Diego Coatz: “Decir que hay inflación por la concentración de empresas no tiene asidero”
El economista y director ejecutivo de la Unión Industrial Argentina dialogó con LA NACION sobre las problemas y las perspectivas de la actividad fabril; afirmó que, según relevamientos sectoriales, hay problemas para encontrar trabajadores capacitados, sobre todo en temas vinculados con la tecnología
Es economista graduado en la Universidad de Buenos Aires, donde completó estudios de posgrado; es especialista en desarrollo económico, y es docente universitario en Estructura Económica Argentina; se desempeña como consultor de empresas y cámaras sectoriales; es Director Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina
“Fueron 10 años complicados, los últimos cuatro malos, y se sumó la pandemia”, dice Diego Coatz, director ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), al resumir el devenir de la industria en la Argentina. De acuerdo con Coatz, el sector “se estancó en 2011″, tuvo una “caída fuerte” asociado a la corrida cambiaria y el estrés financiero desde 2018, y luego sufrió el efecto negativo de la cuarentena.
Según el economista, que trabaja hace más de dos décadas en la entidad fabril, el sector ya recuperó lo perdido en 2020, con una dinámica heterogénea según cada actividad y desafíos comunes: incremento de costos, disponibilidad de energía, falta de personal calificado y falta de dólares.
-¿Por qué se dio ese estancamiento?
-El país se estancó en 2011, la industria también se estancó y después cayó fuertemente. Diría que juegan dos factores. El primero tiene que ver con la macro, los problemas con las reservas y el cepo cambiario, y cuando se abre empieza el problema del endeudamiento en moneda extranjera y la reestructuración. Hay un problema de política macroeconómica y el manejo de las variables financieras. Una agenda que es fundamental para el sector industrial y productivo en general que es tener una macro previsible, precios relativos ajustados, un tipo de cambio en términos competitivos que sea relativamente estable y no este serrucho donde sube porque hay una devaluación, después se aprecia porque hay una política de ancla cambiaria como único instrumento contra la inflación. Se requieren precios relativos estables y competitividad para poder planificar, una política fiscal que no siga presionando al sector formal de la economía. Y la macro es fundamental, pero con eso no alcanza. Después también necesitás política productiva, y ahí también hubo cambios. Pasamos de una en 2014 a otra en 20167, y estos vaivenes y la cuestión tan pendular imposibilita cualquier política de inversión.
-¿Qué esperan para este año?
-En 2021 creció 15% con respecto a 2020 y 7% con respecto a 2019. Hoy está a niveles de comienzos de 2018, no son los mejores años, pero estamos en un nivel de producción donde se recuperó lo perdido por la pandemia y lo que se perdió en 2019. Es un crecimiento heterogéneo. Para este año se espera crecimiento, en parte por arrastre estadístico. De cuánto será va a depender de varios factores. Por el lado de la demanda y el consumo, hay que ver qué pasa con el crédito al consumo, en este contexto de tasas de interés más alta. Por el lado de la oferta, que es tema más de coyuntura, hay dos elementos que son claves a nivel local: energía y divisas.
-¿Cómo es la situación con las divisas hoy?
-A nivel macro, el nivel de importaciones es alto. Este año vamos a importar casi US$75.000 millones, y una parte importante se hizo en estos primeros cinco meses. Sí hay problemas en algunos sectores que no pueden pagar a proveedores externos, como alimentos, autopartistas, algunos rubros de metalmecánica o química, y se están buscando soluciones con el BCRA para que esta cuestión vinculada a las divisas no afecte al nivel de producción. Tengamos en cuenta que falta producción y oferta de algunos productos en el mundo, y estas complicaciones locales complican más.
-¿Cómo ven el tema del dólar y la competitividad?
-La industria y el sector productivo es muy heterogéneo, entonces no es lo mismo cada rubro, donde juegan políticas tecnológicas, reintegros a las exportaciones o algunas medidas tributarias que se hacen para intentar trabajar las paridades. La foto no es mala, lo que preocupa es la película, porque con estos niveles de inflación van subiendo los costos, el tipo de cambio crece menos que la inflación, este año no tanto menos que en 2021, y eso dificulta planear cuál va a ser la competitividad a uno dos o tres años. El tipo de cambio es un instrumento, muy importante, pero hay que trabajar con el resto, que tiene que ver con el financiamiento, temas logísticos o la complejidad burocrática. En el diálogo que tenemos con muchos empresarios, ven que hay una enorme oportunidad para exportar, porque con los costos de la energía y el contexto global de aumento del costo logístico América Latina vuelve a ser una región que puede ganar espacio en los mercados. Hoy las manufacturas de origen industrial están creciendo, pero es el dueño de una empresa mediana o el director el que se ocupa de bancos, impuestos y el banco central, y ese tiempo que se dedica a esos temas y pierde en ganar mercados externos, trabajar en tecnología, desarrollo de marca o de producto.
-¿Cómo observa la dinámica de la inflación y cuando desde el Gobierno se atribuye responsabilidad a especuladores o empresas?
-Argentina tiene un nivel de concentración bastante menor al promedio de América Latina, en línea con los estándares europeos. Entonces hablar de inflación por concentración no tiene mucho asidero. Generalmente la escala además tiende a tener niveles de precios más bajos. La política de defensa de la competencia y de consumidor son muy importantes, pero eso no hace a la política antiinflacionaria. Claramente no hay un tema de concentración e inflación. No resisten análisis ese tipo de argumentos. Creo que la inflación tiene varias causas, desde que hay incertidumbre macro, la inflación era alta, los últimos cuatro años por las devaluaciones se aceleró y terminamos con una inflación del orden del 50%, y a esa inflación tan alta se le sumó la inflación internacional, donde vemos que España, Alemania, Estados Unidos ni hablar Brasil están teniendo las inflaciones más altas desde los 80. Le inyectaste gasoil a la fogata y eso es lo que estamos viendo estos meses. Creo que no hay magias. Hay que tener una política antiinflacionaria consistente, que tiene que ver con el manejo de la política fiscal y monetaria, de poder tener moneda de ahorro, evitar devaluaciones futuras e ir coordinando con la policía de ingresos precios y salarios para que eso se articule.
-¿Y eso está hoy?
-El acuerdo con el FMI brinda una hoja de ruta, y espero que los actores económicos puedan ir tomándolo y haya resultados concretos. Son 10 años de una macro inestable, y reconstruir una macro estable con este pasado reciente va a ser sumamente difícil. Es clave tener equilibrios macroeconómicos, pero tenés una gran oportunidad si lográs ciertos consensos para desarrollar tu potencial productivo. Pero con la macro no alcanza. Si nosotros no hubiésemos tenido este estancamiento y hubiésemos crecido 3% por año desde 2011, hoy requeriríamos casi US$140.000 millones de importaciones. Y este año vamos a cerrar a US$75.000/US$80.000 millones. Entonces, recuperar la agenda de crecimiento implica US$50.000 millones más. Si manejas bien la macro, algo de financiamiento externo vas a tener, ni habrá temas con la reestructuración de la deuda, y lentamente la moneda va a ser reserva de valor. Eso es lo que hay que hacer con la política macroeconómica, pero con eso no vas a generar los millones para sostener una agenda de crecimiento
-¿Qué se necesita?
-Eso se logra con minería, todo el potencial energético e industrial, el sector alimentos. Somos el 1% de ese rubro en el mundo, y en agro somos mucho más. Entonces, hay que pensar cómo ganamos espacio en carnes, alimentos, lo foresto-industrial, lo bio económico. Ahí encontrás los dólares para sostener el crecimiento.
-¿Y por qué no se hace? Los gobiernos repiten el eslogan de ser ‘el supermercado del mundo’ como plan.
-Hay dos distinciones. Primero, que es difícil hacerlo. Los mercados de materias primas son mucho más grandes en el mundo que los de productos de valor agregado. Si uno va a Europa o Estados Unidos, todos quieren agregar valor. Por eso Italia es un país líder en alimentos elaborados, Alemania es líder en bebidas. Ahora también China produce alimentos. Hay que dividir la agenda en dos. Hoy no solo es aguas abajo en agregado de valor, sino aguas arriba con proveedores. Si uno piensa el agro, es pensar cómo duplicar el sector de maquinaria agrícola, como sumar tecnología ahí. Lo mismo cuando se piensa en energía. El mundo cada vez es más difícil, pero en un nuevo marco geopolítico nos puede dar oportunidades. Somos una región de paz, integrada al mundo históricamente y podemos ver donde ganar espacio en las cadenas de valor, y se logra con lo que comentaba antes. No es fácil pero oportunidades hay. En alimentos, se puede ir transformando el maíz en carne, y debiera ser algo que logramos relativamente fácil. Tener tres o cuatro Arcor más es más complicado. Es importar cacao y exportar golosinas. Ni Brasil lo tiene. Pero sí es mucho más importante en el sector frigorífico. Transforman maíz en carne diez veces más de lo que hacemos nosotros.
-¿Cómo se compatibiliza eso con la cuestión ambiental? La idea de granjas porcinas fue muy resistida, por ejemplo.
-La economía circular y la sustentabilidad es parte de cualquier agenda industrial. Argentina tiene hoy avances en la reutilización de residuos del sector industrial, muchas empresas se autoabastecen de energía así. Hay múltiples ejemplos. Ahora, hay una agenda ambiental que es anti desarrollo productivo, y hay que tener cuidado. Sectores como la minería. Hay siete provincias que no tienen autorizada la minería, y Perú, para no hablar de Chile, exporta más de US$30.000 millones de cobre. Argentina cero. En cobre, foresto industria y energía hay que tener una agenda de sustentabilidad, economía circular y regulación ambiental, pero nunca de prohibición, que es lo que pasó con el salmón en Tierra del Fuego. Chile llegó a exportar US$7000 millones de salmón. Tuvo temas ambientales, pero tenemos la ventaja de aprender de eso y explotarlo acá con un nuevo plan, con política industrial. Vamos a ser 50 millones de personas. Somos un país de ingresos medios que aspiramos, como corresponde, a tener salarios altos, y no alcanza con los recursos naturales y el turismo dando empleo para solucionar los problemas de los 50 millones de argentinos. No va a ser así. Ahora, tenemos que definir como esos recursos los vestimos con política tecnológica e industrial para generar empleo, porque son más intensivos en capital.
-¿Cómo analiza el tema impositivo?
-Hoy los impuestos son altos, sobre todo para el sector formal. Me gusta dar un ejemplo concreto y es que tenemos una de las alícuotas del impuesto a las Ganancias para empresas más altas de América Latina y del mundo, y la de IVA también, pero si uno ve el porcentaje que se recauda por IVA o Ganancias, es mucho menos que esa alícuota. Y eso está diciendo que hay dos economías. Está la presión impositiva formal, que tiene el sector industrial y es muy elevada, y el informal, en muchos casos de baja productividad, que no puede pagar impuestos. Eso genera competencia desleal. También el tema del impuesto a los ingresos brutos, que impacta mucho más porque se va acumulando y afecta peor a aquellos sectores están más complicados con la competitividad. El consenso fiscal era algo muy positivo, porque apuntaba a eliminar ingresos brutos para la industria, y se frenó. Hay otro tema que tiene que ver con la tributación provincial-municipal. Hay superposición de tasas municipales que son impuestos encubiertos, encima sobre las industrias ya radicadas y es difícil mover la empresa y la tentación del municipio está.
-¿Cuál es su mirada sobre el tema de la energía, a nivel disponibilidad y la cuestión de las tarifas?
-Energía ilumina los dos temas de argentina, los desafíos de coyuntura y la oportunidad estratégica de mediano plazo. La coyuntura hoy es que el sector industrial en gran parte paga el costo pleno de la energía y ha aumentado en función de los valores internacionales, lo cual impacta en los costos y la competitividad, dentro de un escenario de aumento generalizado de los costos y mayor inflación. Lo que venimos sosteniendo hace mucho tiempo es que se tiene que, tendencialmente, tanto la industria como los residenciales converger a pagar el costo real de la energía, pero obviamente tiene que ser gradual porque un residencial o una pyme no pueden ir al 100% de golpe. En el mundo en general lo que ocurre es que el sector productivo tiende a pagar un valor menor porque es más eficiente en el uso de la energía y segundo porque compite con otras empresas industriales del mundo y se le da mucha relevancia a que la industria tenga costos competitivos. A corto plazo, hay que trabajar estos meses de forma muy articulada con el sector público para que, si hay faltante de energía, impacte en menor medida, sobre todo en sectores de ciclo continuo. Viene la cosecha y la molienda en el período invernal es clave.
-¿Y a largo plazo?
-Hay una oportunidad estratégica. Hay que dejar de monologar con la coyuntura y hablar más con lo estratégico, y eso es el sector de la energía. Es Vaca Muerta, 150 años de abastecimiento. Importamos casi US$100.000 millones en los últimos 10 años en energía, y podemos exportar US$100.000 millones. Hay una oportunidad, sobre todo en este contexto global, donde la soberanía energética pasó a ser un tema fundamental. Y la energía tiene la particularidad además de que puede generar para producir y exportar, podemos conectar toda la cadena de valor. Aguas arriba tenemos toda una historia metalmecánica, con bombas, equipos, capacidad para abastecer al sector hidrocarburos de gran experiencia. Son proveedores, como la maquinaria agrícola es al agro. Aguas abajo, agregando valor hay una oportunidad en petroquímica, plástico. Argentina importa casi US$1000 millones de fertilizante, sobre todo urea, y si sumamos Brasil, la importación de Mercosur es muy importante, y hoy está subiendo el precio mucho por la guerra a nivel internacional. Argentina con el gas puede hacer urea y con eso hacer fertilizantes. Es algo totalmente articulado con una estrategia productiva: agro, energía, petroquímica. Es un motor de divisas, empleo y desarrollo tecnológico de gran magnitud pensando en los próximos 15 años.
-¿Cómo analiza la cuestión del empleo y la disponibilidad de personal calificado?
-En las encuestas que vemos, el 80% delas industrias contestan que tiene problemas para contratar trabajadores vinculados a la tecnología, computación, software y actividades más duras. La industria 4.0 justamente es inteligencia artificial, programación, la nube, datos y cierra completo con robotización. Para todas esas áreas, la transformación digital requiere recursos y trabajadores que hoy no tenés, y se requiere formación profesional. Hay muchos problemas para conseguir ese tipo de trabajadores y ni hablar de personal profesional. Hay mucha competencia.
-¿Preocupa ese tema a futuro?
-Es un tema. Preocupa porque necesitas desde mandos medios hasta profesionales a nivel gerencial, con una lógica de entender la cuestión productiva y los negocios, porque aplica a la parte comercial y a la parte productiva, y para eso faltan efectivamente (trabajadores). Obviamente necesitás crecer, porque si creces de alguna forma la empresa aumenta sus recursos destinados a capacitación, los gobiernos tienen que destinar más recursos a políticas de formación de empleo. El crecimiento es demanda en esta agenda. Si te estancás por 10 años, las empresas no crecen, entonces no necesitan este recurso. Pero en una agenda de crecimiento, es un tema que preocupa mucho.