobiernos de la Argentina y los tres coincidían en una cosa: que Vaca Muerta necesita más inversiones. El problema es que cada uno de ellos desaprovechó esa oportunidad. Le doy un ejemplo. En 2014, el gobierno de Cristina Kirchner estaba importando gas natural licuado (GNL) a un precio de US$15 y les pagaba a los productores locales US$2. Nadie iba a perforar nuevos pozos por US$2. No era una política amigable para los inversores. Les dijimos que hagan algo que sea un win-win. Aumentaron los precios domésticos a US$7,5. Fue el primer Plan Gas. Todos estaban felices, el gobierno y las empresas. Hay soluciones. El gobierno argentino tiene que escuchar más a los inversores y preguntarles qué necesitan. Chevron hizo grandes inversiones en la Argentina, están comprometidos, conocen el no convencional. La pregunta es cómo acelerar esos desarrollos. Lo mejor que se puede hacer es preguntarles qué necesitan para que inviertan en la Argentina y no en otros países. El Gobierno tiene que relajar varios controles que les impone a las empresas y permitir las exportaciones.
-¿Cómo ve la oportunidad que se le abre a la Argentina en GNL tras el nuevo contexto internacional?
-La Argentina está en una excelente posición para exportar GNL a Brasil, no tienen que ir muy lejos para hacerlo. Hay exportaciones de gas a Chile también. La invasión de Rusia a Ucrania no va a cambiar la dinámica energética en la Argentina. La razón es que Rusia sigue produciendo al mismo nivel. Además, hay una infraestructura enorme que se construyó en Estados Unidos para exportar GNL. Pero si la Argentina logra entrar al mercado de GNL, creo que sería muy beneficioso. Porque antes de pasarnos completamente a renovables, tenemos que movernos al gas. Todos están hablando de hidrógeno como una energía renovable. Chevron es una de las empresas líderes que habla de hidrógeno. Y el hidrógeno es gas natural. Si se miran los recursos que tiene la Argentina, uno se pregunta por qué no avanzan más rápido para que eso sea central en el país. La Argentina además tiene muy buenos recursos humanos, gente muy talentosa. Pero lo único que se escucha de la Argentina en finanzas es control, control y control. A los inversores les gustaría ver un poco menos de eso.
-Estados Unidos le permitió a Chevron volver a producir en Venezuela el año pasado. ¿Cuánto influyó para que se diera ese permiso la invasión de Rusia a Ucrania y que se deje de comprar petróleo ruso?
-La decisión que tomó el gobierno estadounidense fue correcta. En primer lugar, porque hay que asegurarse que haya suficiente oferta en caso de que haya una disrupción. Chevron ya estaba en Venezuela y fue una buena decisión permitirles que reactiven las operaciones. Fue un tema de oferta.
-Venezuela producía hace unos años 2,5 millones de barriles diarios y ahora menos de 700.000 barriles, ¿es correcto?
-Sí, las sanciones a Venezuela tuvieron un impacto tremendo en la industria petrolera. Pero Venezuela tiene la capacidad de aumentar la producción a 1,5 millones de barriles en menos de dos años. Mi expectativa es que eso se puede hacer muy rápido si algunas de las sanciones se quitan y le permiten a las empresas volver a operar ahí. La buena noticia es que si aumentan la producción, el PBI de Venezuela aumentaría a US$250.000 millones. Venezuela es un país rico, no necesita de la ayuda del FMI o del Banco Mundial para recuperarse y todos los reconocen.
-¿De quién depende que se quiten las sanciones?
-El gobierno de Venezuela y la oposición están teniendo un diálogo. Se vienen las elecciones. Esperamos ver cómo resultan estos eventos. Pero las sanciones afectaron a la población de Venezuela más que a nadie. Los venezolanos sufrieron porque durante muchas décadas dependieron de las regalías del petróleo y eso cayó a cero.
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